Capítulo 79

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Narra Adriana:
Los días pasan y el tiempo se agota. Mirar el calendario o simplemente el reloj se ha convertido en una de las peores torturas que han podido existir.
Hemos intentado por todos los medios disfrutar del tiempo que nos quedaba pero era inevitable que la tristeza nos invadiera cada vez que pensábamos en que el tiempo corría y no a nuestro favor. Habíamos intentado vivir cada día como si fuera el último, aunque realmente lo era. Lo único que no sabía Carlos era que cada noche, al volver a casa cuando pasábamos la tarde juntos, o cuando él se dormía si  pasábamos juntos esa noche, sigilosamente me levantaba y me acercaba al cuaderno que descansaba en la única mesa de mi habitación desde hacía ya días. Ese cuaderno se había convertido en mi confesor desde que la angustia comenzó a invadirme, más o menos cuando empecé a darme cuenta de que el verano se acababa y tendría que separarme de Carlos.
Lo que el cuaderno iba conteniendo era una carta. Una carta escrita para Carlos y en la que estaba intentando plasmar cada una de las sensaciones que se me pasaban por la cabeza cuando pensaba en él. Tanto malas como buenas, había un poco de todo. Angustia y felicidad, temor e ilusión. Lo representaba en todas sus facetas. Cada día escribía algo nuevo, lo que ese día se me ocurriera.
Aún no sabía si dársela o no. Por una parte me gustaría que supiera todo lo que estos días había estado sintiendo y lo que él me había hecho sentir este verano, no todo había sido fruto de dos días, por muy mal que nos llevaramos al principio. Ahora entiendo por qué Alba y Julia decían que los que se pelean se desean. Si yo hubiera sabido en ese momento que ahora íbamos a estar así le habría picado antes. Las cosas como son.
Las chicas también estaban hechas polvo. Julia la que más, era la que más tarde había empezado a salir con Miki y sentía que en apenas un mes había desaprovechado el tiempo. Por mucho que la intentaramos convencer que no era así, no lo conseguíamos.
Salir con alguien más tarde o más temprano no  significa que lo hayas querido más o menos, sino mira la cantidad de parejas que han vivido en un sube y baja continuo, o en un ni sí ni no agobiante y ahora pueden ser fácilmente las más felices del mundo.
Alba tampoco se quedaba atrás, le costó sacar de dentro de sí misma el valor para por fin pedirle salir a Joan y en un abrir y cerrar de ojos el tiempo se les había ido de las manos.
Muchas veces me he preguntado que hubiera sido de nosotras si Alba no se hubiera tropezado con Joan aquel día en el baño. Probablemente no les habríamos conocido y nada de esto habría llegado a pasar. Benditas casualidades las mías.

EfímerosWhere stories live. Discover now