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—¡Recuéstala!

—¡¿Recostarla en dónde?! ¡Estamos en medio de una autopista!

—¡La furgoneta!

—¡Maldita sea, quiten los asientos!

—¡Están unidos!

El pánico se había apoderado del grupo en cuanto Erin salió de la camioneta anunciando que el bebé venía en camino. Liam y Eden ayudaban a mantener a Olivia de pie mientras Erin intentaba comunicarse con Zayn, pues Harry había dejado de responder un largo tiempo atrás, dejando a Niall ansioso.

Ahora, todos buscaban un lugar en dónde poner a Olivia, asegurándose de que se sintiera cómoda, pero atrapados en una autopista a la mitad del campo no habían muchas opciones, solo esperar a que Harry regresara con Walter, quien seguro sabría qué hacer.

—Necesitamos desmontar los asientos, ¿alguien tiene herramientas por ahí? —se hizo escuchar Liam a través de la conmoción.

Niall, que estaba sentado contra el vehículo en el que venía, levantó la cabeza recordando mecánicamente las herramientas que trajo de su casa porque Harry se las había pedido. Las encontró en el apestoso ático, antes de haber sido sacado a rastras por el General.

Se puso de pie de un salto.

—En la camioneta de Zayn, traje las herramientas de mi padre.

Liam le sonrió, aunque no pudiese verlo, y para mostrarle su gratitud, dejó a Olivia y se dirigió hacia él para tomarlo con fuerza de las mejillas y plantar un beso en la coronilla de su cabeza.

—Eres el maldito salvador —le dijo a la cara, antes de soltar su rostro y salir disparado hacia la camioneta de Zayn.

Las herramientas estaban debajo del asiento del piloto, algo oxidadas, pero funcionales. De inmediato se pusieron en marcha, desatornillando los asientos de la parte trasera de la furgoneta, que les llevó aproximadamente una hora desarmar hasta que, por fin, el suelo quedó limpio y alfombrado.

—¡Traigan las mantas! —Niall escuchó a una mujer decir.

Se sentía fuera de la burbuja, como si no tuviera propósito en la operación. Podía escuchar los lloriqueos de Olivia, pero realmente no había nada que pudiera hacer más que consolarla.

Pusieron sábanas y cobertores que forraron el suelo alfombrado de la furgoneta, asegurándose de que cada rincón estuviera cubierto. Es para no manchar nada, dijo una de las chicas cuando Niall preguntó que ocurría.

Dejaron a Olivia recostada ahí, con ambas piernas flexionadas y sus manos sosteniendo su vientre. Niall podía escuchar perfectamente cada respiración pesada, cada exhalación y cada grito de dolor. Todos estaba reunidos alrededor de las puertas traseras del vehículo, esperando a que algo ocurriera, hasta que Olivia les devolvió la mirada con la cara roja.

—¡¿Podrían dejar de mirarme y hacer algo?!

Todos se movieron de inmediato de su lugar, atropellándose entre ellos hasta que salieron de la vista de Oliva. Mientras el caos se llevaba a cado, Niall pudo escuchar un sonido a la distancia, era lejano y apresurado, el caucho de unos neumáticos friccionando contra el concreto.

—Alguien viene —dijo en voz baja. Nadie lo escuchó excepto por Louis, que estaba de pie lo suficientemente cerca de él.

Louis comenzó a hacer señas con las manos, tratando de llamar la atención del grupo desenfrenado. Al ver que ninguno se disponía a escuchar, se metió dos dedos a la boca y dejó escapar un sonoro silbido que hizo al resto dar un salto, incluso a Niall.

voraz; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora