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POV. Narradora.

Dos padres.

Una hija.

¿Cuánto sufrimiento es capaz de guardar una persona por miedo a ser feliz?

Es tan increíble como seres diferentes a los mundanos puedes asemejarse tanto con su forma de ser y actuar.

Temiendo equivocarse, pero al hacerlo negando sus errores.

Queriendo la felicidad de sus allegados anteponiendo su felicidad por ellos, pero temiendo equivocarse en hacerlos sufrir.

Cada persona sea o no humana tiene la misma capacidad del resto en cometer errores, pero esto no cambia en nada.

Los vínculos familiares son tan complicados, todos tenemos la capacidad de dejar que los problemas nos absorban pero también debemos decidir qué queremos como futuro.

Alice se encontraba entre una brecha bastante fina, un hilo que separa el odio del amor y viceversa.

Por un lado su rencor contra las personas que ella quiso o aun quiere, esa sed de venganza para erradicar contra el odio que habita en el corazón de todos.

Pero... por otro lado se encuentra su lado más oculto, esa necesidad de proteger a su familia incluso luego de haber soportado sufrir para que ellos fueran felices.

¿Qué es la vida sin tener que luchar contra las adversidades del destino?

Los años habían pasado y con ello todo cambió, no solo las personas, sino que ella también.

Alice creía que todo seguía como antes pero se equivocaba, aún dos personas seguían sufriendo a causa de sus impertinentes errores, su dolor era tanto que no se permitían avanzar al menos hasta volver a tener el amor de su verdadera hija.

Las flechas del reloj se mueven demasiado rápido, los niños crecen y los adultos envejecen.

Las palabras quedan atoradas en su garganta a la espera de ser dichas.

Dicen que el tiempo deja todo en su lugar. Pero... ¿También a las personas?

•°•°•°•°•°•°•

POV. Alice Camberleck.

-Vuelve a iniciar con ella, no estoy diciendo que todo sea color rosa, pero quizás debes tomar tu tiempo en conocer a tu verdadera madre.

Suspiré con nerviosismo llegando hacía el Palacio.

A pocos metros de mi se encontraba Cassandra admirando el cielo sin pestañear.

Carraspee al estar a un metro de su cuerpo, llamando su atención inmediatamente.

-¡Alice!- exclamó con sorpresa al verme llegar hacía ella.

-¡Cassandra!- imite su reacción provocando nuestras risas.

-¿A sucedido algo?- preguntó observando mi rostro con preocupación.

-Yo...- balbuce con nerviosismo- quería pasar por aquí para verte.

-¿Verme?- tragó saliva estupefacta- Eso me hace muy feliz.

Asentí con timidez sintiendo su mano tomar la mía con suavidad para luego tirar de ella hacía el interior del Palacio.

-Christopher se sorprenderá- admite con emoción.

Mi interior se removió ante su felicidad.

Nos dirigimos hacía el salón principal encontrando su cuerpo tirado sobre el sillón.

-Cariño, tenemos una invitada especial- lo llama Cassandra logrando que este gire su cuerpo estupefacto en nuestra dirección alternando su mirada entre ambas.

-¿Alice?- alza su cuerpo con rapidez llegando a mi lado.

-En carne propia- bromee intentando aligerar el ambiente.

-¡Oh Alice!- grita alzando mi cuerpo con efusividad entre sus brazos.

Mi cuerpo se tensó ante esta acción.

-Cariño, la estás asustando- murmura al volver a tocar el suelo.

-Lo lamento- sonríe aún absorto en nuestros rostros.

-¡¿Por qué se parece a ti y no a mí?!- grita con indignación Christopher al vernos.

-No tendrá tu parecido, pero si tu ego- responde Cassandra rodando sus ojos.

Reí por lo bajo observando la escena.

-Y de ti a heredado su agresividad.

-¡¿Por qué siempre dicen eso?!- frunce el ceño con enfado.

-Porque es la verdad- respondimos al unisono.

-Al parecer tengo dos niños frente a mí.

-¡Deja de enfadarte mujer! Te saldrán canas- regaña Christopher.

-Me parece que veo algo blanco aquí- bromeo ganando una mirada de odio por su parte.

-Basta, me estresan- gruñó- ¿Pueden comportarse como adultos?

-¡Si señora!- respondimos.

Ambos nos miramos fingiendo irritación.

-Deja de imitar lo que digo- gruñó.

-No lo hagas tú, inventa tus propias palabras.

-Niña insolente.

-Viejo aburrido- contraataque.

La risa de Cass se oía cada vez más fuerte, divirtiéndose con nuestro dialogo.

-Son tan iguales que...- se interrumpe causando intriga.

-Termina la oración, cariño- murmura Christopher sabiendo que diría.

-Ambos son tan iguales que incluso se comparten la idiotez.

-Eres malvada.

-¡¿Malvada?!- chilla el hombre a mi lado- ¡Es diabólica! Y ni que hablar cuando se levanta loca, oh por todos los cielos... es infernal.

Llevé mis manos a mi boca intentando que la risa no se me escapara.

-¡¿Quieres que hable de ti, puerco inútil?!- pregunta hirviendo de furia.

-¿Me comparas con un puerco?- exclama.

-No, pobre animal. Sería un castigo compararlo con semejante... aberración- musita con desprecio.

-¡Oh por dios!- no pude evitar carcajear sin parar, podía sentir sus miradas sobre mi.

-¿Se está riendo de nosotros?- lo escucho murmurar.

-Efectivamente, querido- responde sonriendo con calidez.

-Esto es extraño- murmuré.

-Estoy de acuerdo, pero no puedo evitar sentirme emocionado al verte- admitió haciéndome sonreír.

-¿Cómo se encuentra la pequeña Lucero?- pregunta Cassandra con suavidad.

-Esta con sus tías- respondí sonriendo.

-Una niña hermosa sin duda- elogia.

Asentí con orgullo- Es mi más grande amor.

-¿Cómo te encuentras tú, Alice?- pregunta con intriga Christopher.

-Con bastantes dudas- admití sin pesar.

-¿Dudas?- interrumpe ella frunciendo el ceño- ¿Qué sucede?

-¿Puedo hacerles algunas preguntas?

-Claro que si.

-¿Podrían contarme que ocurrió luego de que me fui?- solté luego de observarlos en silencio.

Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora