Leah
Ya han pasado tres años desde que mi vida dio un giro completo.
Mentiría si dijera que ni extraño a mis amigos, a mi familia, a Gabriel.
Extraño a mis padres y sus regaños cuando no los llamaba a diario par comunicarles lo que me pasaba en el día.
Extraño a mi hermana y su extraña forma de acosar a los demás y en especial al que hoy en día es su futuro esposo. Puede que este escondida, pero eso no significa que no me entere de los últimos acontecimientos.
Extraño a mi hermano, por más raro que esto suene. Mi hermano y yo no tenemos una muy buena relación. Pero ahora que estoy a mas de mil kilómetros de distancia su lo extraño. Extraño cuando me molestaba con Gabriel. Mi hermano a hecho su vida, ahora tiene a un bebé. No se como se llama pero se que es igual a él.
Extraño a mi mejor amiga. Extraño a Estefany y sus ocurrencias. Extraño cuando podíamos hablar por horas sin cansarnos.
Y lo extraño a él. Extraño sus caricias, sus palabras bonitas, su voz ronca y gruesa, su extraña forma de verme. Extraño esa mirada con la que podía ver a través de mi. Extraño esas noches en las que no dormíamos por solo estar hablando sobre nosotros y lo que teníamos.
Gabriel Es la única persona de la que no se nada. No sé si está casado, no se si esta trabajando. No tengo idea de si se reconcilió con sus padres.
Me duele no saber nada de él, pero se que es lo mejor para él. Yo lo único que le daba eran problemas y más problemas. Quizá nuestra relación tenía mucha química pero siempre algo malo pasaba.
Una parte de mi se alegraría demasiado si él rehizo su vida con alguien. Pero la parte de mi que aún insiste en sentir cosas por Gabriel, quiere y desea que no haya encontrado a alguien con quien rehacer su vida por completo. Lo sé, soy masoquista. Lo amo y lo seguiré amando quizás para siempre, pero ya no podemos estar juntos.
Yo ya "hice" mi vida con Max, me guste o no. Max doce que me ama y me lo recuerda todos los días de mi vida. Pero aún así, haga lo que hago no llego a sentir nada por el. Nada más que asco.
Creo que lo único que me mantiene viva y con fuerzas de seguir luchando por un futuro es mi hija.
Mi hija nació hace unos años en Estados Unidos cuando estaba de viaje con Max. El parto se "adelantó" un mes y mi pequeña Vera nacio. Llegó a mi vida para darme las fuerzas que no tenía.
Mi embarazo fue muy complicado con amenazas de aborto muy recurrentes por los constantes golpes que me daba Max cada vez que me negaba a hacer algo que no quería.
Después del nacimiento de Vera, algunas cosas cambiaron y no para bien. Hace unos días mi hija de dos años y tres meses, vio cómo Max me pegaba después de revelar el secreto que había guardado todos estos años.
Max estuvo a punto de matarme luego de confesarle que el padre de Verá no era él. El padre de Verá era Gabriel. Yo tenía claro que él padre de Verá era Gabriel desde un principio. Desde que me hicieron la ecografía y me dijeron que tenía solo 7 semanas de embarazo. En el momento, los cables en mi cabeza no conectaban, pero después todo cobro sentido. Yo había sido secuestrada hace 5 semanas y acaba de llegar de vacaciones hace unos días y días antes se me había olvidado las pildoras anticonceptivas.
Ese mismo día, Max nos hecho de su casa y nos dejó en la calle sin ningún medio para poder sobrevivir. Por suerte, la ama de llaves de Max, muy amablemente, me dejó quedarme en su casa por unos días hasta que yo pudiera irme a Colombia. Tuve que empezar a trabajar para poder ahorrar todo el dinero para poder viajar a Colombia.
Unos meses después pude salir de España y regresar a Colombia, pero no todo fue color de rosas. Tuve que irme completamente en cubierta porque las constantes amenazas de muerte para mi hija y para mi, eran muy frecuentes.
