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MEREDITH

Me senté en el sillón mientras Alec se preparaba su comida, esa noche le tocaría cenar solo.
Eran las ocho y diez y aún Caleb no había llegado, odiaba esperar, ya que yo era de lo más puntual.

Alec, aunque estaba con el televisor encendido, estaba más atento a mí que a la película. Podía sentir su mirada cada tanto, mientras yo intentaba distraerme con el celular, esperando en realidad a que me llamara o siquiera me mandara un mensaje.

Pero nada de eso pasó.

- Le romperé todas las costillas - Dijo Alec, verdaderamente molesto con Caleb.

- Tú no harás nada. Déjamelo a mí - Miré mi reloj y ya eran las nueve de la noche - Mejor voy a dormir - Anuncié avergonzada por quedar como una idiota frente a mi hermano.

Me sentía una tonta, ¿Y si todo había sido parte de un juego macabro? ¿O de alguna apuesta? Eso ya lo había visto en las películas. Que ilusa era por creer que podía cambiarlo, que podía tener una cita con él. Todas las alertas que había sentido, comencé a creer que eran reales.

Me acosté sin sacarme la ropa, abrazando la almohada y mirando por el gran ventanal de mi cuarto que daba al océano, donde por suerte también podía ver la luna y la luz de ésta que entraba.

El timbre sonó de repente y un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo. Si era él, no pensaba atenderle. Me levante de la cama y corriendo descalza sin hacer ruido me acerque a la puerta de mi cuarto y miré por la bocallave.

- ¿Quién eres? - Le preguntó mi hermano a la persona que aún no podía ver, ya que éste me lo tapaba.

- Córrete Alec - Dije entredientes y casi en un susurro.

- Caleb. Hoy tenía una cita con tu hermana - Al escuchar aquello me dio una punzada en la boca del estómago.

- Ella está dormida - Alec se encontraba en una posición de macho alfa. Aún seguía sin poder ver a Caleb.

Alec tenía una gran contextura, casi igual a la de Caleb, creería que un poco más.

- Quiero explicarle - Dijo Caleb.

- Tú no tienes nada que hacer aquí. Vete antes que pierda la paciencia - Anunció llevándose una mano a la nuca.

- Me quedaré aquí hasta que ella me reciba – Lo desafió éste.

- Mira, no me gustaría terminar lo que ya empezaron contigo - Y esto último me desconcertó. No sabía a lo que se refería.

¡Oh, Dios mío! No me gustaría ver una pelea entre ellos dos, no saldría nada bueno de allí.

- Piensa Meredith - Puse mis dedos en el centro de mi frente como si eso me transportara alguna idea.

Y una idea vino a mi mente. Corrí en busca de mi celular, lo prendí y vi todas las llamadas perdidas de Caleb y mensajes que sólo decían "Lo siento" de él. Ignoré todo aquello y le mandé un mensaje a Alec.

- Déjalo pasar.

Sabía que ignoraría aquello, solo necesitaba que mire su teléfono, por lo que le marqué y comencé a llamarlo. El teléfono sonaba y sonaba.

- Vamos Alec, distráete - Sabía que apenas se diera media vuelta, Caleb pasaría por encima de él y vendría directo a mi cuarto.

Volví a marcarle a mi hermano dos veces más, hasta que en la tercera se dio vuelta. Para todo esto yo ya estaba en mi cama preparada, como si estuviese dormida. Y tal como pensé mi plan, así sucedió. Caleb entró y con paso firme se dirigió hacia mi habitación, que quedaba enfrente de la puerta de entrada y además tenía un cartel aniñado con mi nombre. Pude escuchar a mi hermano quejarse, pero me imaginé que vio mi mensaje porque no lo detuvo tampoco.

Demasiado tarde ©.  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora