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CALEB

Nunca tuve intenciones de hacerte daño.

Me moría por decirle aquello, pero sería en vano. No me creía.

Masajee con suavidad su muñeca, como si aquello hiciese que el dolor lo sintiera yo y no ella.

Perdóname, por favor.

Me había propasado y la culpa me estaba matando. Pero verla junto a Stan, mostrándole éste, una persona que no era me jodía completamente. Le había pedido con y sin amabilidad que lo hiciera por su propia cuenta, pero alguien tenía que sacarla de allí. Aún no estaba seguro porque me molestaba todo eso.

Las palabras de Meredith y su rostro gélido me afectaron un poco. Me había dejado en claro que no perdería su tiempo conmigo. Y aunque tendría que estar acostumbrado a aquello, que haya salido de su boca no me agradó para nada.

La había visto en su coche fuera de la comisaría. Se había tomado el tiempo de ir hasta allí pero no se había atrevido a entrar. La vi llorar, la vi limpiarse, la vi... y no fui capaz de acercarme. Necesitaba saber si estaba dispuesta a hacer lo que había dicho.

¿Por qué te importa tanto lo que haga o deje de hacer? ¿Por qué no dejas que simplemente se pudra con Stan?

¿Cómo haría para que me creyera? Que de verdad lo había hecho por su bien.

Claro, no lo hice de la mejor manera, pero era la única forma en la que sentí que debía hacerlo en ese momento. Era la única manera que conocía. Meredith era la primera persona a la que trataba de tal manera, supo sacar lo peor y mejor de mí en tan poco tiempo, que hasta a mí me estaba asustando.

Me quedé debajo de la lluvia, viéndola marcharse. Dolida por mi culpa. Dolida por la culpa de Stan.

- Joder, joder Meredith.

Me saqué parte de la ropa que llevaba puesta y nadé mar adentro, con todos los peligros que esto implicaba, sobre todo por la lluvia. Las olas chocaban con ímpetu contra mi cuerpo, como si ambos estuviéramos enfurecidos. Como si quisieran derribarme y como si yo quisiera llevarme todo por delante. Pero con algo debía descargar toda esta ira que estaba conteniendo. No estaba enojado con ella; lo estaba conmigo mismo, por no saber cómo tratarla, por dejar que me influyera, por dejarla entrometerse en mis asuntos.

Las palabras de mi madre cuando yo era apenas un infante vinieron a mi cabeza.

''Ama con locura, ama hasta que brote por tus poros. Ama con todas tus fuerzas. La vida es corta, Caleb. Y un día te arrepentirás si no amas. Créeme, cuando te quieras dar cuenta, ya no servirá''

Mi madre había sido tan profunda conmigo, que sus palabras me quedaron grabadas como un tatuaje en el alma. Pero no podía siquiera pensar en ello. Antes de morir, pronunció aquello. Yo sólo tenía amor para ella, la única mujer que amé en toda mi vida y que extrañaba cada minuto. Hubiera dado cualquier cosa por morir yo en su lugar. Este mundo necesitaba más personas como ella: dulce, cariñosa, insoportablemente amable.

''Perdóname madre. Nunca sabré amar de la manera en la que me describiste. No he nacido para amar. Sólo he nacido para sufrir''

Allí, en el medio del océano, sentí como si mi madre estuviera ahí conmigo, observándome. Puse mi cuerpo a flotar, mientras la tormenta caía sobre mí y me detuve a mirar el cielo negro, tan oscuro como yo. A lo lejos me pareció ver a alguien, pero estaba más que seguro que era una fantasía mía. Allí no estaba mi madre, no. Estaba yo intentado visualizarla.

Por mi bien y el de Meredith, debía alejarme de ella.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora