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—Tenemos que regresar —anunció Niall, con la voz ronca y profunda después de severos minutos llenos de llanto y sollozos descontrolados.

Greg no quiso preguntarle que ocurría, sabía que tenía todo que ver con lo que sea había pasado dentro de aquella bodega con Dixon. Solo lo dejó llorar desconsoladamente hasta haberse desahogado, esperando que cuando acabase, quisiera contarle lo que había ocurrido.

—¿Cómo dices? —Edison le preguntó a través del retrovisor.

—Esos locos van detrás de Zayn. Dixon piensa que él mató a su hermano. No puedo dejar que se muera solo porque no quise delatar a Harry.

—¿Estás loco? Apenas salimos con vida de ahí, no vamos a regresar a la boca del lobo —reprendió Greg, cruzándose de brazos con necedad.

—No puedo abandonarlo. Él me salvó la vida cientos de veces. No voy quedarme sentado.

Niall se inclinó sobre la consola del auto, haciendo énfasis en su necesidad por regresar con su antiguo grupo.

—Veremos que hacer —interrumpió Edison, antes de que su amigo abriera la boca solo para molestar más a Niall—. Por el momento, necesitas ver a tu padre y limpiarte esa fea herida en el brazo antes de que se infecte.

Greg le lanzó a Edison una mirada petrificante desde su asiento, pero el pelirrojo ni siquiera pestañeó en su dirección, mirando sin distracción el camino. Faltaba poco para llegar a Londres, no podían dar la vuelta ahora.

Niall bufó, y haciendo un mohín se arrojó al respaldo del asiento trasero, quedándose callado el resto del camino, esperando que Greg notara su silencio, o que viera su expresión endurecida por el espejo, decidiendo de la nada ir a ayudar a Zayn.

Pero nada de eso ocurrió.

• • •

Harry tosió contra el suelo. Saliva mezclada con un poco de sangre salpicando sobre el suelo de la estación. Sintió un dolor punzante en su estómago, justo en donde había recibido las constantes patadas.

—¡Contéstame! —había exclamado el hombre que le apuntaba con el cañón de su arma.

Pero Harry no dijo nada. Lo miró con la cara seria y el temple incorruptible. Podía ver la mano áspera que sostenía la pistola temblar de rabia. Su rostro bajo el pañuelo oscuro estaba rojo y sus pupilas lo observaban agudas.

No podía mentirle, ya había sido escuchado, pero ¿qué se suponía que le dijera al aparente padre de Niall? Oye, hombre, has hecho un gran trabajo con tu muchacho, tiene un culo para babear.

Harry, sin duda, terminaría con una bala entre las cejas. No viviría para ver a Niall una vez más. Por lo que tomó el castigo que el hombre adusto frente a él estaba dispuesto a propinarle.

—¡Salgan todos! —les grito a aquellos que estaban desperdigados por la habitación.

—Ven aquí, Morgan —susurró la mujer de antes, llevándose a una niña pequeña del brazo.

Mientras el grupo salía del cuarto, Harry no rompió el contacto visual. Recibió una última mirada lastimera del chico con el que había estado hablando hace un rato, antes de desaparecer por la puerta.

Esa noche Harry recibió la paliza de su vida, y no podía hacer nada al respecto. Aún esposado, estaba seguro de que podía con aquel hombre, sin embargo, si en verdad era el padre de Niall, no podía tocarle ni un solo pelo, sobre todo sabiendo que Niall estaba enfadado con él. Solo le quedaba esperar pacientemente a que Niall regresara pronto, o que el hombre se aburriera de atinar patadas a su estómago, o golpear a puño cerrado su rostro, a pesar de que ya estaba amoratado e hinchado.

voraz; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora