<DIECIOCHO>

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Mirabas a Jin con una concentración impropia en ti y el chico te devolvía la intensidad con que le mirabas, no parpadeábais, vuestras narices casi rozaban, y jurarías que habías empezado a sudar por los nervios. Entonces, Hoseok lo dijo.

—¡Piedra, papel, tijeras!

Las manos de Jin y las tuyas aparecieron a toda velocidad y al momento que las pusisteis frente al otro, te tiraste de la silla: derrotada.

Jin alzaba las tijeras formadas con sus dedos en gesto victorioso, riendo eufórico por haberte ganado.

—Joder... —mascullaste aún desde el suelo—. Me vais a costar una fortuna...

El perdedor de aquel juego iba a ser el encargado de pagar la cena para todos esa noche, y ya podías visualizar el poco dinero que te quedaba para el resto del mes desapareciendo de tu pobre cuenta corriente.

Heejin y Hoseok se unieron a la risa de tu amigo, burlándose sin arrepentimiento de tu suerte.

—Sois unos cabrones —escupiste incorporándote—. Mañana tengo que presentar los cuadros y encima me hacéis pagar... Si no me cogen la desgracia va a ser doble.

—No seas dramática, Na. Seguro que te cogen; al fin y al cabo has sido la única de tu curso a la que le han pedido que participe siquiera —te animó Hoseok.

—Y ya que no dejas que tus MEJORES amigos vayan a ver cómo presentas tus cuadros, lo mínimo es que nos invites a cenar —argumentó Jin sentándose en el sofá.

—Es que solo voy a ver al puto director de la galería... ni siquiera sabemos si voy a exponer aún... —replicaste.

—Seguro que le encantan tus trabajos, no te tortures —te apoyó Heejin sonriente.

Miraste con escepticismo a tu amiga y cogiste el móvil para pedir la cena. Te sabía un poco mal el hecho de no dejar que tus amigos te acompañasen a pesar de lo mucho que habían insistido, y estabas aterrada ante la posibilidad de ser seleccionada, ya que eso significaba que no te quedaría más remedio que aceptar que fuesen a la galería cuando se expusieran tus obras y que, inevitablemente, pudiesen ver con sus propios ojos el último de tus cuadros.

Ni siquiera habías dejado que Jungkook lo viese, y eso que el chico era insistente y tozudo como él solo.

—En fin, pido menú para cuatro y listo, ¿no? —cuestionaste con la mirada fija en Jin, que negó con la cabeza al instante.

—Muy graciosa, pero si vas a comer como una cerda igual que siempre, ¿qué va a ser de mí? Tengo que alimentar este cuerpecito esbelto que ves. —Acompañó su frase de un gesto de apreciación a su cuerpo; señalándose y alzando la cabeza con orgullo.

—Pedid el menú para cuatro, no os preocupéis, yo no voy a cenar aquí —comentó Heejin.

Los tres la mirasteis como si os acabase de traicionar, y la chica se sonrojó de inmediato. Aunque un poco traición si que era, al menos en tu humilde opinión, ya que como norma general os reuníais al menos una vez por semana vosotros solos para cenar, jugar a juegos de mesa y, en el caso de Jin y Hoseok, cotillear como si la vida se les fuera en ello.

—¿Y dónde vas a ir, desertora? —preguntaste volviendo a tu inspección por la página de comida japonesa.

—Voy a salir... por ahí, c-con él...

—¡¿Has arreglado las cosas con Namjoon?! —exclamaste, tirando el móvil al sofá—. ¡¿No pensabas decir nada?!

Hoseok comenzó a emitir grititos de emoción ante una Heejin cada vez más roja, que parecía hacerse más pequeña por momentos ante vuestras miradas.

CrybabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora