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CALEB

Dos noches atrás...

Esa noche sería complicada... lo sabía. Haber conocido a Meredith me estaba trayendo más problemas que beneficios. Por otro lado su exnovio Chris, la peor basura, en un momento de desesperación en mis mesas de póker, cometió el maldito error de apostar a su novia, como si fuese una cosa, creyendo que la mafia no lo aceptaría y que para su desgracia aceptaron con todo el gusto, dándole bastante tiempo -según yo- para avisarle que ahora sería la dama de compañía del señor Müller -jefe de una mafia alemana-, una de las razones por las cuáles había golpeado a ese imbécil. Esa noche sería crucial, ya que era el día donde Chris debía traer a Meredith y entregarla a la mafia alemana para su jefe. Estas personas eran más jodidas que cualquier otra persona, no sólo eran mafiosos, se rumoreaba que el jefe tenía una gran red de trata de blancas. Por supuesto, nunca se lo pregunté. Sólo hacíamos negocios relacionados al póquer o alguna que otra cosa, pero no más que eso. Dudaba que Chris sepa sobre la red; pero en aquel momento, donde se encontraba sin un sólo peso, por haber apostado todo; no tuvo mejor idea que apostar a su novia.

Le había dicho la verdad a Meredith, pero a medias. Chris no tenía el dinero que había apostado en las mesas, y precisamente ese dinero iba para el señor Müller. Por supuesto, y como era de esperarse, estaban a punto de matarlo. No eran personas que perdonaran fácilmente. Cuando tenía en su frente una pistola a punto de ser gatillada, la desesperación se apoderó de él y fue justo en ese maldito momento, donde tuvo la ''brillante'' idea de apostar a Meredith. Aún recordaba ese momento y los pelos se me ponían de punta. Ni siquiera yo, había sido capaz, jamás, de hacer tal cosa. Y eso que yo sí era de usar a las muchachas para mis beneficios personales. Y bueno... los golpes fueron por gilipollas, se lo tenía bien merecido. Antes de marcharse el señor Müller, pasó por al lado mío susurrándome.

- Dale su merecido.

Y eso hice.

Chris apareció desesperado en la puerta de mi casa unas noches atrás, suplicándome ayuda. Él sabía perfectamente, que yo mantenía una buena relación con los alemanes. No iba a entregar a Meredith y cuando me dijo aquellas palabras, el alma me volvió al cuerpo; aquello me estaba perturbando y me hacía cometer estupideces. Porque no me cabía en la cabeza que una mujer sea entregada, o peor aún, que la obligaran a hacer algo a lo que no estaba dispuesta. Me pidió que negociara: dinero a cambio de no meterse con Meredith. Y puedo jurar que lo hice únicamente por ella, porque yo no era tan basura como él. Tenía un poco de sentimientos. No era que ella me importara, en lo más mínimo, pero sabía que no era un objeto.

En ese momento yo sólo sería el intermediario.

Me preparé para dar la bienvenida a los juegos, a la vez que las meseras repartían los aperitivos y los crupieres preparaban sus mesas. Una vez saludado a todos me dirigí hacia el señor Müller para llevarlo hacia mi oficina y poder negociar.

- ¿Te gustaría tomar algo? - Comencé luego de sentarnos ambos enfrentados, en mi escritorio.

- Whiskey doble, por favor - No se podía negar que era una persona muy culta y educada... si no te metías con él.

- Señor Müller... Chris Moore tiene una gran deuda con usted...

- Por supuesto - No me dejó terminar de hablar.

¿Por qué era que todo el mundo me interrumpía? ¿Acaso hablaba demasiado lento?

- Me gustaría poder negociar aquello.

- ¿A qué se refiere, Caleb? - Dijo con suspicacia.

- El señor Moore está dispuesto a pagarle hasta el último centavo, a cambio de no entregarle a la señorita Meredith - Por un momento creí rezar para que aceptara, cosa que no había hecho nunca.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora