O27 - Privada

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El team se encontraban todos reunidos en un parqué cerca a la residencia de la familia Ordóñez Velasco.

—No nos gusta verte mal Daniel, extraño al Daniel que es mi cómplice para asustar a Valeria.— Dijo Julián mirando triste a su amigo.

—Julián.— Valeria miró mal a su amigo.

—Mejor me calló.— Dijo entre risitas al ver la cara enojada de su amiga.

—Me duele saber que mis padres se van a separar, pero me preocupan más mis hermanos, ellos están más chiquitos ¿Como les explicó que nuestros padres están procesó de divorció?.— Daniel sollozaba mientras tenía la mirada pérdida. —Mis padres hoy me pidieron que llevará a mis hermanos al edificio Córcega, hoy un señor que no me acuerdo su nombre, iría a la casa con los papeles de divorció.—

—Necesitas relajarte.— Valeria acarició lentamente la espalda de Daniel, con señas le pidió a Julián y Juliana que la acompañaran para dejar solos a Daniel y Sebastián.

—Nosotros nos vamos, andá mocosa.— Julián tomó la mano de Juliana para empezar a alejarse juntó con Valeria.

—Sigueme llamandome mocosa y te dejó sin hijos.— Fue lo último que se escuchó salir de los labios de Juliana antes de que estuvieran más lejos.

—Amor...— Sebastián abrazó a Daniel quién al instante empezó a llorar. —Momentos como estos duelen, pero debes ser fuerte ¿Dondee quedó aquél niño que mo se dejaba caer por los obstaculos de la vida?.—

—Ese niño quedó en el pasado.— Contestó entre sollozos.

—Yo recuerdo a un pequeño niño de 9 años que no temía a nada y que estaba dispuesto a derrotar todo obstáculo.— Dijo de una manera tranquila que logró qué Daniel sonriera levemente.

—Tienes razón, siempre dije que nada lograría derrotarme y eso haré.— Daniel se limpió las lágrimas, para luego tomar aire y sonreír un poco. —Te amo..—

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—Bien señor Córcega, sólo falta su firma.— El abogado le entregó a Aristóteles el bolígrafo.

Aristóteles miró aque papel, luego a Temo quie solo esperaba que el rizado firmará ese papel.

—No.— Aristóteles dejó e bolígrafo r la mesa, para luego pararse de la mesa. —Yo no pienso firmar nada.—

Dicho eso Aristóteles subió las escaleras para encerrarse en la recámara que compartía con su todavía esposo.

—Puede retirarse señor abogado, nosotros lo volveremos a llamar.— Temo acompañó al abogado a la puerta para que retirará.

Después de que el abogado se retiró de la mansión de la familis, Temo subió a la recámara.

—Ari...— La voz de Temo salía algo frágil.

—Tahi...— Aristóteles se levantó de la cama para abrazar fuertekmente al castaño, para posteriormete unir sus frentes.

— Aristóteles se levantó de la cama para abrazar fuertekmente al castaño, para posteriormete unir sus frentes

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—Temo, mi tahi...— La voz de el rizado salía entrecortada. —Sabes que yo sería incapaz de engañarte.—

—Ari, yo...— Las lágrimas no tardaron en hacer presencia.

Hemos pasado por muchas cosas juntos, hay cosas que tienen su final, y otras que no, yo quiero que lo nuestro no tenga final.— Dijo Aristóteles en un susurró.

—Lo nuestro no tendrá final ni aquí y en otro mundo, porqué hasta después de la muerte te seguiré amando, en todas las vidas posibles.— Finalizó Temo para unir sus labios con los de su amado.

"Porqué hasta en otro mundo, todos tenemos a nuestra otra constelación, nuestra otra mitad".

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