Capítulo 15. Ángel

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Capítulo 15. Ángel.

Cuando vendes tu alma al diablo, enamorarte de un ángel puede llevarte directo al infierno. Mercedes Ronn.


Nicholas

—Ella no está bien. —le digo a Bailey, ella seca el cabello de Hilarie quien yace inconsciente sobre el sofá frente a la chimenea.

— ¿Qué hacía en la lluvia? —cuestiona Clarke cruzado de brazos.

—Dijo que él estaba afuera, no sé a qué se refería, pero estaba fría del miedo, más allá del clima. Esto es serio.

Bailey niega y me calla.

—No podemos decirle nada, Nicholas. Está prohibido.

—Mierda y más mierda. —masculla Clarke pateando una silla, ambos lo miramos. — ¡La van a matar del miedo!

Bailey lo manda a callar, si despertamos a alguien se nos va la situación de las manos.

—Clarke... —advierto.

—No, Jones. Mírala. —asiente hacia la chica inconsciente, esta pálida. —Es una estupidez fingir que nada pasa.

—No nos corresponde. —contesto.

—Entonces otra tragedia la seguirá, y luego otra y otra. —se ríe secamente. —Somos sus amigos, ¿Qué no se supone que los amigos se cuidan?

Bailey suspira y se sienta al lado de la pobre chica acariciando su cabello.

—La están lastimando y no podemos hacer nada. —dice con tristeza. —Sabemos que no fuiste tú, Grainger, alguien está forzando las cosas.

Clarke se sienta frente a la rubia.

—Grey, si no hacemos nada la condenaran. Ha vivido toda su vida como una humana, donde los cuentos de hada no son más que fantasía.

— ¿Y que pasara cuando le digamos? —inquiero. —No nos creerá, y Cowen nos echara de la academia. Este es nuestro hogar.

—Me importa una mierda esta cárcel, Nicholas. —me gruñe. —La manada no es más que una obligación, mejor irnos por nuestra cuenta y todo resuelto. —se levanta pero Bailey lo toma de la mano.

—No vamos a abandonarla, Clarke. —le dice la española con suavidad.

—No soy hipócrita. —masculla.

—Vamos a protegerla, ella no necesita saberlo todavía.

Grainger bufa, pero yo accedo.

—Estaremos para ella, Clarke.

—Clarke. —me mira dudoso. —Nos necesita, si las sombras la siguen es porque está sola. Esperemos hasta el baile, nos iremos si las cosas se salen de control.

—Nicholas no... —Bailey niega. Coloco mis manos sobre sus hombros.

—Rubia, no la dejaremos, nos iremos los cuatro.

Ella suspira aliviada y me abraza.

—Vale, joder que me parta un rayo si por hacerles caso nos matan.

Bailey se ríe.

—No seas un bebe, nadie morirá.

Sonrío y miro a la chica que mañana no recordará nada, es lo mejor para todos.


§


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