CALEB
Me odiaba a mí mismo por querer demostrarle que yo tenía razón, que no le estaba mintiendo, que odiaba las mentiras más que a nada en el mundo. Y no pude hacer oídos sordos cuando escuché de su boca decir que Stacey era mi novia. Eso nunca pasó y nunca pasará.
Meredith era un ser adorable, sólo si eras igual que ella. Y créanme, yo era lo opuesto a lo que era esa niña. Tomarla entre mis manos y ver un brillo en sus ojos, sacó la peor parte de mí. No la parte malvada. Una parte que no conocía.
En cuanto a Stacey... no quería saber más nada de ella. Me había prometido no hacer estupideces, no enamorarse. Yo cumplí con mi palabra y ella no, de ahora en más, estaba muerta para mí.
Hans, mi chofer me llevó hasta mi casa, ya que no tenía cómo volver. Él era como un segundo padre para mí. Mi vida cambió drásticamente luego de cumplir los diez años, y quien más había estado presente en mi vida, había sido la mano derecha de mi padre, quien ahora trabajaba para mí.
Estaba sumido en mis pensamientos, recordando mi vida con el que ahora me llevaba a todas partes y que conocía mi vida a la perfección, hasta que mi celular sonó.
- Diga - Dije algo preocupado. Nunca me llamaban de la escuela, por lo que suponía que era importante.
- Señor Harris, soy la maestra de Emily. Quería avisarle que nadie ha retirado a la niña hoy - Me sorprendí al escuchar esto. ¿Dónde diablos estaba mi padre? - Me preguntaba si usted podría venir a buscarla.
- Por supuesto, llegaré en diez minutos - Tomé las llaves de mi coche y volé hacia el colegio.
Hans me dejó en mi casa y así pude irme en mi carro.
Sabía manejar rápido, debido a las carreras. Y me conocía a la perfección estas calles. Tal y como le dije a la maestra, llegue a los diez minutos, quizás menos. Estaba preocupado por mi hermana y enojado con mi padre por haberla olvidado. Esa noche se quedaría conmigo en mi casa y después lidiaría con el reproche de mi padre, por no avisarle. Una vez que llegué, la vi sentada en un banco con las piernas cortitas y colgando, mientras le daba pequeñas patadas a su lonchera escolar.
Aparqué el carro y me dirigí hacia ella, su maestra se encontraba a su lado. Muy sexi la rubia por cierto, piernas delgadas, una pollera tubo color negra, una camisa que remarcaba muy bien sus pechos y un escote que dejaba poco a la imaginación. Me hubiese gustado preguntarle si no quería enseñarme algunas cosas en privado... pero había una menor en el medio. Apenas me vieron ambas se pararon, y se acercaron a mí.- Señor - La maestra estiró su mano hacia mí para saludarme.
- Maestra - La acerque hacia mí y le di un beso en la mejilla - Muchas gracias por cuidar de Emily. Y discúlpeme por hacerla esperar.
Al acercarme a esta y darle un beso, sentí como su cuerpo se tensó y eso solo podía significar una cosa.
- Oye Emm, espérame en el auto que hablaré con tu maestra un rato. Toma las llaves y ponte música - Le di mi celular y esta se fue al auto.
- ¿De qué quiere hablar, señor? - Dijo la maestra con las mejillas del color del tomate.
- Bueno... no sé si hablar sería el término correcto. Quizás me confundí – Dije con una de mis manos en el bolsillo y la otra rascándome la nuca, que al parecer era un acto que las mujeres adoraban.
Ésta sonrió con satisfacción.
Sabía perfectamente a donde llevarla y que no hubiese cámaras. Conocía esa escuela a la perfección.
Estaba furioso, con todo y todos. Mi padre había dejado a su pequeña en el colegio, como si no fuera su responsabilidad. Emily había tenido que esperar que alguien la recogiese. Meredith me hacía decir cosas de las cuales luego me arrepentía. ¿Por qué necesitaba que me creyera? ¿Por qué, de repente, le estaba dando explicaciones? Stacey no me dejaba en paz, aun conociéndome y sabiendo que era una persona solitaria. Necesitaba descargar toda esta ira, y la maestra me vino genial para sacar toda esta mierda que tenía dentro y que me estaba comiendo la cabeza.
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Demasiado tarde ©. [COMPLETA]
RomanceLlevaba en mi corazón un secreto desde pequeña. Y no fue hasta que lo conocí, que entendí que nunca había conocido el amor, gracias a aquello que llevaba guardado bajo mil candados. Y aunque mi mente me gritaba por todos lados que no era para mi, cu...