17

1.6K 218 115
                                    

—Parece estar sanando bien —dijo Julia, regresando la venda a su lugar.

El cuerpo de Niall estaba sudoroso y acalorado bajo las mantas, pero Julia no lo dejaba mover ni un dedo, ni siquiera para ir al baño; tenía que hacer pipí en una vasija. Era asqueroso, pero Niall creía que no tenía fuerzas para nada más.

Escuchaba al General de vez en cuando pasarse por la habitación. Niall aún no sabía exactamente en donde dormía ahora que él ocupaba su cuarto, pero tampoco se atrevía a preguntar. Lo vigilaba algunas veces por la noche, como un gendarme con la mirada de halcón sobre sus reos, y Niall no podía verlo, pero podía sentir la constante mirada sobre él. Ya era lo bastante intimidante.

Esa mañana, cuando Olivia vino a entregarle una bandeja con desayuno, que constaba de un simple tazón de avena y una manzana, decidió preguntar por él. Olivia dijo que estaba dormido sobre una silla en el rincón, justo junto a la ventana. Su cabeza le colgaba sobre su hombro y su boca estaba ligeramente abierta; creía que en cualquier momento comenzaría a babear. Lucía tan gracioso que Niall hizo lo posible por recrear aquella imagen en su mente solo para no olvidarla nunca. Era mucho menos gruñón así; aunque, de vez en cuando, murmuraba maldiciones.

Seguía dormido mientras Julia inspeccionaba sus heridas, asegurándose de que la infección no se hubiera expandido.

—¿Todo va bien? —preguntó Olivia, asomándose por el resquicio de la puerta. Julia encontró divertido ver como su barriga no cabía en la pequeña apertura.

—Creo que no hay ningún problema, has cambiado bien las vendas. La infección está desapareciendo—respondió Julia, levantándose—. Pero tiene que comer más, está muy delgado, va a terminar adquiriendo una anemia y no tenemos medicamentos.

—Intento conseguirle lo más que puedo, pero se nos están acabando los suministros. Zayn envió a Lucas a dirigir a un grupo hacia la ciudad para buscar más, pero no han regresado aún.

Julia suspiró.

—Tendremos que buscar algo más, entonces. Creo que eso es todo, por cierto, necesitas un baño también, apestas —dijo con una mueca en su agraciado rostro. Si Niall tuviera las fuerzas, se hubiera reído, y de paso, la hubiera golpeado juguetonamente.

—Buscaré algo.

Olivia desapareció, dejándolo de nuevo junto a Julia y el General, sus ronquidos seguían siendo callados y tranquilos.

Julia le compartió lo preocupada que se sentía por él, y después salió de la habitación sin decirle ni una palabra más. Niall no sabía si tomarse su preocupación como un mal augurio, pero prefirió no pensar en ello, pues solo lo pondría más enfermo.

Escuchó revuelo en la esquina después de un rato. El General estaba despertando, estirándose y haciendo un par de articulaciones tronar de un brusco movimiento. Niall respingó ante el sonido de sus huesos.

—¿Qué hora es? —preguntó de repente, levantándose de su asiento como si no hubiera estado dormido hace un par de minutos.

Tomó desprevenido a Niall, que, como un tonto, solo pudo comenzar a tartamudear.

—Eh... mmm...

—¿Uh? —inquirió Harry, con una ceja arqueada, pero aquello solo puso más nervioso a Niall.

—No lo sé, desperté hace poco también.

—¿Y dónde rayos está Olivia? —se preguntó, estirando un brazo después del otro, mirando por la ventana.

—Aquí.

La chica entró a la habitación, cargando sobre su barriga un pequeño tazón lleno de agua y trapos húmedos.

voraz; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora