Capítulo 8: Fans

754 128 94
                                    

Sábado, 8 de abril de 2017.

Cerca de las diez de la mañana bajo por las escaleras y voy a la cocina. Ian está tomando café e intercambia su mirada entre el celular y una hoja de papel. Suelto la puerta, esta produce un leve ruido a mis espaldas.

—¡Mara! —levanta los brazos moviéndolos en el aire, como si no fuera capaz de verlo a solo unos pasos de mi—. Buenos días. Ven, siéntate y toma el desayuno conmigo.

Ian siendo una linda persona conmigo por la mañana, es una cosa de otro mundo.

—Am, ¿Quién eres y que hiciste con el Ian gruñón?

Le doy la espalda mientras me sirvo una taza de café.

—Ja, ja. Muy graciosa. Ahora ven. Tenemos que hablar.

Ha bajado el tono de voz y eso solo significa una cosa: Vamos a hablar de algo serio. Espero que Valentin no le haya dicho de nuestras ultimas peleas. Ian ha sido muy franco con nosotros. No quiere problemas, de lo contrario haré mis maletas y adiós a mi carrera de actriz.

Tomo asiento, manteniendo un poco de distancia.

—Bambi —suspira y me pasa una hoja de papel con números y letras—. Aquí tienes una lista de todos los lugares a donde iras con Valentin esta semana.

Le echó un vistazo.

Domingo: Almuerzo en Musso & Frank Grill.

Lunes: Noche de cine en iPic.

Martes: Picnic en Santa Mónica.

Miércoles: Sección de fotos.

Y dejo de leer.

—¿Tenemos una sección de fotos?

—Solo Valentin —responde sin importancia. Seguido me muestra una hilera de dientes muy blancos—. Pero acabas de darme una gran idea. Ustedes dos en la portada de alguna revista importante.

—¿Cómo Vogue?

—No, alguna más importante.

Honestamente, si me ofrecieran ser la portada de la revista Vogue mi respuesta seria un rotundo sí y lloraría de la felicidad una semana.

—¿Rolling Stone?

—¡Sí!

«Esta alucinando.»

—Ok, deja de soñar despierto. Iré al supermercado porque no tenemos nada de mercadería. ¿Quieres algo en especial?

Oculta su sonrisa detrás de la taza.

—Solo preguntas porque quieres dinero para la mercadería.

—Por supuesto.

Saca la billetera y decide cuantos billetes verdes me puede confiar.

—Trae fruta —me tiende el dinero—. En especial bananas.

—Bien.

Guardo los billetes y me termino el café.

—Tengo trabajo que hacer.

Detiene sus pasos de forma brusca antes de salir por completo de la cocina.

—Mara —dice mi nombre por más que ya lo estoy mirando.

—¿Qué?

—¿Recuerdas a la mujer que viste unos días atrás?

He visto a muchas mujeres, aunque algo que me apunta a cuál se refiere.

—¿Teresa?

—Sí. Quiero que, si alguna vez intenta acercarse a ti, no la dejes.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora