Leah
Max y yo vimos una película muy buena, comimos pizza y mucho helado. Nos besamos, y compartimos un momento muy íntimo los dos.
— Leah, he estado pensando en ¿cómo pedírtelo? Pero, creo que si sigo esperando perderé mi oportunidad - una risa nerviosa lo invade — Leah ¿Quieres ser mi novia?
Me quedo completamente paralizada por su propuesta. Pero no dudo en darle una respuesta — Sí — Mi respuesta no se escuchaba muy convencida — Sí, claro que si.
Él me toma por la cintura y me besa tiernamente.
— Te amo — me dice él mientras que me abraza fuertemente.
Pero como todo lo bueno dura poco, somos interrumpidos por el timbre. Me separó del agarre de Max y me dirijo a abrir la puerta. Al abrirla me encuentro con un Gabriel muy ebrio. No puede ser, hace unas horas lo vi en la cafetería totalmente sobrio y ahora está así. No me lo puedo creer.
Gabriel entra a mi apartamento y cae estrepitosamente en el suelo. Max se acerca a este y tarta de ayudarlo a levantarse pero este niega la ayuda de Max.
— Vine a hablar contigo Leah, vi que no me quieres contestar las llamadas desde hace un buen tiempo y quiero que me des una explicación — Todo mi cuerpo se tensa, no quiero darle explicaciones a este tipo.
Gabriel se levanta, por si solo, y se dirije al sofá en donde se cae tumbando algunas decoraciones de por medio.
— Pero ¿Qué te piensas? ¿Piensas que estás en tu casa o qué?
— Quizá está llegue a ser mi casa en un futuro, claro si Leah está de acuerdo — dice Gabriel totalmente ebrio.
— Basta ya, Max — lo miró fijamente — Podrías dejarnos solos unos minutos, por favor.
Gabriel mira a Max con una expresión de satisfacción y le regala una sonrisa de victoria.
Max se retira de la sala, dejándonos a Gabriel y a mi solos.
— ¿Quieres que te de una explicación de por qué no contesto tus llamadas? — él asiente — Me estas jodiendo o qué carajos pasa contigo, Gabriel.
— No, no te estoy bromeando en lo más mínimo.
— Te das cuenta de lo que dices y haces.
— No me doy cuenta, puedes refrescarme un poco la memoria, cariño.
— Ni se te ocurra llamarme cariño. Puedes decirle cariño a Carmen. Se que te vas a casar, lo sé desde hace meses. Desde haces tres putos meses. No pensabas decirme nada — digo tratando de controlar mis sentimientos, no quiero llorar en frente de él.
— No — me dice de la manera más seca. Creo que el Karma me está haciendo pagar todas las veces que le conteste seca a las demás personas.
— Claro que no me pensabas contar, pero ¿Por qué? Acaso querías que fuera tu puta para siempre o qué.
— No lo digas así — dice en susurro mientras trata de levantarse del sofá.
— ¿Cómo me pusiste hacer todo esto? — una gruesa lagrima recorre mi mejilla — Gabriel, te conté lo mal que hiciste las primeras veces me abría contigo, esperando a que no hicieras lo mismo esta vez. Pero parece que solo te inspire a que me rompieras aún más el corazón.
— Lo siento.
— Ahh, que lo sientes — le digo con un tono sarcástico — Y que crees que siento yo.
— No lo sé, quizá impotencia, ganas de golpearme o de matarme.
— Eso es, nunca sabes nada, Gabriel. Nunca. Tu no sabes lo que duele enamorarse de alguien y enterarse que se casara. Gabriel me entregue a ti, y no solo físicamente, te entregue cada parte de mi corazón. Y lo volviste a romper.
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Quizá es para siempre
RomanceEl tiempo nos dirá si lo nuestro era amor o una simple confusión. El tiempo nos dirá si tuvimos algo valioso y lo dejamos ir. El tiempo nos dirá si alejarnos fue una sabia decisión El tiempo nos dirá lo que hoy no queremos oír. ...