Gabriel
Nuestro apartamento estaba hecho un desastre, no teníamos muebles. Algunas de las pinturas que traje de mi último viaje a Italia, estaban con algunas letras en un orden específico. La cocina estaba completamente sucia. Definitivamente nos habían hurtado.
Leah estaba con una serie de sensaciones y la entiendo. Yo sentía algo de frustración, enojo, rabia, miedo.
No tenemos una idea de que hacer. Nunca antes nos habían hurtado.
— ¿Debo llamar a la policía? — pregunta Leah sacando su teléfono.
— Por supuesto. Debemos informarle a la policía de lo que paso aquí.
Leah llamó a la policía y está llego en menos de diez minutos. La policía nos hizo la preguntas pertinentes y empezaron la investigación con la poca información que le habíamos brindado.
Estefany e Ihan habían venido a darnos algo de apoyo. Mi novia estaba devastada. Ella de encontraba ida, estaba en todas partes menos aquí.
Todos tratamos hablar con ella, pero ella no se dejaba. No quería hablar con nadie. Y la entendía, por todo lo que habíamos pasado este año como pareja, quizá todo esto le traiga unos malos recuerdos.
La noche había llegado al igual que una serie de constelaciones en el cielo. La luna nueva estaba más bella que nunca.
Leah y yo estábamos a punto de irnos, cuando uno de los policías nos pide un documento del apartamento que estaba en el auto.
Leah decidió ir a buscarlo al parking del edificio, mientras que yo me quedaba con el policía que me estaba poniendo al día con los avances de la investigación.
-— Tenemos la idea de quien pudo ser. Estamos investigando a unos cinco sospechosos. Pero tengo que hacerle una pregunta ¿Alguna vez alguien les ha hecho daño? — pregunta el oficial.
— Si, un hombre. Creo que su nombre era Max...
El oficial me interrumpe — ¿Recuerda el apellido del sujeto?
Niego con la cabeza — Pero hace un año aproximadamente, la señorita Kane hizo una denuncia en su contra por violencia doméstica.
- Quizá eso nos ayude más - él hace una larga pausa — ¿No cree que la señorita Kane se está tardando mucho?
Es ahí cunado caigo en cuenta, hace más de diez minutos que Leah se fue y no ha vuelto.
Rápidamente los dos corremos hacia el estacionamiento del edificio al lugar en donde dejamos el auto. Al llegar vemos a Leah siendo amordazada con un arma en la cabeza por un sujeto con el rostro cubierto. Pero no dudo en quién pueda ser ese hombre.
El oficial al lado mío empieza a actuar al respecto — Baje el arma si no quiere salir lastimado.
El sujeto con el rostro cubierto hace caso omiso. Yo solo puedo prestar atención al rostro de mi chica. Su rostro está cubierto de lágrimas, sus ojos estaban rojos de tanto llorar.
El sujeto con una mano estaba apuntando a Leah en la cabeza y con otra le agarraba los pechos.
Trato de moverme y salvar a Leah, pero el oficial me lo impide.
El sujeto empieza a hablar — Oficial, le sugiero que baje usted el arma si no quiere que hayan tres cadáveres esta noche.
El oficial lo duda un minuto, pero luego baja el arma y la deja en el suelo.
— Eso es oficial, ya nos estamos entendiendo mejor. Ahora quiero que me pase el arma. Empújela con el pie.
El oficial sigue las órdenes al pie de la letra. En el estacionamiento del edificio, se escucha el chillido de los frenos de un auto. Una camioneta negra aparece. Esta era conducida por una chica. No puede ver quien era, solo pude ver que era una chica con un grado de obesidad.
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Quizá es para siempre
RomanceEl tiempo nos dirá si lo nuestro era amor o una simple confusión. El tiempo nos dirá si tuvimos algo valioso y lo dejamos ir. El tiempo nos dirá si alejarnos fue una sabia decisión El tiempo nos dirá lo que hoy no queremos oír. ...