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POV. Alice Camberleck.

Suspiro sintiendo algunas miradas curiosas sobre mí.

Quizás mi apariencia no sería la mejor, de mis manos se deslizaban gotas de sangre y mi rostro se encontraba completamente serio.

-¿Por qué razón tengo guardias si no pueden siquiera cuidar al pueblo?

-Porque son inútiles, querida.

-Podrías enseñarles, princesa.

-¿Acaso tengo rostro de profesora?

-Bueno... por lo menos sirves para luchar, porque con los números realmente eres terrible.

-¡Cállate! Jodido demonio.

-En verdad es cierto, cariño... creo que tu cerebro no procesa las matemáticas.

-¿Ahora están de acuerdo para joderme?

-Te jodes tu misma, querida.

-¡Púdranse!

-Oh vaya... pero primero debes hacerlo tú.

-No seguiré esta conversación.

-Estás hablando sola. ¿Qué más esperas?

-Estoy volviéndome loca.

-Temo decirte que ya lo estás.

Frunzo mi ceño al acercarme al Palacio y oír risas burlonas en su interior.

¿Qué está sucediendo aquí?

-¡Basta! Dejen de molestarme- se queja la voz de un muchacho.

-Pero miren, la gatita a sacado sus garras.

Jodido idiota.

-Quiero que me dejes en paz y te preocupes por la ciudad- gruñe el joven.

Un fuerte golpe alerta mis sentidos al oír un quejido.

-¿Quién te crees que eres para dirigirte a mi de esa forma?- escupe el sujeto.

Gruño completamente enfadada, aquello era el colmo.

-¡Oh vaya! Pero he llegado tarde a la fiesta- finjo lamento azotando las puertas con brusquedad, provocando que soltara el cuerpo del chico.

Rápidamente el silencio envolvió el lugar, observando mi rostro con sorpresa.

Poso mi mirada sobre un joven de cabello castaño, su mirada arrogante provocaba mi enfado.

-¿Acaso no hablarán?- me dirijo a él con gesto amenazante.

-No creo que deba responder, princesa.

-¿Cuantas veces te he dicho que no debes de jugar conmigo?- gruño sosteniendo su cuello entre mis manos.

-Alice...- intenta responder.

-¡Soy tu reina! Y debes de respetarme como tal, que no se te suban los humos por ser uno de los guardianes de este lugar.

-No sabes con quien estas hablando- sisea con superioridad.

Río con ironía- ¿Con quién hablo? Solamente eres un demonio, un simple y débil demonio que lo único que sirve para hacer es estar parado.

Intenta separarse de mi cuerpo pero se lo impido- ¿Quién da las órdenes aquí? Deja de creerte más que uno, que la prepotencia no te llevará a ningún lado.

-Por algo me has dado este puesto, majestad- se burla.

-Si me entero que has intentado romper con mis reglas, tu cabeza adornará tu hogar frente a tu familia. ¿Comprendiste o debo demostrarlo?- me burlo esta vez al notar la palidez en su rostro.

-No será necesario, Reina.

Sonrío observando los rostros estupefactos de los presentes.

-Quiero que cuiden a todos aquí, recuerden que veo absolutamente todo. Un solo paso en falso y los mataré.

-No se preocupe, Reina. Cuidaremos la ciudad por usted- responde un de los jóvenes observando el suelo.

-Mírame a los ojos cuando hablo, no debes de demostrarte nervioso ante nadie- gruño.

-Lo lamento- titubea levantando su mirada.

-Esperemos que recuerden esta conversación, no colmen mi paciencia que saben lo que sucede cuando esto ocurre- aviso caminando hacía el joven- No dejes que te maltraten- susurro antes de desaparecer.

•°•°•°•°•°•°•°•

-Alice- llama Elizabeth llegando a mi lado.

-¿Qué ocurre, madre?- pregunto con curiosidad al notar su mirada oscurecida.

-En el salón se encuentras dos chicas preguntando por ti.

Frunzo mi ceño- ¿Por mi?

Asiente- Me han dicho que son viejas amigas.

Mi corazón se acelera y mis pensamientos se dispersan dejando dos rostros.

Eliza y Kim.

-No puedo creerlo- respondo precipitando mis pasos hasta allí.

Mi respiración se paraliza al ver el rostro de ambas con sus miradas sobre Lucero, observándola con curiosidad.

-Buenas tardes- hablo llamando la atención de ellas, sus ojos se abrieron con sorpresa.

-¡Mami!- grita Lucero corriendo hacia mi en un afectuoso abrazo.

-Mi Lucero- murmuro alzando su pequeño cuerpo entre mis brazos- Te he extrañado.

-Y yo a ti, mami- responde.

Siento las miradas de ambas sobre nosotras, estupefactas.

-¿Qué ha sucedido para que estén aquí?- pregunto de forma fría aún abrazando el cuerpo de mi hija.

-¿Tienes una hija?- pregunta con sorpresa Eliza.

Asiento con seriedad- ¿Qué hacen aquí?

Parpadean ante mi voz brusca- Queríamos hablar contigo, te lo debemos- interrumpe sus palabras Kim.

Reí con sarcasmo- ¿Me lo deben? Ustedes si están locas... ¿No creen que sea demasiado tarde para hablar? Por si no comprenden a pasado mucho tiempo y...

Una alarma se dispara en mi interior.

-¡Esperen!- me alarmo- Han pasado demasiados años para que un simple mundano esté con vida. ¿Por qué sus apariencias no se ha deteriorado?

-De eso queríamos hablar.

-No tolero a las personas que son capaces de traicionarte aún conociéndote- gruño.

-Alice.

-Pierden su tiempo aquí- siseo girando mi cuerpo.

-¡Logan está muerto!- grita Kim.

¿Qué?

-Oh vaya, princesa. Te han ganado de antemano.

-¿Qué?- murmuro sintiendo a Lucero removerse sobre mi abrazándose con fuerza alrededor de mi cuello.

-Ve con tu abuela- murmuro en su oído luego de dejarla en el suelo.

-Hablen- respondo tomando asiento frente a ellas.

Reina MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora