CALEB
Desde que Meredith me había mostrado el mensaje de Chris, no había tenido cabeza para otra cosa. Excepto el pequeño momento en su habitación que pedía a gritos vernos en su cama. Pero luego volví a pensar en ese maldito texto. Estaba seguro que no había saldado su deuda con la mafia alemana y lo maldije por ello. Ya no había oportunidad, ni siquiera podría poner yo mismo ese dinero ya que estábamos al límite con el tiempo. Chris tendría que haber pagado esa mañana, y estaba seguro que vendrían por mí y si Meredith estaba conmigo, irían a por ella también. Así que no tenía más remedio que sacarla de la ciudad e irnos los dos hasta que alguno de los míos pudiera hacer algo. Cuando fui a mi casa me puse en contacto con Mike y le pedí que averiguara qué tan molestos estaban Müller y su gente.
¡Maldita sea Chris!
Mi amigo hizo todas las averiguaciones posibles pero estas personas eran invisibles. No dejaban rastros de nada, así que me demoré más de lo que hubiese querido tratando de investigar en qué estado estaba la situación y que tan jodido iba a estar. Intenté comunicarme con Chris para que me confirmara las sospechas pero fue en vano. Intenté convencerme que a lo mejor pagó su deuda pero aun así le habían dado su merecido y no quería que nadie lo viera en ese estado, porque podría jurar que lo habían dejado peor de lo que lo dejé yo en aquella oportunidad.
Mientras esperaba a Meredith saliera de su habitación tuve que poner cámaras en su casa para observar si alguien entraba o qué diablos sucedía, pero mientras esté con ella a mi lado no iba a poder observar nada de las cámaras, así que le pedí a Mike que mientras tanto se hiciera cargo de ello. Toda mi gente estaba al tanto la situación, así que literalmente todos estábamos alertas ante cualquier situación. Estaba completamente intranquilo, no deseaba que nada le sucediera a mi novia, porque sin ella moriría.
Por un momento pude poner la cabeza y los pensamientos en otra cosa, su hermano era muy divertido y ella también. Eran dos personas que me hacían reír como nunca nadie lo había hecho. Su familia parecía muy acogedora, según lo que ellos hablaban. Ya en el aeropuerto se me ocurrió que podíamos tomarnos un vuelo e irnos a cualquier parte, incluso fuera de U.S.A. Tuve que esperar a que Alec se marchara para poder proponérselo a Meredith. Una vez que lo despedimos, comenzamos a caminar hacia un Dunkin' Donuts que había dentro del aeropuerto y ambos nos sentamos en una de las mesas a esperar nuestro pedido. Mi novia estaba realmente hermosa, con una sudadera enorme y unos jeans ajustados al cuerpo. Sabía perfectamente cómo combinar las prendas de ropa y que le quedaran sensacionales.
Mientras esperábamos, se escuchó un ruido fuerte y cerca nuestro, cosa que hizo que Meredith se asustara bastante, pegando un pequeño saltito en su asiento y buscando con la mirada el motivo del ruido.
- Oye, tranquila... es solo una chica... se le cayó la maleta - Le tomé la mano por encima de la mesa.
- Lo siento - Susurró.
- Tu no eres así de asustadiza - Fruncí el ceño, ya que aquello me pareció bastante raro.
- Lo sé. Es que... - Hizo una pausa eterna y yo comencé a sentirme algo inquieto - La otra noche salí del bar de mi tío y un auto se dirigió hacia mi... de echo, me pasó demasiado cerca, como si quisiera llamar mi atención - Su mirada era bastante relajada para ser que casi la chocan.
Yo tragué saliva al escuchar esto.
- ¿Cómo no me lo has dicho antes? - Pregunté nervioso.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Seguro fue alguna borracho - Se echó hacia atrás en su asiento.
No contesté, porque la realidad era que no había una respuesta que la dejara tranquila, así que opté por cerrar la boca un rato largo, mientras pensaba en cómo decirle que debíamos irnos de allí lo antes posible. Porque yo sí sabía qué significaba aquello. Le estaban avisando, le estaban mandando un mensaje... no entendí por qué a ella y no a mí, pero a esa altura, ya daba igual. Lo importante era irnos, desaparecer. Ya era tarde para todo.
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Demasiado tarde ©. [COMPLETA]
RomanceLlevaba en mi corazón un secreto desde pequeña. Y no fue hasta que lo conocí, que entendí que nunca había conocido el amor, gracias a aquello que llevaba guardado bajo mil candados. Y aunque mi mente me gritaba por todos lados que no era para mi, cu...