—Ji... Jim... ¡Virgen santa!
El chico que se movía entre tus piernas, pareció recibir aquella exclamación de tus labios como una bendición para seguir ahondando con su lengua entre tus pliegues.
Te agarrabas a su pelo dejando caer la cabeza hacia atrás de puro gusto. Y como siempre, siempre... SIEMPRE hacía, se separó segundos antes de que pudieses correrte.
—Tranquila, preciosa. Ahora viene lo bueno...
—¿Ah, que e-esto era lo malo? —preguntaste con sarcasmo, al tiempo que Jimin se reía y pegaba sus hinchados labios contra los tuyos.
Notaste como rozaba la punta de su miembro desde tu clítoris hasta tu más que preparado agujero, y gruñías con frustración cada vez que volvía a alejarlo de este.
Una lamida lenta a los labios de Jimin, le hizo soltar un gemido agudo que te hacía saber que, en efecto, lo bueno estaba por llegar.
Te penetró al momento, introduciéndola lentamente y parándose un segundo en lo más hondo mientras vuestras respiraciones agitadas se entremezclaban sin pudor alguno.
—M-muévete, Jimin... Por lo que más quieras.
—¿Las palabras mágicas?
—Park Jimin, fóllame de una puta vez.
—Estaba pensando más en un por favor, pero te lo acepto.
Sus caderas comenzaron a moverse a un ritmo lento y profundo. Introduciendo su miembro al completo para sacarlo cruelmente despacio y repetir la operación. De vez en cuando le gustaba hacerte sufrir de esa manera; no tenías idea del por qué, pero ese día en particular no tenías paciencia alguna para esperar que comenzase a metértela tal y cómo querías que hiciera, así que le empujaste, separándole de ti y conduciéndole al suelo, en el que se tumbó al momento.
—Te veo más desesperada de lo normal, cariño —dijo con tono juguetón—. ¿Te pasa algo?
—J-jimin, si quieres después te dejo leer mi diario. Pero ahora no te quiero escuchar hablar si no es para recordarme lo buena que estoy.
Bajaste las caderas sobre su grueso miembro, hasta que tu trasero estaba en completo contacto con sus esculpidos muslos.
Soltaste un gemido tan agudo y profundo que notaste la polla de Jimin dar una leve sacudida en tu interior. A Jimin le gustaba el ruido, cuanto más mejor.
Comenzaste a moverte inmediatamente a ritmo rápido, dándole al pelirrojo tumbado en el suelo una panorámica clara de cómo tu vagina devoraba su miembro por completo.
—S-sí que estás impaciente hoy... J-joder —masculló.
Estabas impaciente, sí. El jodido niño con el que te habías pasado toda la mañana se había encargado de llevarse consigo hasta el más leve rastro de paciencia que existia en tu interior.
Bajaste el ritmo por un momento cuándo aquel pensamiento cruzó tu mente.
¿Qué coño hacías pensando en la ratilla en un momento como este?
De repente el sentimiento se asemejó al de cusndo tienes una canción en bucle repitiéndose sin descanso en tu cabeza y cuanto más intentas apartarla más parece subir el volumen en tu mente.
La canción era el puto Jungkook.
Cerraste los ojos para concentrarte en como el pene de Jimin salía y entraba, con su venosa superficie rozando cada parte de tu alma. Pero la imagen del niñato correteando por el estudio en el que te encontrabas en estos momentos, con el último trozo de pizza en la mano, no se iba, si acaso parecía intensificarse más y más.
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Crybaby
FanfictionHace unos cinco años te lo hubieras creído: esa gilipollez de las campanas sonando en tu mente al mirar al amor de tu vida, las mariposas en el estómago, la certeza de que habías encontrado el otro extremo del hilo rojo que rodeaba tu dedo meñique...