Capítulo 72

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Narra Adriana:
Día número cinco. De la semana número tres.  Que paso aquí claro, en el hospital.
No se si decir que es una situación desesperante u horrible. Os estaréis preguntando que qué es de Carlos, ¿verdad? Pues lo único que puedo deciros es que la situación sigue igual. Está dormido. Es obvio que sigue igual. Aquí lo único que cambia es la posición en la que intento dormir en este estúpido e incómodo sillón de hospital. Y lo único que me hace mantenerme aquí es la posibilidad de que Carlos despierte. Los médicos aún no lo dan por perdido y a mi aún me resulta inverosímil que esta situación sea real. Nunca piensas que te puede pasar a ti y de repente te ves en un embrollo del que no pareces ver la luz al final del túnel.
Se me hqcia duro levantarme ahí cada mañana y no sentirle a mi lado, abrazándome e impidiendo cualquier movimiento mío como habíamos hecho semanas atrás.
En sus brazos encontraba un hogar y me sentía segura, y ahora que estos no me pueden ni rozar me siento débil y frágil y esto es en lo que me he convertido desde el día que empezó todo esto.
Mis ojeras son kilométricas y el aspecto de mi cara no es mucho mejor. Por no hablar de mi cuerpo, que he perdido peso es obvio, pero también lo es el hecho de que cuando llegaba a casa del hospital para cambiarme en irme nuevamente no se me pasaba por la cabeza la posibilidad de pararme a comer algo o preocuparme por mi misma. Los chicos estaban más que preocupados, por Carlos y por mi. Dicen que debo mirar un poco por mi o acabaré igual de mal que Carlos. Les entiendo pero que se me hace completamente imposible es la realidad.
-Adriana: buenos días doctor -le digo cuando aparece por la puerta-
-Doctor: buenos días.
-Adriana: ¿hay novedades?
-Doctor: siento tener que decirte que no Adriana, seguiremos a la espera de cualquier cosa que pueda pasar. Ya sabes que sí notas cualquier cosa no dudes en avisarnos.
-Adriana: lo haré -el médico salió de la habitación después de la revisión rutinaria y me acerco a la camilla de Carlos como por enésima vez este día. Apreté su mano con fuerza mientras que dejaba que las lágrimas salieran de mi y cuando comencé a hablar, aflojé la fuerza del agarre sobre su mano.
-Adriana: Carlos, por favor, no sabes cuánto te necesito en mi vida. El mundo se me cae encima cada vez que te veo en este estado. Despierta ya por favor.
Y nada más terminé de decir aquella frase, Carlos apretó mi mano con fuerza para darme a entender que estaba despierto por lo que mi reacción fue darle corriendo al botón rojo que avisa a las enfermeras de que hay alguna emergencia. Creo que no pasó ni un minuto hasta que entró una enfermera corriendo a la habitación.
-Enfermera: ¿qué ha ocurrido señorita?
-Adriana: me...me ha apretado la mano. Se lo juro.
-Enfermera: no, el no ha hecho eso. Han sido sus músculos que se contraen solos de vez en cuando al estar siempre en la misma posición, así que le pido que si no ocurre nada relevante no vuelva a pulsar el botón porque nos altera a todos.
-Carlos: no le hagas caso a esa enfermera princesa, está amargada porque le han dado el turno de noche...

EfímerosWhere stories live. Discover now