Cuando llegué a Colombia me tuve que esconder por un tiempo, pero todo el tiempo que estuve en Colombia, decidí hacer celo saber a mi mejor amiga, creo que era lo mínimo. Aunque ella no había hecho nada al respecto no esperaba que hiciera algo tampoco. Por lo que sabia todos me hacían pasar por muerta.
Decidí venir a Colombia y no a Estados Unidos porque sabía que Gabriel estaría en Estados Unidos. Y aún no estoy lista para que verlo, no se como decirle que es papá. Me gustaría poder esconder a mi hija y decir que no es su hija, pero Vera es idéntica a su padre, con esos ojos azules como el mar característicos de Gabriel.
Además de que tiene el mismo carácter, compulsivo.
Hoy es ese día. Hoy por fin voy a dejar mis miedos atrás. Soy una mujer de 21 años que está terminando de estudiar su carrera de psicología. He hecho cosas difíciles en mi vida, pero como haré para llegar a mi casa y presentarme casi tres años después viva y con una hija.
***
El camino a casa de mis padres fue muy incómodo. No sabía cómo explicarle a mi pequeña hija de dos años que iba a conocer a sus abuelos. Pará ella los únicos "familiares" que tenía eran Lola, la ama de llaves que nos alojó en su casa, y yo. Vera nunca considero como "papá" a Max. Siempre que estaba con él lloraba, incluso cuando era bebé.
Al llegar a la casa de mis padres no dude ni un segundo en bajarme del auto. Vera estaba sosteniendo mi mano. Cuando llegamos a la puerta principal, los nervios y la ansiedad invaden mi cuerpo por completo.
Al parecer mi hija nota eso en mi y no se queda callada es igual de directa que Gabriel — Mami ¿que pasha? — Vera me mira con esos ojos azules intensos.
Me agachó para poder quedar a su altura y le acomodo ese rubio cabello que se escapa — Verá — llamó su atención — Aquí, en esta casa muy bonita, viven tus abuelos. Los papás de mamá.
Ella asiente y me acompaña a tocar la levantó para que toque el timbre de la casa de mis padres.
Al cabo de unos segundos mi madre abre la puerta, acto seguido de eso, se desmaya.
Todos corren a la puerta por el gran estruendo que provocó mi madre al desmayarse.
Yo dejo a Vera en el suelo para poder ayudar a mi madre, cuando los gritos de emoción de mi hermana me dejan completamente sorda.
— No lo puedo creer. Eres tu — mi hermana me asfixia por lo fuerte que es nuestro abrazo —¡Estas viva!
Mi madre estaba empezando a reaccionar poco a poco. Y mi padre venía hacia a mi con los brazos muy abiertos dispuestos a abrazarme.
Todos estaban muy contentos de verme, pero por esa euforia que tenían por verme de nuevo, habían olvidado de que había una pequeña personita en una esquina de la sala.
— Quiero presentarles a alguien — me acerco a Verá y la tomó en brazos acomodando su vestido favorito — Ella es Verá y es mi hija.
Todos tenían una cara de asombro en sus rostros. Casi no se lo podían creer. Pero luego ese asombro cambia a felicidad y todos corren a abrazar a mi hija.
Estos pequeños momentos son los que quiero que perduren para siempre en mi memoria. Porque no sabía porque, pero tenía el presentimiento de que la noticia de paternidad no le iba a sentar nada bien a Gabriel.
Nota de la autora:
Leah tenía una hija, ¿qué les parece el nombre de Vera?
ESTÁS LEYENDO
Quizá es para siempre
RomanceEl tiempo nos dirá si lo nuestro era amor o una simple confusión. El tiempo nos dirá si tuvimos algo valioso y lo dejamos ir. El tiempo nos dirá si alejarnos fue una sabia decisión El tiempo nos dirá lo que hoy no queremos oír. ...