Capítulo 57

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Narra Julia:
Alba y yo salimos de casa y nos encaminamos hacia la de Joan, allí nos esperaba él junto a Miki para hacer algo los cuatro juntos. ¿El qué? No lo sabíamos. La cuestión es dejar la casa sola para que Adriana y Carlos tuvieran la intimidad que necesitan.
Llegamos y Miki nos abre la puerta con una sonrisa burlona en los labios. Nos saludamos y Miki se dirige a Alba.
-Miki: Joan te está esperando arriba, Alba. Quería decirte algo.
-Alba: okey, ahora os veo.
Una vez Alba se ha ido nos quedamos los dos solos.
-Miki: ¿y a ti? ¿Te apetece ir a cenar?
-Julia: claro, esperamos a Joan y Al...
-Miki:no, me refería a nosotros...solos.
No puedo evitar que una sonrisa se forme en mis labios al escuchar sus palabras, no puedo adorarlo más.
-Julia: claro, vamos.
Nos vamos y pasamos la cena entre risas y charlas triviales. Creo que nunca podría cansarme de hablar con él. Ni de lo que me cuenta. Ni del tiempo que hemos pasado juntos, y del que espero que nos quede por pasar.
Salimos del bar y me lleva a las típicas salas que están llenas de juegos, como futbolines, boleras y demás. Nos pasamos la noche jugando como dos críos y divirtiéndonos. No me había dado cuenta de lo mucho que me gusta Miki, me hace sentir viva. Y eso me encanta. Vive para hacer feliz a los demás, y eso no puede gustarme más.
Cuando nos damos cuenta de la hora que es nos disponemos a volver a casa de Joan, ya que íbamos a dormir allí. Vamos andando cuando siento algo rozar mi mano, miro y me doy cuenta de que es la suya, que ha agarrado la mía con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca. Esto me recuerda al primer día que nos conocimos, cuando estábamos en las motos de agua de la playa. Y es entonces cuando me doy cuenta de lo que hemos pasado y de cómo han crecido mis sentimientos hacia él. Pero tenía un problema, ¿los suyos habrán crecido igual? Siento como Miki para de andar a medio camino y mira hacia el suelo preocupado.
-Julia: hey, ¿qué pasa? ¿por qué paras?
No me da tiempo ni a terminar la frase cuando siento sus labios hacer contacto con los míos, para después moverse lenta y cautelosamente, con una mezcla como de miedo y ganas. Ganas sobre todo. Nos separamos lentamente, como si nos costara la vida hacer ese simple gesto. Pero no puedo dejar que pase, no ahora que había llegado el momento que, aún sin saberlo, me hacía tanta falta, así que ahora soy yo la que no dejo que se separe y me vuelvo a lanzar hacia él, juntando de nuevo nuestros labios, como si fuera nuestro lugar favorito del mundo, aunque realmente creo que a partir de hoy si que lo es.

EfímerosWhere stories live. Discover now