<DOCE>

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—¿Cuál es tu sueño? —preguntó Jaewon pasándote la taza de café humeante.

—Pues... No estoy segura. ¿Es malo si no tengo ningún sueño? —cuestionaste, un poco preocupada. El moreno te sonrió y negó con la cabeza.

—No es malo, quizás todavía no lo has descubierto, eso es todo.

—¿Cuál es el tuyo? —indagaste al tiempo que el chico se sentaba junto a ti en el banco de madera.

—Pues... Me gustaría seguir trabajando en el arte; es lo único que me apasiona tanto como para querer dedicar mi vida a ello...

—Bueno, después del verano tienes esas prácticas, ¿no? Es un buen comienzo.

Jaewon te dio un suave beso y asintió al momento. Dudabas de que algún día te acostumbrases a esos besos que hacían que todo tu cuerpo se estremeciera de cabeza a pies. Por mucho que os besabais, jamás era suficiente, y jamás paraba esa sensación que erizaba cada vello de tu cuerpo.

—Últimamente tengo otra cosa más en la cabeza —confesó, mirando el horizonte de color anaranjado que se reflejaba sobre la superficie del agua de la playa—. Hay algo más que me apasiona lo suficiente como para pasar el resto de mi vida haciendo... —dijo, pasando de mirar el paisaje a observar tu rostro.

—¿El qué? —preguntaste con el corazón acelerado.

—Ya sabes lo que es —contestó divertido por la mueca de vergüenza que ponías—. Ya sabes que me refiero a ti...

—Pero tú no eres de aquí y yo tampoco —susurraste, intentando no dejar que la tristeza que sentías ante el pensamiento de separarte de Jaewon te invadiese.

—Lo sé. Pero tengo esas prácticas en el museo y después de eso podré trabajar. Tú estás a punto de empezar en la universidad y si quieres... Podríamos hacer que funcione.

—¿Cómo exactamente? —preguntaste, completamente emocionada por sus palabras.

—¿Qué te parecería estudiar en Corea?


//🖤//



Te sentías completamente incómoda sentada en ese enorme sofá, y no porque no tuvieses espacio suficiente, sino porque tu cuerpo parecía tenso al extremo de temer por una contractura.

Hacía rato que Jin dormitaba a tu lado, y no entendías cómo podía estar tan tranquilo como para pensar siquiera en quedarse dormido; aunque claro, seguramente a tu amigo no le importaba tanto como a ti lo que estuviese pasando en vuestro piso en esos momentos.

Propinaste un codazo contra el costado de Jin, haciendo que abriese los ojos de forma exagerada, solo para mirarte con rencor al momento de entender que habías sido tú la encargada de interrumpir su descanso.

—Hana, déjame de una vez... —suplicó en un murmuro.

—¿Cuánto tiempo ha pasado ya? —preguntaste (por decimoséptima vez en la noche).

Jin dio un rápido vistazo a la pantalla de su móvil y viste cómo movía sus dedos bajo la manta.

—Unas... c-cuatro, cinco horas.

—¡¿TANTO?!— exclamaste, levantándote del sofá de un salto.

—Vete a molestar a Hobi o a Tae o a Jimin si quieres, pero a mí déjame dormir —protestó, echándose más cómodamente sobre el sofá ahora que tú no estabas sobre este.

CrybabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora