14. La Cita

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Leah

Ha pasado ya tres meses desde que regrese de Colombia para estudiar, y la verdad es que han pasado muchas cosas desde entonces.

Estefany se mudo a Estados Unidos con Ihan, los dos están estudiando en la misma universidad que yo. Es perfecto para Estefany y para mí, porque así no tenemos que estar tanto tiempo separadas la una de la otra. 

Gabriel; él estuvo aquí un mes solo en Estados Unidos. Después él se fue a Colombia y regresó un tiempo después. Pero esta vez el no venía solo. Carmen venía con el.

Las cosas entre él y yo siguen un poco tensas, y ahora con Carmen es mucho peor. Trato de no acercarme a él. Pienso que es lo mejor el tiene una pareja y se va a casar con Carmen. Aún no me lo ha dicho pero en el perfil de Carmen es más que evidente que es él.

Max, está viviendo en mi casa desde que lo operaron. Él quiere mudarse de apartamento, pero le insisto en que no es necesario no quiero estar sola en estos momentos. Además creo que él y yo nos hemos vuelto mucho más cercanos.

De hecho esta noche, Max y yo, tendremos nuestra primera cita. Estoy un poco nerviosa al respecto, nunca antes había tenido una cita con alguien.

Estoy algo nerviosa no tengo idea de que ponerme, así que le pedí ayuda a Estefany sobre qué ponerme.

Ella llega en menos de media hora. Nuestros apartamentos no están tan lejos están como a 15 minutos de distancia, por suerte. No se que haría si estuviera más lejos.

Estefany entra a mi apartamento invadiendo el mismo como si fuera suyo.

—Y bueno ¿Pará qué soy buena?

—Bueno, pues tengo una cita con...

Ella me interrumpe — ¿Con quien? ¿Con Gabriel?

— No, con Max—. La expresión de mi mejor amiga no era de emoción, ni de alegría. Su expresión era como de asombro y confusión.

— Me estas jodiendo ¿Verdad? —muevo mi cabeza hacia los lados— Leah, ¿Desde cuándo te gusta él? Osea no es que no sea guapo ni nada por el estilo, pero es que nunca te escuche hablar de él.

— Es que todo fue muy rápido, solo sucedió.

—¡¡¡Te acostaste con el!!!

— No, no me he acostado con él—. Ella pone una expresión que me pone un poco incómoda —Bueno ese no es el punto. Te llamé porque quiero que me ayudes que escoger para ponerme.

— Y te dijo a dónde irán.

—Sí, iremos a una cafetería.

— ¿En serio? ¿A ti desde cuando te gusta el café?

— No lo sé, creo que puedo darle una nueva oportunidad a la cafeína.

— Eso mismo dijiste meses antes de venirte a Estados Unidos la primera vez. ¿Quieres que te recuerde qué paso?

El recuerdo de esa vez viene a mi mente...

— Voy a darle una oportunidad al café—. Le digo a Estefany.

Estefany estaba sentada en el mesón de la cocina de mi casa. Ella me mira con una expresión que muy fácilmente decía "Es en serio".

Después de darle tantas vueltas para sorber un poco del café, decido darle un sorbo. El solo oler el café me dieron unas ganas de vomitar. Pero aún así decido probarlo.

Cuando le doy una probada le escupo todo el café a Estefany en la cara.

— Te juro que si tu no corres, te voy a matar—. Dice Estefany mientras que trata de quitarse un poco de café de sus ojos y de su cabello.

Yo corro como si no hubiese un mañana por toda la casa hasta llegar al jardín en donde se encuentra la piscina. Me volteo y veo a Estefany detrás mío con la taza de café que no tomé.

—No, no te atreverías—. Le reto.

— ¿Eso crees? —ella me tira la taza de café hirviendo encima.

El café estaba tan caliente que mis instintos me hicieron saltar a la piscina. El agua estaba helada. Estefany se acerca a mi riéndose a carcajadas. Aprovecho para tomar sus pies haciendo que ella caiga abruptamente en la piscina.

Las dos no empezamos a salpicar agua y a jugar en la piscina.

Estefany interrumpe mis recuerdos — Veo que lo recuerdas todo...

***

Estefany y yo pasamos un largo tiempo escogiendo lo que iba a ponerme. Algunas cosas me parecían muy casuales y otras muy formales. No quería que pensara que me puse lo primero que encontré en mi closet. Tardamos una hora en encontrar lo ideal para esta cita.

Decidí ponerme un vestido, aunque no sea muy fan de ellos, pero creo que la ocasión lo merecía. Encima del vestido, me puse un chaleco verde militar que hacía un buen contraste con el rosa del vestido. Estefany dijo que tenía que llevar si o si un collar y una bolsa sencilla pero bonita que combinase. Y en donde llevara mi armamento para defenderme de Max. No entiendo porque no le agrada Max, es su cuñado.

Antes de salir al lugar en donde me encontraría con Max, Estefany no puede soportar más el preguntármelo

— Leah quiero que seas muy sincera conmigo. ¿De verdad quieres hacer esto? Te entiendo, puede que estés un poco sentida porque Gabriel se vaya a casar, pero no tienes que salir con otro para sacar otro clavo.

— Sí, estoy segura y ya sabes lo que siempre te digo. Un clavo no saca otro clavo, en mi opinión lo hunde más.

Estefany y yo nos despedimos y yo me dirijo a mi cita con Max.

Al llegar a la cafetería, él me estaba esperando con un ramo de rosas rojas.

Un recuerdo en especifico con las rosas viene a mi mente.

Era 14 de febrero, el Día del amor y la Amistad y todos estábamos en casa de Teresa esperando a que llegara ella con su novio para darle una gran sorpresa de San Valentín.

Siento que alguien me toca un brazo, al voltearme veo a Gabriel con un ramo de rosas rojas.

Con una amplia sonrisa me dice — ¡¡¡ Feliz día del Amor y la Amistad!!!

Max me abraza y me da las rosas rojas que me recuerdan a mi primer amor.

***

En toda la cita estuve un poco ausente a la conversación. No porque no me gustara la compañía, si no que a la cafetería llegaron los futuros marido y mujer. Carmen y Gabriel.

Gabriel se acercó a nosotros y nos saludo al igual que nosotros a ellos. Toda la cita estuve pendiente de cada movimiento del futuro matrimonio, y al parecer Gabriel también nos observa fijamente.

Fue hasta que Max decidió pedir la cuenta que pude prestarle atención. Max y yo decidimos volver al departamento y pedir pizzas y y helado a domicilio.

Al llegar a casa dejó todas mis cosas en la cocina para ir a cambiarme para estar más cómoda, mientra que Max pedía la comida.

Cuando terminó de cambiarme escucho que mi celular suena, salgo corriendo hacia la cocina pero cuando llego el sonido para.

— Pensé que estaba sonando mi teléfono—. Le comento a Max

— Pues no, no ha sonado ningún teléfono.

Nota de la autora:

¿Creen que en verdad estaba sonando el celular de Leah, o sólo fue una alucinación?


Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora