41. Solo Ella Y Yo

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Gabriel

Lo que me había dicho Leah acerca de las semanas de gestación y como tuvo que mentirle a Max para que creyera que Vera era su hija. Las palabras de Leah me habían dejado con muchas dudas al respecto ¿En verdad ese bebé que llevaba Carmen en su vientre, era mío? ¿Tuve sexo con ella aquella noche? ¿Por qué no recordaba nada de esa noche en la fiesta? ¿Por qué?

Leah se pone de pie acomodando su cabello detrás de la oreja y se acerca a mi. - ¿Cómo estas tan seguro? Con el tono que lo dijiste es como si no tuvieses duda alguna. - Dice Leah mientras se acerca aún más a mi. Ella coloca su mano derecha en mi mejilla izquierda. El contacto de nuestras pieles era muy fuerte. No era una sensación de incomodidad, para nada, era una sensación de familiaridad. Y eso me gustaba. Me hacía sentir completo luego de tanto tiempo.

- No las tengo. - Mi tono sonó más frío de lo que esperaba.

Ella retira su mano de mi mejilla lo que me hizo volver a sentir esa horrible sensación de estar vacío por dentro. Leah toma un poco de aire, sabía que lo que iba a decir la ponía un poco incomoda porque empezó a jugar con sus dedos. Definitivamente estaba nerviosa. - ¿Cómo fue? - su pregunta me desconcertó, sabía perfectamente a que se refería, pero queria que ella me lo dijera.

- ¿Cómo fue qué?

- Esa noche... ¿Cómo fue esa noche? - Definitivamente estaba nerviosa y no estaba tratando de ocultarlo, o por lo menos la conocía tanto que la podía ver tal y como era.

- Esa noche fui a la fiesta de Ricardo, he hice lo que se supone que se hace en las fiestas: beber. No me sentía muy bien esa noche luego de algunos tragos, así que decidí ir a dormir en uno de los cuartos de visitas. Pero cuando desperté, me dí cuenta que esta desnudo y Carmen exactamente igual que yo. - La expresión de Leah se torno triste ¿Leah aún me amaba? - Y unas semanas después ella me comento que estaba esperando un bebé y que el padre era yo. Y obviamente no iba a dejar a ese niño desamparado.

Leah permanece en silencio, así que continuo. - Ella fue con la ginecóloga y esta le dijo que tenia diez semanas, esa vez yo no pude ir a la consulta. - Desvió la mirada y fijo la misma en las grandes ventanas que me daban una gran vista a la ciudad. - La primera vez que vi a ese bebé fue el mismo día que te vi en el hospital por primera vez luego de mucho tiempo.

Cuando vuelvo a fijar mi vista en Leah, noto que esta tratando de limpiar alguna de sus lagrimas. Ella estaba sentada en el sofá principal de la sala. Me acerco a ella y me agacho, quedando a la misma altura que ella.

- ¿Por qué lloras? No llores. - Le digo mientras le seco algunas lagrimas rebeldes. La punta de su nariz estaba un poco rosada de tanto llorar, al parecer había estado llorando en silencio.

- Es que no te he dicho toda la verdad.

- ¿De qué estas hablando?

- Los responsables de mi secuestro son ellos. - me tense cuando Leah dijo eso.

- ¿Quiénes son ellos?

- Fueron Carmen, Max y... - note como ella estaba dudosa entre decirme o no. Pero al final lo hace después de tomarse una respiración muy profunda. - Tus padres.

Me levanto bruscamente, mis manos viajaron a mi cabello desordenandolo. - Julia tenía razón. Carmen y ellos tuvieron algo que ver. Ahora estoy más seguro de que ese bebé no es mío. No entiendo como pude caer tan fácil. La fiesta fue hace dos meses casi, y ella tiene doce o trece semanas de gestación.

- Me alegro... - dice Leah, pero al parecer se le habían escapado esas dos palabras. - Lo siento, yo no quería decir eso. No era mi intensión. Es solo que...

La interrumpo. - Es solo que me sigues amando. - termino de hablar por ella. Podía ver su incomodidad. Nuestras caras estaban a menos de diez centímetros de distancia, ella aún seguía sentada en sofá. Pero de un momento a otro se levanto del sofá y se traslado a la cocina del apartamento.

- Así que aún logro ponerte nerviosa. Aún hago que te pongas roja. Aún logro que tu corazón lata rápido y sin control...

Ella me interrumpe. - ¡No! - se apresuro a decir. - No, claro que no.

Me acerco a ella y sin que ella lo viniese venir junto nuestros labios. Nuestros labios se movían en perfecta sincronía. Al principio el beso era romántico, pero luego este se volvió mas apasionado y feroz. Ella enredaba mi cabello entre sus dedos. Eso me confirmaba que ella aún seguía sintiendo cosas por mí. Nuestro beso estaba lleno de ganas el uno del otro. Nuestros labios se extrañaban. Y nuestros cuerpos también. El deseo entre nosotros aumentaba cada vez más, pero sabía que debía parar.

Me separo de Leah bruscamente. Los dos necesitábamos tomar aire urgentemente. Sus labios estaban rojos por tanto besarnos.

Noto como la expresión de Leah decía claramente "¿Por qué te separaste? ". Así que no pude evitar preguntarle. - ¿Aun sigo sin hacer que tu corazón lata fuerte o qué? - Ella niega con la cabeza. Me acerco a ella y coloco mi mano en su corazón. - Pues tu corazón dice otra cosa.

Ella me toma por sorpresa al tomar mi rostro entre sus manos y me da un beso. Inmediatamente reacciono tomándola de la cintura y levantándola para sentarla en la encimera de la cocina. Había olvidado la gran diferencia de tamaño que había entre nosotros. Mientras que yo media 1,94 metros, ella solo media unos escasos 1,60 metros.

Ella enreda sus piernas en mi cintura mientras que entierra sus manos en cabello muy desordenado. Cada cierto tiempo nos separábamos para tomar un poco de aire. De repente siento sus manos desabotonando mi camisa negra. Mientras ella hacía eso yo me encargaba de quitarle sus muy ajustados pantalones jeans. Ella gemía en mi boca con el contacto de mis dedos con su feminidad.

En un movimiento rápido me deshago de su camiseta que estaba estorbando el roce de nuestros cuerpos. Me separe un poco para poder ver lo que estaba frente a mi: Leah. Ella solo estaba vestida con un conjunto de ropa interior negra de encaje que combinaba a la perfección con su cuerpo y su pálida piel.

- ¿Qué sucede? - pregunta ella con una expresión de confusión

- ¡Joder! Eres tan hermosa. - inmediatamente estampo mis labios con los suyos.

La tome en brazos y la lleve hasta mi habitación. La solté suavemente en mi cama y de nuevo me tome un segundo para admirar a la hermosa mujer que estaba frente a mi. No podía creer que esta mujer era Leah, la madre de mi hija. Era un sueño. Incluso llegue a querer pellizcarme para saber si estaba en un sueño o no.

Yo empiezo a quitarme los pantalones junto con mis boxers, al parecer Leah no se pudo aguantar porque cuando me acerque a ella, ella me tomo del cuello haciendo que cayera justo al lado de ella en la cama. Inmediatamente ella se sube encima de mi quedando sentada en mi cadera. Ella empieza a moverse en círculos encima de mi miembro, haciendo que este se pusiese cada vez más duro y firme.

Sin que ella se lo esperara, tomo impulso para quedarme sentado y que nuestros rostros estén a pocos centímetros de distancia. Bruscamente, ella se levanta un poco y toma mi miembro para introducirlo en su interior. Ella empieza dar pequeños saltos encima de mi. Al parecer no era el único que deseaba que llegara este momento.

Ella empieza a gemir mi nombre, extrañaba esto. Ella invade mis labios para callar un poco sus gemidos, pero era imposible. Su interior se sentía muy bien, estaba muy apretada y húmeda. Tal y como la recordaba. ¡Mierda! la extrañe demasiado.

Empece a masajear sus pechos y luego a meter sus pezones en mi boca, sabía que esto la volvía completamente loca y por eso lo hacía.

Y así terminamos nuestra tarde, abrazados con nuestros calientes cuerpos desnudos, de nuevo solo existíamos ella y yo. No habían problemas ni complicaciones. Solo ella y yo.

Ahora debía volver a formar una familia con Leah y Vera, la familia que siempre quise tener y con la mujer indicada.



Nota de la autora:

Tenía demasiado tiempo sin escribir una escena caliente ¿Que tal?










Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora