Capítulo 3

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Betty llegó a su casa, después de pasar la mañana y parte de la tarde vendiendo junto a su madre en el mercado.

Se dio un baño antes de poder cambiarse e ir a ver a su padre antes de ir nuevamente a si turno nocturno en el restaurante.

Tomó su bolso y camino hasta el centro médico hasta que llegase la hora de ir a trabajar, ella estaría con su padre asegurándose de que estuviese bien. 

Se cubrió con una chaqueta sencilla debido a que el clima era realmente bueno en el pueblo. Pocas veces se necesitaba de un verdadero abrigo. Agradecía eso, Dios sabía que no tendrían el suficiente presupuesto para cubrirse durante un frío invierno.

Entró al lugar y camino hasta la habitación que su padre compartía al lado de varios pacientes más. 
—¿Se puede? Pues claro, soy tu hija — ella saludó a su padre con una hermosa sonrisa y la mejor de sus actitudes. 

— Cariño, no debiste venir.— Hal negó con desaprobación. — Debiste quedarte descansando en casa — se reusaba a explotar a su hija. A él le habría podido encantar poder darle una mejor educación  su hija para que esta pudiese pescar un buen marido en la sociedad. Mas sin embargo, su corazón se llenaba de tristeza al verla vestida en aquellos vestidos viejos. Y todo por su culpa.

—Esta bien, sabes que me encanta estar aquí contigo y tengo tiempo.— Betty se sentó al lado de su padre y tomó su mano entre las suyas. —¿Qué tal te sientes hoy?—preguntó con dulzura.

—Bastante animado a decir verdad— Hal le sonrió tranquilamente a su hija. 

—Mamá vendrá pronto. Hoy nos fue bastante bien con los vestidos...— intentaba mantener con buenas noticias que no alteraran el corazón de su enfermo padre. 

—Eso me da mucho gusto— Hal sonrió animado. —Cariño...— Hal cambió de gesto a uno mas preocupado —Si los medicamentos han subido de precio y el centro ya no nos puede ayudar, quizá seria mejor que regresará a casa y quedarme los últimos días... — estrecho la mano de su hija. 

—¿Qué? ¡No! Papá no digas eso. Es cierto que estamos retrasados con algunos pagos, pero ya lo solucionaré...— Betty negó inmediatamente. 

—Sé que mi salud empeoró y que el tratamiento es mas caro... no es tu obligación...

—Nadie me obliga, papá. Yo quiero mantenerte bien y saludable, así que no te preocupes por nada... solo promete que te esforzaras para poder mantener estable tu salud tomando al pie de la letra los tratamientos— Betty intentó mantener su postura lo mas que pudo ante su padre.

—De acuerdo... pero quiero que sepas, que si no hay nada mas que hacer... yo estaré dispuesto a irme a casa... solo quiero estar con ustedes cariño— Hal pidió a su hija con dulzura. 

Betty mordió su labio intentando no echarse a llorar. —Sí... lo entiendo. Pero ahora ese no es el caso. Tú aun permanecerás en aquí — Betty se giró y comenzó a buscar el libro que le leía a su padre. 

La hora transcurrió rápidamente y en cuanto Betty notó que se le haría tarde, se despidió de su padre con un beso y prometió que regresaría. También no pudo esperar a que su madre llegase, así que salió de la habitación, tocándose la cien pensando en que debía hacer con respecto a su situación.

—¿Una mala noche?— la voz masculina a  su espalda la hizo sobresaltarse. Ella abrió los ojos sorprendida al notar a Jughead Jones frente a ella nuevamente. —¿Estás bien?— alzó las cejas al notar que ella simplemente lo observaba. 

—¿Me habla a mí?— Betty giró su rostro tras ella para asegurarse de que no había nadie más. Y efectivamente, en el pasillo solo se encontraban ellos dos. 

Los Miserables- BugheadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora