CALEB
Unas horas antes...
Había sido un día hermoso y complicado, pero que Meredith me haya dicho cosas que desconocía, cosas que no entendía pero eran parte de ella, definitivamente me encantaba. Quería abrazarla, quería hacerlo hasta que pudiera comprender que lo que yo quería con ella iba mucho más allá de lo físico, tenía que ver con aquello que nunca tendría un final, porque mi vida ahora era con ella. Joder, había logrado tanto en mí que se me llenaba el pecho de orgullo por tener una novia tan inteligente, tan adorable, tan hermosa, y tan llena de amor. No sabía cómo explicarlo, pero de repente hizo que todo mi universo despertara, hizo nacer sentimientos que no conocía. Me hizo conocer el amor más allá de lo físico y eso para mí era completamente nuevo, pero exquisito. Porque ahí es cuanto entiendes que físicamente puedes encajar con cualquiera, pero el alma... definitivamente no sonríe, no vibra, no siente y no ama con cualquiera. Meredith me ha hecho reír en un día más de lo que la gente había intentado en años, tanto que me dolía el estómago de las risas y sentí que mi corazón por fin comenzó a curar. Cuando encuentras el amor, entonces todo comienza a tener sentido, ya no hay vuelta atrás.
- Lo he logrado mamá, he comenzado a amar como siempre lo dijiste – Musité frente al espejo – Has sido la única que no ha perdido las esperanzas en mí.
Sólo quería hacerle bien a Meredith, tanto que no quisiera dejarme nunca. Sus ondas rojizas, sus mejillas y nariz con pecas, su cuerpo perfecto, sus manos pequeñas y frías, sus piernas trabajadas, su risa y dientes relucientes, el pocillo que se le hacía en las mejillas, todo en ella era para mí; todo en ella era perfectamente diseñado. Sabía que era muy pronto, que apenas hacía dos días comenzamos a decirnos lo que sentíamos, pero para mí había pasado demasiado tiempo; tiempo en el que también estuve lejos de ella por no ser lo suficientemente valiente para hablarle con el corazón. Me arrepentí por cada minuto lejos suyo. Y como no quería volver a cometer tal estupidez, quería pedirle que viviera conmigo. Así que me decidí esperar unos días para luego proponérselo.
Cuando entré a la ducha, el agua estaba sensacional. No había sentido el frío hasta que mi cuerpo helado tocó el calor. Meredith me tenía tan perdido que ni siquiera sentí que el agua me había helado hasta los huesos. Luego de unos minutos bajo la ducha, sentí que la puerta se abrió y por un momento me ilusioné creyendo que era mi ángel.
- Oye tú, vengo a dejarte ropa mía que seguro te quedará.
¡Joder! Era el hermano de Meredith. ¿Cómo era su nombre? Alexis... Alex... Alejandro... ¡Maldita sea! Debí prestar más atención.
- Oh, gracias – Sólo pude decir.
Rápidamente me envolví de la cadera hacia abajo con la toalla listo para salir pero pareció no importarle.
- Me bastó un segundo para ver lo bien que le haces a mi hermana – Por algún motivo se veía molesto, quizás – Pero si la encuentro llorando por tu culpa no tendré piedad al romperte las costillas – Sentenció.
- Yo... no le haré ningún mal. Pero si llegase a pasar, dejaría con todo gusto que lo hicieras porque lo merecería – Admití.
¡Joder! Ahora también tenía la presión del hermano.
- No tengo malas intenciones con ustedes, así que a partir de ahora si ustedes están juntos... - Hizo una breve pausa y yo aproveché para afirmar lo que acababa de decirme.
- Si – Contesté – Justamente esta noche le he pedido que sea mi novia – Aquello me sonó raro decirlo, pero tenía un sabor dulce y eso no me lo quitaría nadie.
- Entonces ya eres parte de la familia. Sé que mi hermana tiene buen ojo, como con Chris... - Esto último hizo que mis venas saltaran.
Si supieras lo que su exnovio hizo, estoy seguro que no dirías lo mismo y ya mismo me acompañarías a estrangularlo.
El estrechó mi mano y luego me dio un fugaz abrazo, de esos que se dan los amigos y los hermanos, acompañado de una palmada en la espalda, que casi me hace escupir mis propios pulmones. Tenía la mano bastante pesada, y eso que era tan robusto como yo, además de tener casi la misma altura.
- Bienvenido – Dijo antes de marcharse.
- Gracias – Intenté sonreír, pero estaba un poco confundido con la situación. No sabía si lo hizo por obligación, porque Meredith se lo haya pedido o porque realmente así era su familia.
- Por cierto, mi nombre es Alec – Elevó la voz al salir.
¡Maldita sea! Se había dado cuenta que no recordaba su nombre. Pero por las dudas le contesté yo también.
- Caleb – Agregué.
Luego de quedarme pensando en todo lo que había sucedido en menos de cinco minutos dentro del cuarto de baño, pude comenzar a sentirme más cómodo con la situación, y con su hermano. No parecía una mala persona, y entendía a la perfección que quisiera cuidar a su hermana. Al igual que yo haría con la mía. Sentí algo de furia al pensar que algún día tendría que ponerme en la misma situación. Pero eso no podría ocupar mi mente en ese momento; faltaban muchos años... o eso esperaba. Antes de vestirme pude notar que se estaba formando en mis costillas los moretones por la paliza que me habían dado, tenía la ceja cortada y el labio también. Me encargaría de eso el lunes. Ahora debía disfrutar con mi novia.
Mi novia... que lindo quedaba.
Me vestí rápidamente y salí directamente a la habitación de Meredith. Era un cuarto muy femenino, con muchos detalles casi todo color rosa y algunas luces blancas frías colgando en las paredes con fotos de lo que creía era su familia, con Tom, con la amiga rubia, y otros amigos que desconocía. Al parecer conocía a mucha gente. Antes de quitar mi mirada de allí pude notar que también había una foto con Chris. ¿Acaso nadie podía ver lo gilipollas que era? Estuve a un milímetro de sacar esa foto y romperla, pero entendí que era parte de la vida de ella, al menos por ahora se la dejaría allí. Me senté en su escritorio y encontré un sobre que al abrirlo pude ver una serie de preguntas con diferentes colores. Sin dudas Meredith era una persona muy organizada y prolija. No pude evitar sonreír al notar que de verdad tenía preguntas para hacerme y que las anotaría. Me puse a leer cada uno de los puntos que quería tomar, pero sin dudas no podría contestarle todo... no si quería que estuviera tranquila. Aún no estaba listo para contarle toda mi historia, hablar sobre mi padre y mi hermano era demasiado difícil, hablar sobre las mesas era un tema que no sabía si ella estaría de acuerdo. Luego de revisar las pequeñas cosas que tenía sobre su escritorio encontré en un estante el libro que estaba leyendo en el campamento... me había quedado con la espina del saber el final. Ahora podía entender a esa niña enamorada que hablaba tan cursi, porque de repente me convertí en eso. Meredith me hizo encender ese modo romántico, y que no me molestaba en lo más mínimo.
Meredith se quedó dormida en la pregunta más interesante y que por alguna razón me moría por contestársela, así que le di un beso, la tapé, apagué la luz y me senté en la cama de abajo a leer el libro de Meredith con un señalador muy innovador que tenía luz propia. Me quedé unas horas leyendo hasta que caí rendido al sueño. Ya me quedaba muy poco para terminar aquellas páginas que me habían atrapado.
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Demasiado tarde ©. [COMPLETA]
RomanceLlevaba en mi corazón un secreto desde pequeña. Y no fue hasta que lo conocí, que entendí que nunca había conocido el amor, gracias a aquello que llevaba guardado bajo mil candados. Y aunque mi mente me gritaba por todos lados que no era para mi, cu...