31

55 1 0
                                    

MEREDITH

- Oye. Hemos llegado - Caleb tocó mi pierna para despertarme.

Abrí los ojos lentamente, confundida, ya que no estábamos fuera de mi casa ni de la de Caleb.

- ¿Dónde estamos? - Dije con voz ronca.

- En el hospital.

Me incorporé y después de unos cuantos segundos entendí que estábamos allí por mi brazo.

- Oh, sí. Humm... bueno gracias - Contesté.

Salí del auto y fui hacia el maletero para sacar mi bolso.

- ¿Qué haces? - Preguntó.

- Sacar mi bolso.

- No. Iré contigo y después te llevaré a tu casa. Sino estarás horas allí metida.

Suspiré y caminé junto a él.

- Resulta que también eres dueño del hospital - Bromeé.

Lo que me faltaba. Luego de ser hijo de mi jefe, hermano de mi amigo, no podría ser dueño del hospital más grande.

- Algo así - Contestó y quedé atónita.

No sabía si quería seguir conociéndolo. Ya lo veía diciéndome que su abuelo era el presidente del país. Caleb se dirigió a la mesa de entrada después de ordenarme que me quedara sentada. Seguramente me llamaría para pedirme mis datos, eso sí que él no lo podría hacer. Luego de un rato se acercó a mí.

- Vamos - Anunció.

- Pero... ¿No van a pedirme mis datos personales?

Él sólo negó con la cabeza sin decir palabra alguna. Por Dios, sabía todo acerca de mí. Eso ya daba escalofríos. Cruzamos algunos pasillos hasta llegar al área de traumatología. Caleb golpeó una puerta e inmediatamente nos hicieron entrar.

- Caleb - Se sorprendió el doctor.

- ¿Cómo has estado hermano? - Ambos se abrazaron.

Nunca había visto a Caleb tan feliz de ver a alguien. Su humor de repente había cambiado, parecía contento y cómodo.

- No mejor que tú seguro - Dijo mientras seguían abrazados.

Aparentemente no se veían hacía rato, y allí estaba yo una vez más sin saber que hacer; una vez más en esa situación de no saber si saludar o quedarme parada como un árbol, esperando a que alguien se acuerde de mí. Y además me preguntaba... ¿Cómo hacía para conocer a todos? ¿En qué momento? Si era una persona completamente solitaria. O quizás eso me había hecho creer.

- No lo creo - Suspiró Caleb con una sonrisa rara.

¿A qué se refería?

- Me he enterado que ha asistido mucha gente a tus mesas.

¿Mesas? ¿Mesas de pool? ¿De qué diablos hablaban? Hola, estoy aquí. Podrían incluirme. Tengo un brazo roto, ¿alguien se encargará de mí?

Caleb asintió y le echó una mirada que hasta yo entendí. De esas miradas asesinas que dicen ''Cállate o te mato''. Su amigo lo captó en un instante. ¿Qué escondes Caleb?

- ¿Que te trae por aquí?

Perdón... ¿acaso no me había visto? Realmente parecía que yo estaba pintada en la pared. En ningún momento los dos me había prestado siquiera un poco de atención. Hasta que por fin llegó mi momento.

- Ella es Meredith - Giró sobre sus pies y me miró.

Gracias Caleb, eres muy caballero.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora