Narra Adriana:
Escucho como llaman al timbre de casa y entonces comprendo que Carlos está aquí y ha llegado el momento. Bajo las escaleras atropelladamente intentando no matarme antes de llegar a la puerta y cuando abro me encuentro con un Carlos bastante formal, vestido con unos pantalones de traje que le quedaban espectacular y una camiseta básica, muy él. Además ha traído una botella de vino. Espero que no pretenda emborracharme porque aguante con el alcohol yo tengo lo que viene siendo poco.
Me saluda dándome dos besos, lo nunca visto. Se ve que ha decidido tomarse la formalidad bastante enserio.
-Adriana: ¿qué guapo te has puesto no?
-Carlos: no todos los días tengo el placer de cenar con alguien tan increíble como tú, tenía que aprovechar la ocasión.
Maldita mi vergüenza y malditos los calores que me entran en cuanto me hacen cumplidos así.
-Carlos: no deberías ponerte así de vergonzosa a estas alturas Adrianita, creo que ya nos hemos conocido bastante, en todos los sentidos además -suelta de golpe haciendo que le propine un suave golpe en el hombro. Si él supiera lo que tenía puesto...-
-Adriana: pasa y puedes dejar la botella en la mesa antes de que me arrepienta de haberte invitado.
Hace lo que le digo y después se asoma por el hueco de las escaleras.
-Carlos: ¿y Julia y Alba? Pensaba que estarían por aquí.
-Adriana: se fueron, han quedado con Miki y Joan.
-Carlos: cabrones, lo tenían todo planeado.
-Adriana: puedes ir sentándote, voy a traer los platos.
Me dirigí entonces a la cocina, lugar del que no había salido en apenas todo el día, quería preparar una comida rica y ese precisamente no era mi fuerte. Aunque me esforcé todo lo que pude para que quedase decente, y, a decir verdad, creo que lo he conseguido. Había preparado una lasaña casera que, al menos por la pinta, parecía bastante apetecible, y espero que así sea. Me aproximo con la bandeja hacia la terraza, donde había colocado la mesa, puesta y decorada para la ocasión. Allí de espaldas a mi se encuentra Carlos, que en cuanto me ve aparecer me recibe con una sonrisa calida que haría las delicias de cualquier chica.
Nos sentamos y mientras él sirve la bebida, yo sirvo la comida en los platos.
-Adriana: espero que este al menos comible, la cocina no es muy fuerte.
-Carlos: tiene pintaza -admite echándose el primer trozo a la boca- y te confirmo que sabe increíble, menos mal que la cocina no era tu fuerte.
-Adriana: y nunca lo ha sido, esto es una excepción.
-Carlos: eso es que te has esforzado porque sabías que yo iba a probarla, ¿tantas ganas tienes de que todo vuelva a ser como antes?
-Adriana: no sabes cuántas, te echo muchísimo de menos Carlos, de verdad.
-Carlos: y yo también Adriana, aunque no lo pareciera. Los días que estuvimos separados se me hacían interminables, me costaba la vida no hablarte o ignorarte sabiendo que tú lo estabas pasando mal también. Pero me dolió tanto lo que hiciste...
-Adriana: lo se, y no sabes lo muchísimo que lo siento. Me comporté como una idiota ese día.
-Carlos: también es porque he tenido varias malas experiencias con ese tema, muchos a los que yo consideraba mis amigos me dieron la espalda cuando Marga les contó eso, su versión claro. Todos pensaron lo peor de mi y no me miraban ni a la cara, mucho menos me dejaron explicarme y hacerles ver que las cosas no eran tal como ella se las había contado. Pero se que tú eres diferente Adriana, por eso te perdoné. Se que no te conozco mucho y quizás me este confiando demasiado pero podría la mano en el fuego al apostar que tú no eres como las demás. No se qué tienes que una vez te conoce alguien, sería incapaz de olvidarte y no dejar huella en esa persona. Llámame loco pero creo que esta vez sí, esta vez es de verdad. - dice cogiendome de la mano por encima de la mesa-
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Efímeros
Fiksi RemajaNo hay nada más deseado por un adolescente que las vacaciones de verano. Pero cuando parece que la cosa no podía ir a mejor se presenta el que a simple vista parece el mejor y más interesante viaje de tu vida: dos meses en Barcelona con tus dos mejo...