EPÍLOGO

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Dos años después de la boda.

Leah 

Gabriel y yo estábamos de aniversario el día de hoy. Hace dos años nos habíamos dado el 'si'en la iglesia en presencia de todos nuestros amigos y familiares, que habían sido testigos de todo lo que habíamos luchado por estar el día de hoy felizmente casados. 

Cada día que me levanto me siento segura al sentir el contacto de mi piel con la de Gabriel, no se que tiene el que me hace sentir bien a su lado. Todos los días que lo veo jugando con nuestros hijos, me siento tan feliz de haberlo elegido a él como esposo. Gabriel siempre me hace recordar los votos matrimoniales con cada acto. Sus palabras de ese día siempre están presentes en mi mente "te amo porque eres la mejor madre del mundo, te amo porque se que eres la persona indicada para mi, aunque yo no sea el indicado para ti". 

Gabriel piensa que él no es el indicado para mi, pero esta muy equivocado. Él es la mejor persona que puede estar a mi lado, es el mejor padre para nuestros hijos, es el mejor esposo, el mejor amigo. En conclusión Gabriel es perfecto para mi. Aunque él no lo quiera aceptar.

En estos dos años de matrimonio hemos formado una muy bonita familia. Tenemos tres grandes hijos. La mayor es nuestra pequeña Vera que el día de mañana esta por cumplir cinco años. El segundo es nuestro pequeño de apenas un año Matthew , que decidimos nombrarlo así porque fue un regalo de Dios, tal como el significado de su nombre. Y por ultimo nuestra pequeña hija Grace que llego a nuestras vidas hace muy poco tiempo.

Grace es una pequeña bebe de once meses que vimos en un centro de adopción, pues luego de mi embarazo de Matthew tuve algunas complicaciones y el doctor me recomendó no tener otro bebé porque pondría en riesgo mi vida y la del bebé. Así que Gabriel y yo tomamos la decisión de considerar la adopción y fue en ese momento en el que vimos a una pequeña bebé que no paraba de llorar y cuando la sostuve en mis brazos, ella se calmo de inmediato. Fue ahí cuando supimos que ella estaría con nosotros. Empezamos todos los tramites con la ayuda de mi hermana y de mi padre para que aceleraran todo el papeleo de la adopción de Grace. Y luego de tres meses pudimos quedarnos con la custodia de nuestra pequeña Grace.

Los niños tomaron muy bien la llegada de la nueva integrante a la familia, en especial Vera. Ella estaba tan emocionada de que por fin iba a tener una hermanita para jugar. Y nuestro hijo, Matthew aún era muy pequeño. De hechos él y Grace solo se llevan unas semanas de diferencia, así que, al igual que la nueva integrante de la familia, era un bebé. Gabriel y yo los estamos educando a la par a ellos dos por la misma razón. Fue difícil al principio porque eran como mellizos, cuando uno lloraba despertaba al otro, así que las primeras semanas fueron muy difíciles, pero supimos como sobrellevarlo. 

— Estas hermosa, pero creo que te verías mucho mejor si estuvieras sin todo eso que te estas poniendo. — Sabía que Gabriel se refería a el vestido con el que iba a ir a cenar con él.

Él se acerca a mi y me da una mirada muy coqueta que hacía que me mojara. Estos últimos días Gabriel ha estado muy intenso conmigo, hemos estado teniendo sexo casi todo el tiempo sin descanso. No me molesta, pero creo que mi cuerpo me esta pasando facturas por tanto sexo, porque últimamente me estoy sintiendo muy cansada. Pero hoy era un día muy especial así que no me importaba si me sentía mal o no. Esta noche iba a disfrutar de Gabriel.

Gabriel tenía preparada una sorpresa para mí, y algo me decía que algo iba a pasar porque el había dejado a los niños en casa de Estefany para que jugaran con el pequeño Gael. Al final mis sospechas del embarazo de mi mejor amiga habían sido completamente ciertas. Ella estaba embarazada desde que llego de su luna de miel. No los podía juzgar, algo así nos paso a Gabriel y a mi con Matthew. 

*** 

Nuestra cita había sido perfecta. Gabriel me hizo recordar todo lo que me había hecho enamorarme de él, y comprobé una vez más que era el hombre perfecto para mi. 

Al llegar a nuestra casa, Gabriel me toma en brazos y cruzamos la puerta así, como recién casados recordando aquella vez que me cargo así para nuestra Gran noche de bodas. Cuando estábamos en nuestra habitación el me suelta en la cama y empieza a quitarme  el vestido azul ceñido a mi cuerpo, revelando así un conjunto de lencería que había comprado especialmente para este día.

— Creo que yo tomare el control esta noche. — Digo juguetonamente mirando su creciente erección. Me levanto de la cama poniéndome de pie, siempre tiendo a olvidar lo alto que es mi esposo. 

Como puedo logro empujarlo, para que caiga sobre la cama, él hace eso sin ningún impedimento. Así empiezo a quitarle su camisa y luego sus pantalones, solo dejándolo con sus boxers apretados encima. Involuntariamente me lamo los labios, como no hacerlo, mi esposo se veía tan guapo ahí acostado esperando a que hiciera lo que yo quisiera con el. 

Yo procedo a quitarme el sostén azul marino, dejando a la vista mis grandes pechos, producto de la maternidad. Con el ultimo embarazo mi cuerpo también cambio notablemente, pero lo único que cambio fue que se maduro aún más mi cuerpo. 

Entonces lo recuerdo, recuerdo el regalo que me había dado mi hermana en forma de broma. Ella me había obsequiado dos pares de esposas para las noches en que estuviéramos solos. Voy en busca de las esposas que estaban escondidos en mi inmenso armario. Podía sentir la mirada de Gabriel, sin embargo no me dí la vuelta para verlo.

Cuando vuelvo el estaba sentado, y cuando vio lo que sostenía en mis manos una sonrisa sinica invadió sus perfectos labio revelando sus perfectos dientes rectos. 

— Como mencione hoy yo voy a tener el control. Y no estaba bromeando. — Dije mientras me acerque a él y le coloque las esposas. Primero la de la mano dominante, la derecha, y la ajuste a un extremo de la cama, e hice exactamente lo mismo con la mano izquierda.

— Me puedo acostumbrar a esta vista para siempre. — Dice Gabriel. No me había dado cuenta de que sus ojos estaban justo abajo de mis grandes pechos. 

Y sin esperarlo, Gabriel lame uno de mis pechos, haciendo que todo el control que había tenido hasta ahora se fuese a la mierda. Me senté justo en sus caderas, sintiendo su miembro duro y erecto en medio de mi entrepierna. 

— Así que estas mojada ¿Eh? — La voz ronca pero llena de deseo me delato. Él sabía que yo no me podía controlar más. — Suéltame y hago que todas esas ganas que tienes se acabe. 

No lo dude ni un segundo y lo desate, ya quería que el me hiciera suya una vez más como cada día, no me podía contener más. Y así fue esa noche, cuando me di cuenta que cada vez que tenía sexo con Gabriel siempre decía que era el mejor sexo de toda mi vida. Pero al parecer siempre que lo hacíamos él mejoraba más y más. 

***

Era el cumpleaños de nuestra primera hija, Vera y como ella lo había pedido, lo celebramos en la playa a solas. Solo Gabriel, Matthew, Grace, ella y yo. Estábamos todos sentado en la arena esperando a que cayera el sol y saliera la luna, esperábamos el atardecer.

Vera estaba sentada al lado de su padre dándole muchos besos en la mejillas, mientras que en mis brazos estaban mis dos pequeños; Matthew y Grace jugando con la arena.

Viendo esta adorable escenas de nosotros me di cuenta que cada una de las cosas que Gabrile y yo tuvimos que vivir, finalmente estaban dando frutos. Teníamos una muy bonita familia. No nos hacía falta nada; teníamos amor, respeto, paciencia, teníamos todo.

Y por primera vez en mucho tiempo estuve completamente convencida de que ese "Quizá" nunca existió porque Gabriel y yo estaríamos juntos siempre sin importar lo que nos pasara. Porque el amor puede todo. Y sino lo puede, entonces no era amor.


Nota de la autora: 

Bueno... Hemos llegado al final de esta historia. ¿Qué les pareció?






Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora