La maldita mesa llena de botones y lucecitas (parecida a cómo debían ser los mandos de un avión F—14) se pegaba a tus pechos desnudos y a tu viente de forma dolorosa. Internamente comenzabas a estar asustada por joder alguno de esos controles con tu peso, pero el propietario de esa mesa de mezclas no parecía compartir el sentimiento mientras agarraba tus muñecas con una mano y te masturbaba con fuerza con la otra.
—¿Más, o menos? —preguntó Yoongi.
—M-más... —suspiraste.
El chico dejó escapar un gruñido, segundos antes de comenzar a moverse con más fuerza aún de la que ya empleaba, añadiendo un movimiento con dos de sus dedos que se arqueaban hasta apretar un puntito en particular que te hacía ver las estrellas.
El calor que desprendía el miembro del chico sobre tu culo te llamaba como un canto de sirena, pero Yoongi no parecía ser de los que ponían las cosas fáciles.
—Yoongi... —te quejaste con voz aguda y agitada.
El aludido rió suavemente a tu espalda, parando de masturbarte al momento y sacando sus dedos empapados de tu interior.
Notaste el ardiente contacto de su glande con tu entrada y te tensaste al instante, deseándolo tanto que temías correrte en cuánto te penetrase. Quizás por eso mismo no lo hizo al momento, tomándose su tiempo para acariciar tu trasero alzado hacia él. Tirando de la mano que sujetaba tus muñecas para obligarte a arquear la espalda y darle acceso a tus pechos doloridos por el contacto directo con los botones.
Sus dedos, mojados de tur propios fluidos, se internaron en tu boca y al momento que tu lengua se movía sobre ellos, el chico gimió; de una manera ronca y agresiva que te hizo tensarte aún más.
—Tranquila —susurró—. No quiero que te cierres o no voy a poder metértela.
En otras circunstancias, te habrías quejado de que era precisamente su culpa por tenerte sufriendo más de una hora bajo la placentera tortura, pero estabas demasiado excitada para reprocharle nada en esos momentos.
Yoongi era la antitesis misma de Jimin; mientras éste último era delicado y cuidadoso al extremo de parar al momento con todo solo por haberte pegado un tirón del pelo sin querer, y buscaba tu satisfacción a veces por encima de la suya propia. Yoongi parecía disfrutar con tus gruñidos frustrados y tus gemidos de desesperación, dejándote al borde del dolor con su rudeza. Y las dos formas te parecían igualmente satisfactorias.
—Te voy a tener que soltar de las muñecas un momentito, ¿te parece bien? —preguntó. Diste una ligera sacudida con la cabeza en señal de afirmación—. ¿Has probado alguna vez unas esposas?
—A-alguna vez... —suspiraste.
—¿Qué te parece repetirlo?
—Si me vas a follar ya te dejo que me pongas un sombrerito de fiesta si quieres —espetaste desesperada. El chico rió suavemente tras de ti y, al momento, sentiste el contacto frío sobre tus muñecas.
Se cerraron sobre ti con un chasquido metálico y, de nuevo, sentiste el miembro de Yoongi rozando sobre tu intimidad. Ahora que sus dos manos estaban libres, no dudo en usar una de ellas para enroscarla sobre tu pelo y obligarte a pegar tu espalda sobre su pecho.
—Si quieres que sea más suave... —comenzó a decir.
—N-no quiero que lo seas —aseguraste.
La lengua del chico recorrió tu cuello y tus ojos se pusieron en blanco al notar su pene palpitar contra tu clítoris.
—Prepárate, pequeña...
El chico se internó con fuerza, de una sola estocada, y gritaste de forma ahogada por la acción, escuchando el siseo del muchacho contra tu oído.
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Crybaby
FanfictionHace unos cinco años te lo hubieras creído: esa gilipollez de las campanas sonando en tu mente al mirar al amor de tu vida, las mariposas en el estómago, la certeza de que habías encontrado el otro extremo del hilo rojo que rodeaba tu dedo meñique...