1. Te Perdí ¿Quizá Para Siempre?

215 10 1
                                    

Gabriel

Son las 5:30 p.m. y aún Leah no aparece. Quedamos en vernos hace 15 minutos. Es muy raro que ella no este aquí. Creo que es la persona más puntual que conozco, también la más sincera y alegre que he conocido.

Pero, últimamente, noto que ella esta un tanto extraña, no siento que sea la misma de siempre. Cada vez que hablo con ella la siento un poco distante e ida de la conversación.

Después de media hora de retraso Leah, finalmente, llega a mi casa. Al llegar la veo con una de sus camisetas favoritas, lleva unos pantalones de mezclilla rotos en las rodillas y sus zapatillas de siempre. En su mano izquierda trae una bolsa negra; de las que le encanta llevar con ella para todos lados. Su expresión es la misma que ha estado llevando los últimos días; apagada.

Ella se ve un poco decaída; tiene unas ojeras muy profundas como si no hubiese dormido en un par de noches, su cabello rubio esta hecho un desastre, bueno más de lo normal. Sus ojos se ven hinchados y rojos como si hubiese estado llorando, sus pupilas están mas dilatadas de lo normal y el color de sus ojos azules esta más oscuro de lo normal.

Cuando sube su mirada, nuestras miradas se encuentran. En sus ojos se ve una expresión la que pide ayuda a gritos pero no estoy seguro. En verdad nunca estoy seguro cuando se trata de ella. En los últimos días tengo algunas dudas sobre Leah, siento que pienso que ya no siento lo mismo, algo en mi esta cambiando. Cada vez que la veo a ella siento una extraña sensación recorriendo mi cuerpo.

Trato de romper el hielo diciéndole — Hola. Llegas tarde.¿Quieres pasar? — le digo invitándola a entrar a mi casa. Mis padres no se encuentran en casa, como de costumbre, y mi hermano se fue de viaje con su novia Julia. Ella entra a casa a regañadientes.

Su expresión no cambia en nada. Le indico que suba a mi habitación —Vayamos a mi habitación para hablar más cómodos. Te noto un poco tensa. Ni siquiera me has saludado —Noto que ella reacciona.

Ella se inclina hacia mi y me da un fuerte abrazo que da entender que no quiere soltarme — Lo siento, Hola. Quiero ser muy clara contigo — me tenso al escuchar lo que me acaba de decir Leah.

Los dos nos dirigimos a mi habitación. Ella toma asiento en la esquina de mi cama aún mostrándose un poco tensa por estar aquí. Aunque no es algo raro, puesto que cada vez que ella esta cerca de mi, siempre se muestra un poco nerviosa. Eso me ha hecho sospechar un poco de algunos de los rumores que han corrido por la escuela a lo largo del ultimo año.

No soy una persona que suele creen en los rumores o los chismes, pero estos que circulaban por toda la escuela eran demasiado convincentes. Sin mencionar la actitud de Leah últimamente

Ella rompe el silencio incomodo que había entre nosotros dos — Lo siento, lo siento tanto. No fue mi intención...

La interrumpo — ¿Por qué te estas disculpando? No entiendo por que lo haces— Le digo mientras tomo su cara en mis manos.

La expresión de ella al sentir el contacto de mis manos frías en sus mejillas hace que una de sus lágrimas caiga por su mejilla, interrumpiendo su dirección mi mano.

Ella trata de quitar mis manos de sus mejillas — Lo siento. Siento mucho el enamorarme de ti. Fue un error y lo se. Me enamore perdidamente de ti. Y es por eso que me disculpo — Ella se detiene un segundo para tomar aire y tratar de que sus lágrimas se detengan, para luego continuar — Me enamore de ti desde que te vi hablar con Teresa, sabia que no era lo correcto, sabia que tu jamas te ibas a fijar en alguien como yo, pero aun así no pude controlar mis sentimientos.

Es en ese preciso momento todo toma sentido, todo. Desde sus indirectas físicas hasta cuando la sorprendía mirándome. Todo tuvo un sentido.

Ella se levanta de la cama y empieza a dar vueltas por toda mi habitación mientras sostiene su cabeza con sus manos repitiéndose una y otra vez — Esto no puede estar pasando. Lo siento demasiado. Nunca fue mi intención el enamorarme de mi mejor amigo. Lo siento. Lo siento en verdad lo siento — Yo aun me encontraba en shock ante lo que mi mejor amiga acaba de confesarme.

Tenía miles de cosas rondando por mi cabeza en esos momentos. Me sentía completamente estúpido  por no darme cuenta de que ella gustaba de mi todo este tiempo y yo no me daba cuenta de lo que pasaba a nuestro alrededor-

Cuando salgo de mi estado de shock me percato de que ella ya se fue. Corro hacia la puerta con la esperanza de que aún este saliendo por la puerta principal. Cuando llego allí ya era demasiado tarde, ella se había ido después de haberme confesado sus sentimientos.

Al volver a mi habitación me encuentro con mi chaqueta favorita justo al lado del lugar en donde se había sentado Leah. Quizás era mi chaqueta favorita porque cada vez que Leah venia a mi casa y tenia frío yo le prestaba esa chaqueta y luego ella se la quedaba. Para cuando ella me la devolvía, yo la guardaba. Esa chaqueta tenia su olor. La fragancia que siempre usaba de vainilla.

Sin pensármelo tomo mi chaqueta y respiro profundamente dejando que esa tan conocida fragancia de vainilla invada mis fosas nasales por completo. Varias lágrimas caen por mis mejillas, en ese momento me di cuenta que la había perdido. Que no había vuelta atrás, que en esta vida no tenemos tiempo para pensar las cosa mas de una vez. Ya había aprendido mi lección, la había perdido y quizás para siempre...

Me levanto de mis sueños al sentir que alguien toca mi espalda. Abro los ojos y me encuentro con una chica de quizá unos 19 años, morena y delgada tocándome la espalda. Es bonita la chica pero no tanto como ella. Quizás ese sea mi problema que comparo a las demás con ella y quizá por eso no puedo ser feliz. Y todo es por tu culpa Leah.



Nota de la autora: Este es oficialmente el primer capitulo de "Quizá es para siempre". Espero que les haya gustado es muy diferente al original, pero creo que en este se le explica un poco más todo lo que sufrieron los dos al confesar sus sentimientos.


Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora