CALEB
Me resultaba imposible dejar de besarla. Definitivamente sus labios, sus besos, su boca... eran mi adicción y perdición. Era tan sabrosa que no podía no contenerme. Pero esto le hacía mal. ¿Cómo podía ser tan egoísta? Simple, estaba tan jodido que no podía sentir. Aquella chispa que me encendía se apagaba de inmediato. Estaba cubierto de una armadura que me permitía avanzar unos cuantos pasos para luego retroceder el doble. Tenía claro que me pasaban cosas con ella, pero no podía hacer nada al respecto. Yo mismo me había jurado nunca tener a nadie a mi lado, porque una vez más... todo a mi alrededor era como una bomba a punto de estallar, y el problema es que no sabes cuándo sucederá. La noche anterior había puesto sobre la mesa todo lo que me sucedía cuando estaba cerca de ella, pero quizás no era más que un gran momento de debilidad y eso realmente me estaba confundiendo. Y sus besos una vez más me estaban perdiendo. Necesitaba aclarar de una maldita vez lo que me pasaba, ¡Joder! Eso me encabronaba demasiado. La alejé de mi boca y me fui. No por cobarde. Sino para aclarar lo que quería hacer, para de una buena vez poner las cartas sobre la mesa y repensar si me la iba a jugar por mis sentimientos y decirle lo que sentía o alejarme de una vez para siempre de ella aunque me tenga que ir a otro continente. Así que, caminé y caminé por horas. Me senté en el gran bosque a pensar.
"Mamá, cómo quisiera que estés aquí para ayudarme. Necesito que me guíes, que me saques de esta jaula que me tiene encerrado en mis propios pensamientos, en mis decisiones. En esta prisión que no me deja amar, que desde que te perdió mi vida tomó un rumbo que no te hubiese gustado presenciar. Perdóname, mamá, te he jodido y me he jodido aún más a mí".
Me dormí recostado sobre un árbol por lo que me pareció un largo rato, y cundo desperté sentí como si las ideas se hubiesen acomodado solas. Me desperté con una chispa de esperanza; como si tuviera una oportunidad de sentir algo más que rencor. Ya lo tenía claro: le diría a Meredith lo que sentía. Sentí dentro mío que iba a ser como un ángel que me guiaría en algo que iba a ser completamente nuevo para mí. Ella me iba a enseñar a querer. Le pediría ayuda si era posible.
Voy por ti Meredith.
Volví a paso veloz a la cabaña, pero al llegar me encontré con algo que jamás imaginé. La sangre comenzó a hervirme. Podía sentir la vena de mi cuello saltando y palpitando como muy pocas veces me había sucedido. Mi respiración pasó de tranquilidad a furia en una milésima de segundo.
Los dos estaban acostados como si nunca hubiese pasado nada, como si nunca hubiesen terminado su relación. ¿Acaso habían vuelto? La ventana enorme que daba a nuestra cabaña permitía ver todo. Al verlos ni siquiera pude entrar, me daba náuseas de solo verlos. ¿Era una señal? Yo no creía en esas estupideces. Pero algo dentro mío decidió creerlo.
Meredith fue ese ángel que me guió, pero no para aprender a querer, sino para demostrarme que yo no era nadie en su vida. No podía darle a Meredith eso que ella quería. No le convenía. Yo no le hacía bien.
Gracias Meredith. Tu mensaje ha sido claro. Nuestros besos no te importaron. No ocuparon en tu mente el espacio que ocuparon en la mía. Gracias con confirmarme que estoy perdido, que mi coraza sigue intacta y me rodea para protegerme del dolor.
Necesitaba descargar todo lo que tenía contenido dentro y a diferencia de otros momentos, no me fui a por ninguna muchacha.
Me fui a correr por el bosque y luego a nadar al lago que a esa hora ya se sentía helado. No me importaba, me ayudaría a refrescar mis pensamientos y a volver sobre mi eje. Hasta mis veinticuatro años nunca dudé de nada. Pero ella... casi hace que derribe cada muro que había construido.Comencé a pensar.
En cualquier cosa.
Cualquier excusa era buena. Cualquier pensamiento era bueno.
Cargué mi mente de trabajo, tenía mucho por hacer a la vuelta además de ver a Stacey, que ya me tenía cansado, diciendo que quería hablar conmigo. Pero prefería pensar en ello y no en el dolor disfrazado de autosuficiencia. Por lo que pasé acomodando en mi agenda las citas que tendría al volver y todo lo que debía hacer. Miré fotos de Emm en mi celular para ayudarme a mí mismo volver a mi centro. Yo no estaba listo para nada. Al final terminé siendo lo que mi padre me había dicho toda la vida: un egoísta. Una persona que piensa sólo en sí misma, pero... ¿Cómo podría no serlo si había perdido a mi madre cuando era un pequeño? Y de la manera más cruel.
Deseaba volver a mi vida antes de conocer a Meredith. Necesitaba que el mundo entero se meta en mi cabeza y ocuparan el tiempo suficiente para no pensar en ella.
Había sido tan hostil con Meredith, que al final me merecía todo lo que me pasaba. Llegué a desear que Meredith fuera mi ángel, sin siquiera yo haberle construido el cielo que ella merecía. Ella no merecía vivir en mi infierno. Definitivamente no la merecía.Volví a la cabaña, esperaba que más frío que antes. Y no me refería a lo haber estado dentro del agua helada. Sino... envuelto una vez más en mi propia celda dentro de una prisión. Volví a cerrar mi corazón luego de la desilusión de verla con Chris. ¿Y si en realidad no fue quererla? ¿Y si en realidad era una necesidad de sentir algo diferente? ¿Y si quería algo que marcara mi vida? Joder Meredith, me has devuelto al torbellino. Había aclarado mi mente, había estado dispuesto a jugármela por ti y me has vuelto a confundir. La desesperanza sacó el brillo de mis ojos, haciendo de mi un Caleb más cerrado que antes. Ya no había nada que aclarar, el futuro ya estaba escrito y definitivamente su futuro no iba a ser junto a mí.
Al entrar a la cabaña, él la estaba ayudando con el vestido. Por Dios, era un ángel... sí lo era; peor no era mi ángel.Quien la estuviera ayudando tendría que ser yo, pero el libro de la vida no lo quiso. Los tiempos me acomodaron y me volvieron a la soledad. No podría describir la hermosura de Meredith, con su vestido blanco - ángel - con un escote en v que iba hasta su ombligo y que remarcaba sus pequeños senos, con mangas largas y terminaciones de plumas, un cinto ultrafino que resaltaba su diminuta cintura, la falda extralarga y una abertura en la pierna izquierda. Aún con el brazo levantado con un pedazo de tela por la luxación, estaba increíblemente hermosa. Sus labios me volvieron a llamar pero tuve que negarlos. No me quedaba otra opción. La miré de arriba a abajo y pude sentir que arrancaba su vestido con mi mirada penetrante. Chris estaba ocupando mi lugar y para ser sinceros no sabía cuál de los dos era peor. Pero al menos él le brindaba las sonrisas que yo no podía darle.
Tomé mis cosas e inmediatamente me fui, necesitaba un golpe de aire que me vuelva a mí. Meredith tenía la excelente capacidad de armar un tornado de sentimientos dentro de mí. Porque cuando creía tener todo bajo control, cuando creía que ya todo está resuelto, aparecía y me desarmaba por completo. Como cuando armas un Jenga a la perfección y queda increíblemente acomodado, donde las piezas se unen y forman una torre, así era yo; entonces ella llega con un su belleza, un vestido reluciente y un bate de béisbol a desarmar lo que había construido por tantos años. Lo que yo construía día a día con los pedazos que quedaban de mí.Me dirigí hacia la cabaña de Cameron, me duché y vestí. Iba simplemente a la gala para volver a verla, de lejos. Era la última noche... nuestra última noche; mañana volveríamos a nuestras vidas. Ella con todos los que amaba y olvidándose por completo de mí y yo a mi vida de carreras, apuestas, cerca de Emm y con un futuro boleto para irme del país, quizás. Mike ya me había dicho que habría una fiesta el fin de semana próximo, y allí iba a estar yo, metido en fiestas que ya no tenían sentido, fiestas que no se si iba a disfrutar pero que de seguro me sacarían a Meredith de la cabeza. La vi llegar del brazo de Chris, tomando la falda de su vestido para que chocara con el piso y demasiado feliz, con una sonrisa y mirada cómplice con él. Yo estaba de pie junto a un árbol apoyando todo mi peso sobre éste y "hablando" con mi equipo. A ella pareció no importarle mi presencia, y estaba bien... no podía seguir mortificándole. Llevaba unas ondas perfectamente acomodadas dejando al descubierto todo su frente y su espalda, aunque de por si su cabello no era largo, las ondas me hacían parecer más corto de lo normal. Me gustaría utilizar el método de ella para ignorarme, ya que no podía quitarle los ojos de encima y varios de los que estaban allí pudieron notarlo. Qué más daba, ya no me importaba un carajo. Me ardía el cuerpo y el alma por no poder sentir su piel suave. Y se notaba a kilómetros de distancia. Todos esos días cuando llegaba tarde a la cabaña, me gustaba verla dormir y moverse en su cama; observarla a la mañana despatarrada con las cobijas en el suelo de tanto moverse. Imaginándola, durmiendo a mi lado. ¿Por qué todo era tan contradictorio con ella? ¿Por qué deseaba algo que no podía tener? Algo que no había sido diseñado para mí. Por un segundo necesitaba que me salvara de mí mismo, de mis demonios y que me liberara de mi prisión.
Todo a mi alrededor se movía lentamente mientras yo disfrutaba cada segundo grabando en mi mente el último día con ella.
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Demasiado tarde ©. [COMPLETA]
RomansLlevaba en mi corazón un secreto desde pequeña. Y no fue hasta que lo conocí, que entendí que nunca había conocido el amor, gracias a aquello que llevaba guardado bajo mil candados. Y aunque mi mente me gritaba por todos lados que no era para mi, cu...