Martes, 11 de julio de 2017.
A cierta hora de la madrugada me despierto, muerta del calor y presa por el cuerpo de Valentin. Le doy un codazo en las costillas, sin embargo, no consigo nada.
—King, movete.
—No —se queja—. No tengo lugar.
Elevo la cabeza y observo sobre su hombro.
—¡Mira todo el lugar que tienes!
—Shhh.
—Quiero ir al baño.
Me deja libre y me levanto de la cama. Al volver de baño me fijo en los ventanales, anoche me levante un par de veces para chequear que no había un asesino vagando por el patio hasta que Valentin vino a la cama y ya no era el posible asesino lo que me preocupaba.
Valentin duerme en mi lado de la cama. Hago una barrera de almohadas en el medio de la cama y me acuesto en el frío de las sabanas. No pasa ni un minuto que él se da vuelta y se abraza a los almohadones.
Bueno, por lo menos no me abraza a mí.
Murmura algo entre sueños y lo observo. Me reto a mí misma cuando me parece más guapo que hace cinco minutos. Se remueve sobre el colchón y cierro los ojos fingiendo estar dormida. Si me encuentra mirándolo mientras él duerme sería muy bochornoso y aterrador.
Es la primera vez que vuelve a ponerme nerviosa. Desde el viaje a Brasil no he sentido nada por él, más que rechazo. Tampoco es que hubiéramos pasado mucho tiempo juntos el mes de junio, nos hemos visto pocas veces. Cinco como mucho.
Y ahora que pasamos todos los días juntos —otra vez— los sentimientos que me confunden volvieron.
🌘🌗🌖🌕🌔🌓🌒🌑
Me despierto a las ocho de la mañana, sin nada de sueño que recuperar, pero con mucha hambre. Me lavo la cara y cepillo los dientes antes de bajar al silencio de la casa. No hay nadie en la sala, ni en la cocina. Me sirvo un poco de café y tengo intenciones de volver a la cama hasta que escucho voces que provienen del patio trasero. Abro la puerta de la cocina y me encuentro con todos tomando el desayuno afuera.
Valentin es el primero en verme.
—Hola —sonríe.
Daría media vuelta si nadie más se diera cuenta que estoy en pijama y a unos pasos de ellos.
—Buenos días —saludo.
Teddy me invita a la mesa a los gritos e Ian pone los ojos en blanco. Le cae pésimo que la gente grite, en especial a la mañana. Por eso, cuando era niña, iba a despertarlo a los gritos y con ollas. Ese era el único momento que tenía toda su atención y me encantaba.
No hay asientos libres y cuando Teddy va a dejarme su silla, Valentin me agarra de la cintura y me hace sentar en sus piernas. Agarra la parte trasera de mi cuello, acercando nuestros rostros y deja un suave beso.
—¿Tienen que hacer esto ahora? —se queja Teddy—. Justo delante de mis cereales.
El pecho de Valentin se mueve al reírse, una sonrisa se forma en mi cara y me apoyo en él. Soy la única que nota como Ian aprieta una mano hasta que sus nudillos se tornan blancos. Al descubrirme mirando abre su mano y se limita a darme una forzada sonrisa.
Me ofrezco a levantar la mesa para que todos se vayan a trabajar en la sala. Ian se queda con la excusa de que va a tomar otra taza de café, pero ambos sabemos que quiere hablar conmigo en privado.
Valentin deja un beso en mi mejilla y sigue a los demás. Junto los tazones y limpio las migas que quedan sobre la mesa bajo la atenta mirada azulada de Ian.
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Hablando con la Luna
Novela JuvenilPRIMERA TEMPORADA TERMINADA Y DISPONIBLE. SEGUNDA TEMPORADA EN CURSO. Dejando de lado la creciente fama de actriz principiante, la vida de Mara Bamber se vuelve aburrida y monótona con el paso de los días. En forma de juego le pide a la luna que le...