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MEREDITH

- Oye, Tom. ¿No le has propuesto a Charlotte que sea tu novia aún? – Dije mientras esperábamos que nuestro turno finalizara.

- No Mery. Me muero de miedo. Ella siempre se ha mostrado libre... y no sé si estaría dispuesta a perder esa libertad por mí – En ese momento me morí de ternura.

- Díselo. Ella está esperando que se lo propongas.

Tom sonrió como nunca lo había visto hacerlo. Y supe que era el momento perfecto y que serían la pareja más hermosa.

- Te haré caso, entonces.

Y eso me puso de lo más feliz. Hice un bailecito, a lo que Tom se prendió enseguida.

- ¡Oh, Tom! Desconocía lo bien que bailabas.

En ese momento se nos acercó un muchacho muy guapo y con voz gruesa, aunque no más que Caleb. No llevaba playera puesta, ya que la tenía enganchada en el short. Al parecer había estado haciendo ejercicio.

- Cállate, imbécil – Tom comenzó a reírse junto con quien, evidentemente era su amigo.

Éste saltó desde la casita hasta el piso y lo saludo con un apretón de manos al tiempo que se abrazaban. Yo me quedé allí parada sola, sin saber si debía seguir bailando como si nada pasara o no.

Yo por mi parte nunca lo había visto.

Odiaba esos momentos. Esos en los que tu amigo se para a hablar con alguien y tú no sabes dónde meterse. Si saludar o no. Si mirar o no. Eran momentos que detestaba y me ponían de lo más nerviosa.

- ¿Y no vas a presentarme a tu compañera? – Dijo al fin y suspiré aliviada.

- Meredith – Me bajé de la casucha donde estábamos y estiré mi mano para saludarlo cordialmente.

- Stan – Me atrajo hacia él y me dio un cálido beso en la mejilla.

Luego del saludo, Stan pareció muy cómodo y se quedó con nosotros, así que los tres nos sentamos y comenzamos a hablar. Parecía un chico adorable y respetuoso. Porque si algo era importante para mí, era el respeto. Nada de andar atravesando a la gente. Me habían contado que se conocían por unas carreras, lo cual me pareció súper divertido. Al parecer era un chico soltero y eso soltó unas alarmas en mí; era muy lindo y con buen humor. En un momento me había colgado mirando sus tatuajes y músculos hasta que me pescó y supe que me había puesto más roja que un tomate. Él sólo rió y provocó lo mismo en mí. Muy diferente a Caleb, que era todo un engreído. Me maldije a mí misma por traerlo nuevamente a mi mente, cuando estaba pasando un buen momento con otro muchacho.

- Chicos, voy a hablar con Charlotte.

Me había dado cuenta: Stan le lanzó una mirada a mi amigo, echándolo. Me hizo sonreír, saber que alguien quería pasar un rato conmigo a solas sin insultarme ni nada por el estilo. Tom nos miró, nos guiñó un ojo –lo cual me recordó a alguien que no quisiera nombrar- y se marchó con su futura novia –o eso esperaba-.

- Oye... yo sé que recién nos conocemos, pero pareces una chica muy agradable... ¿Te apetece acompañarme a una carrera esta noche? – Me preguntó y me sorprendí feliz por su propuesta.

- Por supuesto – No lo dudé ni un segundo.

Fijó sus ojos en los míos y pude ver que eran más lindos de cerca, que de lejos. Eran de color verde oscuro y su cabello era negro, rapado a ambos lados.

- ¿Te animarías a subirte a mi moto y correr conmigo?

En ese momento casi se me cae la mandíbula.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora