<TREINTA Y OCHO>

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El contrato, el contrato, el contrato...

Hacía solo dos días desde que habías escuchado hablar por primera vez de ese puto contrato. Yoongi fue el encargado de decirte (más feliz de lo que jamás lo habías visto) que habían firmado un contrato de colaboración con una productora inmensa que abriría muchas puertas para la empresa. Estabas emocionada, por supuesto, pero eso también significaba que tenías que trabajar el doble ya que los chicos estaban encerrados en el estudio de sol a sol y te tenías que encargar de absolutamente todo lo que no tuviese que ver con la música.

De lo que también te diste cuenta, es de que ese contrato tenía otra letra pequeña: Namjoon apenas podía estar con Heejin.

La charla que tuvieron el día en que el castaño le contó a su novia acerca de todo el tema del contrato, fue, como poco, tensa. Porque Namjoon quería rechazarlo ya que sería imposible que Yoongi cumpliese él solo con todo el trabajo que eso significaba, y tras una bronca monumental por parte de Heejin (que le reprochaba que no podía dejar pasar una oportunidad así en su carrera solo porque su novia estuviese embarazada) y después de que Jungkook y tú le aseguráseis de que la chica estaba en buenas manos, Namjoon finalmente aceptó.

En lo referente a ti, esos acontecimientos significaban dos cosas: por un lado, que si de por sí llevabas jodidas las clases por culpa del trabajo, la cosa no iba a mejorar precisamente ahora que pasabas casi todo el día metida en la oficina; y por otro, que todo el tiempo que no pasabas en la oficina o en clase, lo pasabas con Hee.

El ritmo de vida que habías llevado los últimos dos días comenzaba a pasarte factura, porque casi no habías dormido, porque tenías que hacer un trabajo especialmente jodido y largo, porque no te habías pasado por tu piso ni para saludar, y porque todavía intentabas comprender y memorizar el funcionamiento y las partes internas de un aparato de aire acondicionado...

Pasaste al salón con el móvil casi pegado a la cara sin estar muy convencida de si el problema del aire acondicionado de la oficina era por que no había gas refrigerante o porque la válvula de expansión estaba jodida...

"Madre mía, en esto te conviertes después de cinco meses sin sexo, en una puta experta en cacharros de aire acondicionado".

Saludaste a la rubia sin soltar el móvil y la chica te miró preocupada mientras farfullabas cosas ininteligibles.

—Na... ¿Qué tal el trabajo hoy?

—De puta mierda, nos estamos muriendo de calor en esa puta oficina.

—¿Todavía no habéis llamado al técnico? —preguntó sonriente; aunque su gesto amable se cortó cuando le dirigiste una mirada desquiciada.

—Ya no hay técnico que valga. Yoongi se ha fundido todo el presupuesto que teníamos en comprar equipos de mierda para el proyecto, así que o lo arreglo yo o se queda como está y morimos todos de shock térmico.

—¿De verdad hace tanto calor ahí dentro?

—Hee, llevo siete largas horas empapada en mi propio sudor, créeme si te digo que es horrible.

—¿Y por qué no te das una ducha y así te despejas un poco?

—No tengo ropa para cambiarme, da igual... —murmuraste, dejándote caer en el sofá junto a la chica.

—No da igual, estás agotada, y vas a estar más agusto duchadita, fresquita y con ropa limpia —comentó, dándote pequeños toques en el brazo para instarte a seguir su consejo.

—Vale, joder, ni descansar un poco me dejas. Te estás volviendo una tirana con el embarazo.

—Todavía no has visto nada, así que no te quejes.

CrybabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora