40. Algo Esta Mal.

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Gabriel

Por mi cabeza había pasado esa estúpida idea de que quizá, solo quizá esa niña fuese hija de Leah, pero se me hizo imposible. Por lo poco que me había dicho Ricardo acerca de la niña, sabía que la pequeña tenía poco más de dos años. Así que era imposible que fuera hija de Leah.

Mi hermano había llegado de México hace unos días con Julia y su pequeño hijo Iker, me sentía muy feliz por ellos, luego de todo lo que tuvieron que pasar para poder estar juntos y luego para poder formar una familia.  

El recuerdo de mi hermano cuando le dije todo lo que me había contado Ricardo viene a mi mente. Recordé muy bien las palabras de mi hermano. 

— Quizá esa niña sea tuya, Leah es una mujer muy inteligente, y se que ella no estaría con cualquiera para tener un hijo. Y con lo libre que es ella dudo que dejara que un embarazo se interponga en su futuro, pero si ese bebé fuese de la persona que más ha amado en este mundo, estoy seguro de que ella hubiese seguido con ese embarazo.

Las palabras de mi hermano fueron crudas pero reconfortantes, era justo lo quería escuchar.

— Por lo poco que pude conocer a Leah, se que ella es muy fuerte. Y mi consejo es que debes sacarte de dudas. — Apoya Julia a mi hermano mientras trata de calmar a Iker que estaba llorando.

— Tienen razón, debo saber de una vez si esa niña es mi hija.

— Si, debes estar seguro de donde dejas a tus soldados. — comenta mi hermano haciendo que me ahogo con el vaso de agua que estaba tomando. — Habló en serio. Aún no me creo que Carmen esté embarazada de ti.

— A mi nada me saca de la cabeza que ella tuvo algo que ver con el secuestro de Leah. Además de ellos... — comenta Julia, pero es interrumpida por Andrés.

— No. — dice Andrés en un tono muy dominante.

— Además de ¿quiénes? — preguntó con mucha curiosidad.

— Julia cree que además de Max y Carmen, nuestros padres pueden ser los responsables de la repentina desaparición de Leah. Es una idea muy tonta, que hemos discutido un par de veces. —Julia baja la mirada avergonzada.

— ¡No! De hecho esa idea tiene mucho sentido, que curioso que luego del secuestro de Leah, en el mismo lugar de rescate apareciera Carmen y luego mis padres quisieran volver a dirigirme la palabra. — digo en voz alta.

Andrés continuaba hablando pero no le estaba prestando atención. Solo podía prestar atención a mis instintos, que me decían que fuera y solucionará esto de una vez por todas. 

Sensaciones. Miles de sensaciones pasaban por mi cuerpo en el momento en el que entre a esa habitación de la clínica. Quería volver a ver a Leah, de cualquier forma. Y no había podido verla, cuando iba a su casa, sus padres me negaban la entrada. No me quedo otra opción que pedirle un poco de información a Ricardo. Ricardo era el mejor amigo de mi hermano desde que era niño, así que para mí era como otro hermano mayor.

Ricardo me dijo que ella estaba en el hospital la otra vez porque había una niña internada hace unos días por lesión cerebral o algo así. En mi cabeza me imagine muchos escenarios acerca de la niña, pero al final había llegado a la conclusión de que podría ser hija de la herma de Leah. O por lo menos eso era lo que yo quería hacerme creer.

 Cuando entre en esa habitación mi piel se erizo, quizá toda la sangre de mi cuerpo se había ido porque me sentía débil y no tenia la menor duda que mi piel estaba más pálida de lo normal. Esa niña era idéntica a mi cuando era pequeño. Tenía los ojos igual de azules que yo, la piel muy pálida. O quizá solo se debía a lo fría que estaba esta habitación o por todos los tratamientos que estaba siendo sometida. Su cabello era igual de rubio que el de Leah, sus largos cabellos rubios eran idénticos a los de Leah cuando se despertaba toda despeinada. Pero definitivamente su estructura osea era igual a la mía, era como verme al espejo unos años atrás.

Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora