<CUARENTA Y SIETE>

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"¿Es de día? ¿Es de noche? ¿Abril, mayo, junio, julio? Ni puta idea...".

Pensaste que estabas exagerando, solo habían pasado dos míseros días desde que la pequeña nació, pero encerrada en ese hospital el tiempo se pasaba terriblemente lento...

Todos los demás iban y venían; incluso los padres de Jimin y Hee habían ido a descansar un poco al hotel esa misma noche, pero Jungkook y tú no. Érais los únicos que habían aguantado ahí a duras penas, durmiendo en las incómodas sillas de la sala de espera, comiendo sándwiches de las máquinas expendedoras que deberían estar prohibidos por el gobierno... Un auténtico infierno.

Lo que más te extrañaba de la situación era que, a pesar de que el chico y tú estabais juntos todo el rato, no os hablabais. Era raro porque sabías que debías hablar con él y dejar las cosas claras cuanto antes; al menos antes de arriesgarte a sufrir más por ese motivo, pero habías pasado por tanto estrés las últimas cincuenta y seis horas que no querías añadirle más a tu cuerpo por temor a explotar. Jungkook, después de tu ataque de ansiedad, no había hecho más que lanzarte miraditas furtivas, seguramente preocupado por si finalmente palmabas, pero nada más que eso... ni siquiera ahora (que esperábais juntos frente a la puerta de la habitación de Heejin) soltaba palabra.

Nadie se había extrañado de que Hee y Namjoon decidiesen que vosotros fueseis los primeros en entrar; aunque te sentiste un poco mal por los padres de tu amiga, incluso ellos entendieron el porqué de la petición de los recién estrenados padres.

"Padres... la virgen, qué raro...".

A lo mejor te iba a costar un poco más que un par de días hacerte a la idea de que tu mejor amiga era madre. Esa palabra sonaba demasiado fuerte e imponente en tu cabeza; y no podías llegar a imaginar a Heejin ejerciendo como tal.

Tu cabeza andaba tan perdida, saltando de un pensamiento a otro, que te diste cuenta demasiado tarde de que estabas mordisqueándote los labios. Soltaste un quejido al notar que te habías hecho daño y Jungkook te miró, parando con su inspección a la puerta cerrada.

-¿Qué pasa? ¿Te encuentras mal?

-Me he mordido el labio -mascullaste, tapándote la boca con las manos.

-¿Te has hecho daño?

-No, Jungkook, no. Grito porque me he acordado del final de Lost y todavía no lo supero...

-Ya estamos con el sarcasmo -suspiró Jungkook, pasándose las manos por la cara.

-Pues si no preguntases tonterías no tendría que ser sarcástica.

-¿Tonterías? Solo quería saber si te habías hecho daño -reprochó, frunciendo el ceño.

-Sí, sí me he hecho daño, ¿vale? Creo que tengo sangre...

-A ver, déjame echar un vistazo -pidió, apartando tus manos en un gesto rápido. Sus dígitos se apoyaron contra tu barbilla y la alzó para dejar tu cara a su vista.

Cuando te miró, te arrepentiste un poco de no haberte cepillado el pelo en dos días, de no llevar maquillaje y, en definitiva, de tener la cara de culo que debías tener en ese momento. Pero bueno, Jungkook solo quería verte el jodido labio, así que tampoco había nada de lo que preocuparse; a no ser que te lo hubieses reventado, porque sentías como si lo hubieras hecho, desde luego.

-Tienes un corte pequeñito... -susurró con los ojos pegados a tu labio inferior-. ¿Te duele mucho?

-U-un poco -admitiste, clavando tu mirada en sus labios que, a diferencia de los tuyos, estaban perfectamente; es más, estaban rosas, jugosos, humedecidos, entreabiertos...

CrybabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora