42. Reconciliación

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Leah

¿Alguna vez escucharon que el sexo de reconciliación era mejor que cuando perdíamos la virginidad?

Pues si, lo escuché miles y miles de veces de varias de mis distintas compañeras de cuarto de mi intercambio en Estados Unidos. Ellas siempre hablaban de que disfrutaban terminar y volver con sus parejas, porque luego sería mejor la reconciliación.

Se me hacía algo tan tonto, tan estúpido y tan tóxico, hasta que me tocó vivirlo.

Cuando sentí los labios de Gabriel con los míos me sentí plena, me sentí feliz. Quería que ese momento durará para siempre.

Solo eramos él y yo abrazados bajo las blancas sábanas, solo la luz de la luna que entraba por el balcón de la habitación nos podía iluminar. Mi cabeza estaba en el pecho de Gabriel y este acariciaba mi largo cabello mientras susurraba en mi oído muchas palabras que salían de su boca con una voz muy ronca que me parecía muy sexy.

- Te extrañe. Te extrañe mucho - susurre.

Él llama mi atención hace do que retire mi cabeza de su pecho desnudo y lo mire a la cara. Él tenía esa típica sonrisa sexy que siempre hacía que me derritiese.

- Yo también te extrañe. No sabes cuantas noches me las pasé pensando en ti y creyendo que estabas viva en alguna parte del mundo. Te amo.

Esas dos palabras y cinco letras que salieron de su boca sonaban tan sinceras que no me pude resistir y decirle exactamente lo mismo. - Yo también te amo Gabriel Alexander Cox Evans.

Y ahí, bajo la escasa luz de la luna que se escabullía por las ventanas, Gabriel y yo volvimos a hacer el amor por cuarta vez en la tarde.

Se notaba que nos extrañábamos demasiado.

Volví a sentir esa sensación de protección en sus brazos. No se que tenía o hacía Gabriel, pero siempre que estaba cerca de él me sentía segura, me sentía a salvo, me sentía protegida.

***

Gabriel me estaba ayudando a buscar toda mi ropa lo más rápido posible, debíamos ir a ver a nuestra hija a la clínica. Estefany me había comentado que hoy tendría una citan con Ihan y no podíamos quitarle más tiempo.

Estaba muy agradecida con mi mejor amiga estos últimos días. Ella me estaba dando el apoyo que necesitaba. Me estaba dando los ánimos que necesitaba y me estaba mostrando que debía continuar no solo por mi, si no que también por Vera.

Al llegar al hospital me encuentro con mi hermana cargando a un pequeño bebé y a una mujer de largos cabellos castaños de espalda. Cuando estaba llegando a dónde estaba mi hermana, un hombre alto de 1,85 metros ¿quizás? Me interceptó.

Inmediatamente lo abrace, era Andrés, el hermano de Gabriel. No me lo podía creer, tenía mucho tiempo sin saber de él.

- ¡Hola Leah! Te ves radiante.

Me sonroje al comentario de Andrés, inmediatamente noto un brazo envolviendo mi cintura. Sabía que era Gabriel. Este hombre no ha cambiado en nada.

Me suelto de su agarre y dejó a Gabriel hablando con su hermano, quizá hablarían de la nueva noticia.

Cuando me acerco a donde estaba mi hermana, la chica de cabellos castaños se da la vuelta dejándome ver quién era. Era Julia. ¡Por Dios! Estaba muy cambiada, en el buen sentido. Eso me hizo sospechar que el bebé que sostenía mi hermana en sus brazos era hijo de Julia y de Andrés. Que rápido pasa el tiempo.

- ¡Leah! - Julia pega un grito, lo que hace que todo el hospital nos mire aterrorizados. Lo único que hacemos las tres es reírnos a carcajadas. - Me alegro tanto de verte, aunque no sean las mejores condiciones. - ella me abraza tan fuerte que casi no puedo ni respirar.

Al separarnos no pude evitar preguntar. - ¿Es tuyo? -ella asiente. - ¿Puedo cargarlo? - ella vuelve a decir 'si' con la cabeza.

Mi hermana me pasa al bebé para tomarlo en mis brazos. El bebé tenía los ojos verdes al igual que Julia. Era tan hermoso, que no podía quitarle los ojos de encima.

- Se llama Iker. - Andrés aparece detrás de nosotros.

- Es un muy bonito nombre. - les digo sinceramente. - ¿Cuántos meses tiene?

- Tiene cinco meses, los cumplió hace unos días. - comenta Julia.

- Pero al parecer esta muy bien alimentado. - agrega mi hermana.

- No te lo puedo negar, de ahí sale mucha leche. - comenta Andrés como siempre muy directo. Pude ver como Julia se sonrojaba poco a poco por el comentario que había hecho si esposo.

- Familiares de la paciente Vera Cox, puede pasará verla.

-¿Qué pasó doctor? - le pregunta Gabriel pasando sus manos por su cabello.

- No es nada grave, de hecho creo que es algo que va a alegrar mucho a la señorita.

Una ola de alegría había invadido mi cuerpo entero. Quizá mi hija ya me recordaba. Era lo único que quería escuchar ene estos momentos.

Antes de entrar a la habitación Gabriel me toma del brazo. - ¿Vera lleva mi apellido?

- Si, se lo cambie justo después de escapar de Max. ¿Te molesta? - pregunte sarcásticamente. Yo sabía la respuesta porque en la tarde cuando estábamos en la cama los dos, él me había prometido hacer justicia para poder vivir como la familia que siempre quisimos formar.

Al parecer Gabriel y yo eramos pareja nuevamente. No era algo que me molestara, al contrario, no veía el momento de que esto pasara.

Gabriel abre la puerta dándome paso primero. Cuando entramos nos encontramos con nuestra pequeña vestida con su traje favorito de princesas y para nuestra sorpresa ella estaba libre de cables o intravenosas. Al vernos, ella nos da unas de sus sonrisas muy características. Extrañaba mucho verla sonriente y alegre.

El doctor se aclara la garganta para hablar. - Ella ya recupero la memoria, quizá no del todo, pero ya recuerda quién es usted. - El doctor me dirige la mirada. La felicidad invade mi cuerpo. - Así que junto con los demás doctores a cargo de ella, llegamos a la decisión de darle de alta. Pero deben seguir algunas instrucciones; deben venir a terapia y a revisiones por lo menos tres veces a la semana por unas semanas, hasta que veamos que ya no hay ningún tipo de riesgo. Si gustan podemos hacer que solo una vez por semana vengan a la clínica y los demás días nosotros podemos ir a su domicilio.

- Si, esta bien. Pienso que será más cómodo para Vera solo venir una vez a la semana.

- Otra cosa; ella debe estar en reposo y además debe tomar las medicinas a las horas correspondientes para que hagan mejor efecto y se pueda recuperar mejor.

El doctor continuo dándonos las indicaciones de todo lo que teníamos que hacer para que Vera se recuperara más rápido. Minutos después ya estábamos de camino a la casa de mis padres. Todo el camino Vera había estado hablando y conociendo a su papá, y Gabriel estaba más que contento de responder todas sus dudas.

Al llegar a la casa de mis padres, nos encontramos con muchas patrullas alrededor de la misma. Mi padre estaba afuera junto con mi hermana tratando de hablar con la policía.

- Espérenme aquí. Iré a ver que pasa. - Nos comenta Gabriel.

Lo demás paso muy rápido, en un segundo los policías estaban arrestando a Gabriel. Luego el grito desconsolado de Vera al ver a su padre irse. Mi hermana corriendo hacia donde estábamos nosotras para llevarse a Vera y mi padre detrás de mi hermana.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué se llevan a Gabriel de esa forma? - Le pregunto a mi padre.

Él dudoso al final me responde. - ¿Recuerdas hace unos años de la golpiza que le había dado Gabriel a Max? - asiento. - Pues al parecer Max hizo la denuncia.

- Pero ¿Cómo? Eso fue hace más de cuatro años.

- ¡Mami, Mami! ¿Y papi?

Esa pregunta me destrozo el corazón, ¿Cómo le explico esto a mi hija?

Nota de la autora:

¿Sera que estos dos serán felices algún día?

Quizá es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora