<CUATRO>

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Dolor. Mucho dolor en la cabeza.

Eso fue lo primero que notaste al abrir los ojos; lo segundo, el cuerpo desnudo de Yoongi junto al tuyo.

Te congratulaste internamente a pesar de la dolorosa resaca que de seguro ibas a arrastrar el resto del día. El polvo que habíais echado era un poco difuso en tu mente, pero de los orgasmos te acordabas, de eso claramente...

Apartaste el edredón a desgana y miraste tu móvil, que marcaba las nueve y cinco de la mañana. Todavía tenías que pasar por tu piso para ducharte, vestirte e ir a exponer tus cuadros frente a un jurado de artistas decrépitos que de seguro no iban a valorar tus obras en lo absoluto.

"Cojonudo".

Pusiste un pie fuera de la cama, sin encontrar el contacto frío del suelo que esperabas y miraste hacia abajo, esforzándote por abrir los ojos y ver qué demonios estabas pisando; aunque lo que te encontraste fue más bien un quién.

—Naaaa, no me pises —se quejó la voz adormilada de Hobi.

—¿Qué coño haces tú aquí?

—Este es mi cuarto.

Miraste a tu alrededor encontrando que, efectivamente, su afirmación era cierta, y habías dormido en su habitación sin darte cuenta siquiera.

—Joder, lo siento, Bi. ¿Por qué no me despertaste para que me fuera?

—Estabais los dos en pelotas; voy a tener que quemar la cama de todas formas —murmuró volviendo a acomodarse para dormir.

Contuviste la risa ante su comentario y te giraste para mirar a tu desnudo acompañante.

Su cuerpo pálido se entremezclaba con el edredón de funda azul celeste, y su pelo verde menta resaltaba sin remedio encima de la almohada blanca.

Ya te lo habías follado, así que tampoco le iba a molestar que admirases un poco más su cuerpo desnudo. Retiraste el edredón por completo y, antes de levantarte de la cama de una vez, apretaste una de sus nalgas con fuerza para dejar una sonora palmada sobre ella.

Yoongi gruñó de manera ronca ante el contacto y se dio la vuelta sobre el colchón, dejándote apreciar una erección mañanera que pedía a gritos de tus cuidados.

Tuviste que recordarte lo importante que era esa estúpida exposición, para no lanzarte sobre él de nuevo al verle de esa manera, y le tapaste con el edredón antes de salir de la habitación, vistiéndote sobre la marcha.

Ya habías conseguido colocarte el sujetador y la camiseta, buen comienzo. Pero los pantalones vaqueros prometian ser una tarea más difícil, y caminabas a la pata coja por el pasillo sin que la maldita prenda quisiese ponerte las cosas fáciles.

—Hey, hola.

Casi te da un infarto al escuchar una voz en medio de la sala llena de gente durmiendo por el suelo.

¿Quién coño iba a estar despierto a las nueve de la mañana un puto domingo después de una fiesta? Unos gigantescos ojos negros recibieron los tuyos y soltaste un suspiro, todavía agarrándote el pecho por el susto.

"Pues el puto niño, ¿quién si no?".

—Hola —gruñiste, volviendo a tu tarea de subirte los pantalones.

—¿Qué hiciste ayer? —preguntó, dejando ver una leve sonrisilla en la comisura de sus labios.

—Ah bueno, pues verás. Yoongi y yo discutimos sobre si a la larga una capitalización compuesta es más beneficiosa para la inversión que una simple. En realidad es una verdadera tontería discutir siquiera de ese tema, puesto que la capitalización simple está pensada precisamente para las inversiones a corto plazo, mientras que las compuestas aportan rentabilidad progresiva cada año de la inversión junto con el desembolso inicial. Yoongi estuvo de acuerdo al explicárselo de esa manera y tras admitir su error, me metió la polla hasta el fondo.

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