Capítulo 36

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Narra Adriana:
-Carlos : ¿ese plan no me incluye a mi no? -pregunta asomándose por la esquina del baño-
-Adriana: ¿pues no era que íbamos a tomarnos las cosas con calma? -digo acercándome a él, rodeando su cuello con mis brazos-
-Carlos: al menos déjame que te bese otra vez.
Asiento sin separarnos lo más mínimo, no estoy por la labor de que corra el aire entre nosotros. Esta vez es él quien ladea la cabeza y me besa lentamente. Lame mi labio inferior pidiendo permiso para meter su lengua en mi boca pero se lo deniego separandonos lentamente. Me conozco a este niño y una vez que empieza no lo puedes parar.
Entro al baño y cierro la puerta tras de mi dejándolo allí fuera con cara de tonto y me dispongo a relajarme y no pensar en nada. Tras un rato que creo que ha sido el mejor de mi vida, salgo ya con el pijama que mis amigas habían echado en mi bolsa para dársela a Carlos, encontrándome a éste viendo la tele tirado en la cama sin camiseta.
-Carlos: al fin, pensaba que iba a tener que entrar a sacarte de ahí por si te ahogabas.
-Adriana: anda exagerao, ¿tú es que no te vistes?
-Carlos: estamos en verano, no pienso ponerme pijama para asarme de calor.
-Adriana: voy a hacer como que paso de ti -digo girando sobre mis talones para salir hacia la pequeña terraza de la que dispone la habitación-
-Carlos: ¿dónde te crees que vas tan rápido?
Comienza a hacerme cosquillas en los costados provocándome una risa histérica, al mismo tiempo que me muerde con delicadeza el lóbulo de mi oreja, haciéndome estremecer.
-Adriana: vale vale para -consigo decir a duras penas zafándome de su agarre- te haré todo el caso que quieras .
-Carlos: pues ven conmigo entonces.
Carlos se deja caer sobre la almohada y deshace la cama levantando las sábanas, invitándome a tumbarse a su lado. Me quito las chanclas que llevaba puestas y me uno a él justo después de apagar la luz, dejando que nos iluminen las leves luces de la ciudad que se cuelan a través de los agujeros de la persiana.
Nos arropa hasta la cabeza y junta nuestras frentes.
-Adriana: ¿y si mañana nos arrepentidos de todo este que estamos haciendo hoy? -paseo mis manos por su torso cuando me acerca por  completo a su cuerpo, sin dejar ninguna distancia-
-Carlos: es imposible que me arrepienta estando contigo.
Sonrio de lado cerrando los ojos. Me centro en su respiración pausada y tranquila. En el calor que me transmite tenerle pegado a mi cuerpo. Me gusta siempre la sensación que me hace sentir cuando me abraza, me hace sentir protegida. ¿Le ocurrirá lo mismo a él? ¿Lograré hacerle sentir también así? Y así, a su lado, nuestras frentes juntas y con el corazón todavía latiéndome acelerado consigo quedarme dormida entre sus brazos, con una sonrisa que espero que, nunca nadie, consiga borrármela.

EfímerosWhere stories live. Discover now