Capítulo 10. Señor Dulce

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Capítulo 10. Señor Dulce.


Qué lindo despertar con alguien a tu lado, mientras tu cabeza reposa sobre su brazo, percibiendo su calidez... Claro que al despertar te das cuenta de que tu cuerpo no lo ha gozado y que te duele el cuello haciendo que emitas un sonido de molestia y pongas en alerta a la persona que duerme junto a ti, a menos que tenga el sueño pesado.

Y afortunadamente, Arthur parece un muerto, claro que no lo está porque su respiración me indica que aún sigue con vida. Suspiro aliviada y con cuidado me levanto.

Lo único que se lograba escuchar era la lenta respiración de Arthur, y bueno, noto que Bailey y Clarke también están aquí. Aunque lo raro es que estén durmiendo juntos.

¿Tienen algo? No es como si importara mucho. Tomo la frazada en el saco vacío y me envuelvo en él. Con sumo cuidado abro la carpa saliendo así de ella. Aunque de inmediato me arrepiento al sentir la fría brisa otoñal chocar contra mis piernas desnudas. Me abrigo como puedo y salgo del campamento viendo así el desastre de vasos y botellas regados por toda la arena y el pasto.

¿Pero que lo compensaba? La hermosa vista del sol saliendo por los arboles tintando de naranja el cielo y parte del agua, a lo lejos los picos de las colinas brillaban con su fina capa de nieve. Pero After Flames es hermoso y oscuro, lo ves reflejado en el lugar con la neblina bloqueando los alrededores. Así que, por mi curiosidad me tropiezo con una roca al tratar de avanzar mi camino hacia la plataforma de madera sobre el lago, cayendo sobre mi torpeza.

Mi tobillo se ha doblado y suelto una gran exclamación nada educada al tratar de apoyarme en el. Duele como el infierno, mierda.

— ¿Eres usualmente así de torpe o solo es mala suerte? —Bufo con la idea de toparme con Galia ¿De dónde ha salido? —Supongo que no eras tan buena bailarina, sin siquiera saber caminar. —dice encogiéndose de hombros junto a su sonrisa ladeada junto a su gorro de lana sobre su melena.

Por más que no quería admitirlo, el frío quemando sus mejillas la hacía lucir bien. Que mal que era una amargada.

— ¿Qué haces levantada? —pregunta. Jadeo levantándome.

—Necesitaba aire fresco. —digo apartando la mirada por unos segundos. — ¿Qué hay de ti?

—Es una costumbre desde que vivo aquí... Lo que me sorprende es el hecho de que tú, estés despierta. —dice mofándose. —Escuche que algo te asustó anoche ¿Una sombra con forma especial?

Mi vista se va hacia las tiendas abrazadas por la neblina. Las sombras no fueron un problema esta vez... sin embargo la podía sentir sobre mi cuerpo paralizado.

Me siento sobre una piedra cercana. Mi pie comienza a oscurecerse, que buena suerte la que gozaba.

— ¿Cuál es tu problema? —indago. Arquea su perfecta ceja depilada.

—No tengo ningún problema, Hilarie. No creas que soy la mala de la película.

—Entonces por qué actúas así, ¿Acaso me odias?

—No nos conocemos, no podría odiarte. Aunque tampoco es que me agrades. Simplemente no te conozco, ¿no te han dicho que no debes confiar en los extraños? Ya descubrirás porque.

Y sin más se va, me preguntaba por qué ella me advertía, igual que lo ha hecho Clarke.


§


Muchos estudiantes decidieron quedarse hasta mañana, pero Arthur, al despertar y ver que estaba con el pie bastante hinchado, decidió traerme junto a Bailey y Nicholas. Y vaya que no fue placentera la caminata.

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