Capítulo 6

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Narra Adriana:

En el momento en que oigo salir esas palabras de la boca de Carlos puedo decir que perdí las bragas y toda la ropa automáticamente. Mantén la compostura Adriana, que no se te note que lo cogerías y le harías de todo menos daño - me dije para mi misma-

-Adriana:¿no serás tú lanzado ni nada Carlitos?

-Carlos: habló la que se tiraría a alguien nada más conocerlo, si tú puedes yo también.

Decidí no contestar más ante sus ocurrencias porque a este paso iba a acabar seriamente perjudicada y cachonda.

Narra Julia:

Si Miki ya me había parecido una persona de lo más simpática y agradable (y guapo, no vamos a mentirnos), cuando me dijo que le encantaban las motos de agua y las montaba a menudo porque su padre tenía una, decidí que yo tenía que casarme algun día con él y conseguir que su padre fuera mi suegro porque amo esas motos desde pequeñaja. Decidimos alquilar una y dar un paseo rápido por el mar.

-Julia: mira allí hay un puesto. Pero conduces tú, que quiero que me demuestres lo buen piloto que eres.

-Miki: perfecto.

Llegamos y tras elegir nuestra moto y preguntar por el precio, me dispongo a sacar el dinero para pagarla a medias con Miki cuando me doy cuenta de que él ya le había pagado al hombre toda la cuenta.

-Julia: pero que hacesque no tienes que pagarme nada Miki -dije tendiendole la mitad del dinero-

-Miki: no voy a aceptar nada, tómatelo como una invitación de bienvenida y porque me has caído muy bien -dijo guiñandome un ojo-

Lo que me faltaba, si ya me tenía perdida después de ese gesto me ha matado entera, decido agachar la cabeza con la excusa de meter el monedero otra vez en la bolsa para que no vea los mil colores que se me han subido por sus palabras.

Narra Miki:

Nos subimos a la moto, yo delante para conducirla y Julia detrás mío. Veo que se agarra a los laterales, creo que más por vergüenza de agarrarse a mi que por otra cosa.

-Miki: puedes cogerte a mi, todavía no me he comido a nadie.

Ella ríe y rodea mi torso con sus brazos y apoya su cabeza en mi espalda. Creo que estoy a las mil maravillas.

Arranco y comenzamos nuestra ruta, voy aumentando la velocidad cada vez que puedo, con precaución siempre, pero me encanta esa sensación de adrenalina que te invade mientras sientes el viento golpear tu cara suavemente. Me sorprende que Julia se ha soltado completamente de mi para disfrutar del momento y no me ha recriminado en ningún momento nada. Y es que más de una chica a estas alturas ya me había pedido que bajara la velocidad por el bien de su pelo. Pero parecer ser que ella no es tan delicada, y sonríe mientras decenas de sus pelos de leona se le entrecruzan por la cara sin siquiera importarle. Cómo me gusta lo natural que es esta chica, otro punto a su favor.

EfímerosWhere stories live. Discover now