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Niall sabía que Harry estaba enojado. No podía verlo, sentirlo o escucharlo, y ese era el problema.

Un par de horas atrapados en el mismo auto y no lo había maldecido ni una vez. En cambio, Harry miraba por la ventana, abrazando un hacha que había robado de los bomberos, y una expresión vacía que no desvelaba ningún tipo de sentimiento.

Niall se preguntó, si estaba tan enojado, ¿por qué había decidido viajar en el asiento trasero junto a él? Era una pregunta que lo atormentaba. No podía decir si Edison notaba la tensión que colgaba entre ambos, pero sí podía estar seguro de que había algo ahí.

—¿Lograste contactarlos? —inquirió Edison desde el volante.

Harry apartó la vista de la ventana, devolviéndole una corta mirada por el espejo retrovisor. Se sacó el radio del cinto y presionó el botón transmisor.

—Zayn —dijo contundentemente, dejando ir el botón y rodando los ojos hacia arriba para escuchar mejor—. Zayn, ¿puedes escucharme?

Silencio. Sórdido silencio.

Harry bajó el radio a su regazo, y con una mueca desagradable miró de nuevo por la ventana. El auto se sumió en silencio nuevamente. Edison intentaba fervientemente mantener una actitud positiva, pero era difícil de lograr cuando todo se desmoronaba bajo sus pies.

Niall estaba asustado, pero sabía que no podía recurrir a Harry por confort. El amor que él idealizó a causa de sus novelas; grato, tierno y amable, no resultó ser más que una farsa. El amor era violento e implacable, no perdonaba a nadie como un vórtice que succionaba todo a su paso. Una vez dentro, no podías escapar.

Pero quizá, Niall no quería escapar.

Vivir con un sentimiento agridulce, era mejor que vivir con un sentimiento amargo toda la vida.

—¿Cuánto falta? —esta vez preguntó Niall.

Habían estado conduciendo toda la madrugada, pero ninguno quería dormir, solo para no dejar solo a Edison entre la penumbra. Niall se sentía culpable. Ed y Harry se habían turnado para tomar el volante, mientras el descansaba en la parte trasera, es por eso que se negaba a cerrar un ojo.

—Estamos a pocos kilómetros de Dover —respondió Edison.

—¿Crees que todos estén bien aún?

—No hay manera de saberlo hasta que estemos lo suficientemente cerca para contactarlos por el radio... ¿Por qué no duermes un poco? Te ves cansado, no has dormido nada desde ayer.

—Tú tampoco.

—Yo estoy bien. Logré dormir algo apenas llegamos a la estación. ¿Me perdí del emotivo reencuentro?

Niall negó con la cabeza, haciendo un mohín y escondiendo su rostro detrás de la ventanilla, sin ser consciente de que su expresión desesperanzada se reflejaba contra el cristal. Harry lo miró de reojo, sosteniendo su mejilla con la palma de su mano.

Mi mujer se mató. Aún recordaba las palabras agrías que escupió su padre con amargura hacia Harry.

—¿Qué le pasó a tu madre? —preguntó sin tapujos. Pudo observar a Niall respingar en su lugar.

Su cabeza permanecía enfrentando la ventana. Harry podía ver como su expresión se transformó.

Niall se encogió de hombros.

—Se murió...

—¿Cómo?

—No lo sé —respondió con la voz endurecida—. Greg no quiso decirme.

voraz; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora