<SIETE>

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La mano de Yoongi subió peligrosamente por tus muslos hasta quedarse parada bajo la ceñida tela que componía tu vestido negro.

Ignorabas que a Yoongi le fuera ese rollo de toquetearse secretamente delante de los demás, aunque tampoco conocías lo suficiente de aquel chico de ojos afilados y felinos como para saberlo.

Namjoon hablaba de algo que hace unos minutos te parecía de lo más interesante y que ahora solo era un balbuceo sin sentido demasiado lejano a tus oídos.

—P-puta madre —murmuraste al notar los largos dedos del peliverde rozando por encima de tu tanga de encaje negro.

—Yoongi, ¿qué tal va el trabajo en el estudio? Joonie dice que últimamente te estás quedando hasta tarde —curioseó Heejin.

Jamás habías maldecido a tu amiga, y tampoco pensabas empezar a hacerlo ahora. Pero a punto estuviste cuándo se dirigió al chico sentado a tu izquierda.

A pesar de lo que creías, su contacto no se cortó en absoluto; siguió rozando los dedos, parándose como si tuviera un radar en el punto justo del tanga que correspondía a tu clítoris. Entonces, esos dedos comenzaron a trazar círculos lentos y profundos sobre este.

Te sentías temblando, no solo porque el estimulo fuese acertado y magistral, sino porque acababas de descubrir gracias a Yoongi que eso de toquetearse delante de la gente no estaba mal del todo.

—Llevo trabajando bastante tiempo para la misma productora y empiezo a estar hasta los huevos —contestó el chico con una voz estable que de seguro tú no podías compartir.

—Joonie me ha dicho que te gustaría abrir tu propia productora de música, ¿no?—Yoongi asintió a la pregunta y contestó algo que no alcanzaste a oír.

No entendías en qué momento dos dedos se habían introducido en tu agujero mientras su pulgar apretaba tu pequeño botón con insistencia, separando el dedo para volver a unirlo con un poco más de presión cada vez.

Si no hubierais estado tan pegados en aquella mesa, de seguro se habría notado el brazo de Yoongi enterrado bajo esta en una posición, como mínimo, incómoda.

Te relamiste los labios, agachando la cabeza al comenzar a sentir los espasmos involuntarios que dejaba tu vagina alrededor de los dedos del chico, mientras notabas un brazo que rozaba incesantemente contra el tuyo en la dirección opuesta al peliverde. No te atrevías a mirar a tu derecha, porque una de dos: te cortaría completamente el rollo o te pondría más cachonda aún, y no querías comprobar cuál de las dos opciones acabaría por suceder. De todas formas, Jungkook parecía demasiado ocupado en zampar como un animal a tu lado, sin percatarse de lo que estaba pasando a solo unos centimetros de su pierna derecha.

—Hana, ¿quieres una de las brochetas? Son de las que te gustan —ofreció Hobi en la distancia.

Tus amigos parecían involuntariamente interesados por descubrir el pastel que se llevaba a cabo bajo la mesa, hablándote a ti o a Yoongi sin descanso. Lo único que necesitabas urgentemente era que la atención de todos se centrase en el jodido banquete que teníais delante; así que, hablaste con toda la amabilidad que te fue posible.

—N-no, gracias. —Tu voz solo había temblado ligeramente, ninguna señal extraña a la vista.

¿Entonces porque Hobi y Jungkook te miraban de repente?

—¿Estás bien? —preguntó tu amigo sin mostrar su habitual sonrisa. Asentiste sonriendo levemente mientras los dedos de Yoongi te castigaban sin piedad ahondando lo más profundo que podían en tu interior.

Estabas demasiado escurrida en la silla, pero si te incorporabas, esos dedos de pianista dejarían de entrar con tanta profundidad. La comodidad no te importaba tanto como el inmenso orgasmo que se estaba formando en tu interior en ese preciso instante.

CrybabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora