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Al final del día, después de una cena de enlatados calientes, el resto había terminado de bajar sus maletas y pertenencias en el campamento improvisado que habían armado en el jardín. Liam dormiría en su propia casa con Louis, mientras que el General ya se encontraba roncando y resoplando en el suelo de su recamara. Él había insistido en dormir en el suelo como si fuera un perro guardián.

Niall, en cambio, había pasado toda la noche dando vueltas en su propia cama. Estaba inquieto, y quería saber cuántas horas se había pasado rodando de un lado a otro, y tal vez lo sabría, si el General no hubiera arrojado su despertador por la ventana.

Zayn no había mencionado nada de lo que vio durante la cena, quizá porque era discreto, o tal vez por las miradas tajantes que Harry le lanzó todo el tiempo, pero por la manera en la que se reía sólo de vez en cuando, probablemente esas miradas no lo hacían ni pestañear.

Liam le había preguntado a Zayn de qué tanto se reía, y justo en ese momento, Niall casi pudo sentir su corazón detenerse por completo.

—Nada, solo recordé una broma.

Nadie lo cuestionó más, sin embargo, todos lo miraron como si se hubiera vuelto loco. Todos excepto Harry, que continuaba enviando dagas en su dirección cada que le daba un bocado a sus arvejas.

Niall bajó por las escaleras esa noche, dispuesto a buscar una botella de agua o algo que lo ayudara a relajarse, sabiendo que Zayn se encontraba dormido en el sofá. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y la cabeza inclinada hacia adelante.

Otros dos hombres robustos estaban acompañándole, pero ellos también habían cedido ante el cansancio. Al parecer, se habían quedado cerca de Jaxon y Walter para mantenerles un ojo encima.

Walter estaba recostado contra la pared, con la cabeza agachada, mientras Jaxon, atado contra la chimenea, ya estaba hablando en sus sueños.

Niall no sabía cuántos hombres se encontraban durmiendo en el salón; solo sabía lo ruidosos que eran. No le preocupaba que estuvieran durmiendo, Niall le había mostrado a Zayn el escondite de las llaves de repuesto para que asegurara las entradas de la casa. Si Walter o Jaxon intentaran escapar, el resto escucharía el escándalo que surgiría al tratar de abrir las puertas aseguradas.

Niall se dirigió a la cocina, en donde habían guardado las provisiones. En la isla de mármol encontró varios enlatados, especias y salsas, seguramente todas escogidas por Eden, hasta que por fin, sus manos dieron con las botellas de agua, frías al tacto a pesar de encontrarse a temperatura ambiente.

Tomó una e intentó abrirla silenciosamente, arrugando su cara en una mueca cuando escuchó el crujir del plástico ente sus manos. Logró abrirla eventualmente, y a grandes sorbos vació todo el contenido, soltando un sonido refrescante al final.

Dejó la botella a un lado y se dispuso regresar a su habitación, pasando por la sala en dirección a la escalera.

—Esta es tu casa, ¿no? —escuchó una voz alzarse entre el silencio. Niall se quedó petrificado al pie de las escaleras.

—¿Huh?

—Te mueves por el lugar como si nada, como si la conocieras de memoria. Esta es tu casa ¿cierto?

Niall asintió. Sabía que era Walter quien se encontraba hablándole, sin embargo, responderle sabiendo que Jaxon estaba en la misma habitación y que, en cualquier momento podrían despertarlo, lo ponía ansioso.

—Es increíble, como las personas como tú pueden adaptarse a su entorno aun cuando carecen de un sentido. Trabajé con un par de niños ciegos cuando estaba en el hospital, fue fascinante. 

voraz; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora