Capítulo 39: Navidad

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Mini maratón 1/2.

Lunes, 25 de diciembre de 2017.

Un constante sonido de pasos a mi alrededor me despierta, exaltada. Paseo la mirada por la habitación desconocida. Las paredes son de un gris claro y tienen algunas fotografías instantáneas pegadas encima. Hay alguien más, tirando prendas de ropas encima de la cama. Me giro de a poco, consiguiendo la atención de quien me despertó.

—Oh, buenos días —sonríe Kate.

—¿Ya es de día? —pregunto, ya que la ventana está cerrada y solo entra una luz del pasillo.

—Sip.

—¿Qué hora es?

—¿De verdad quieres saberlo? —repone con suavidad—. Si te digo que hora es, vas a querer matarme por tener que despertarte.

Es verdad. Me quito las mantas de encima y me siento en la cama. Katerina está vistiéndose delante de mí, sin vergüenza a estar en ropa interior. Se coloca un pijama de unicornio de colores pasteles y recuerdo la costumbre de los Kings.

—Ahí tienes el pijama que te dejo Valentin.

Me quedo mirando el trozo de tela verde afelpada. Lo agarro entre mis manos, es lindo, solo espero que me quede bien. Dejo caer el pijama y miro a Kate, que se peina su liso cabello en una coleta alta.

—¿Cómo está tu mamá? —consulto—. Nos pasamos con la bebida.

—Mi mamá tiene prohibido beber más de tres copas.

Oh, no.

—¿Tiene un problema con la bebida?

—No, solo que al día siguiente es insoportable porque tiene dolor de cabeza o cero ganas de vivir.

Ah, lo normal.

Voy al baño a hacer pipí, cepillarme los dientes, enjuagarme la cara y ponerme desodorante. Vuelvo a la habitación de Kate para ponerme el disfraz de dinosaurio que sigue sobre la cama. Me contemplo en el espejo de cuerpo completo hasta que Katerina entra en la habitación, interrumpiendo mi momento de confusión.

—¿Este es un pijama viejo de Valentin?

—Sí.

—¿Para qué lo uso? ¿Halloween?

—Tal vez.

Dejo de observarme por el espejo y la miro a ella.

—¿Me acompañas a buscar los regalos que deje en el Jeep?

Bajamos las escaleras en silencio. No hay nadie en la entrada, pero se escucha ruido de tazas y risas en la cocina. Entramos al garaje y nos apuramos a buscar las bolsas de regalos ya que Carter nos llama a los gritos desde la sala.

—Valentin me dijo que te lo regalo —comenta.

—Sí, hace un tiempo.

—Tienes que caerle muy bien para que te regale su auto favorito —dice remarcando el muy.

—Bueno, puedo llegar a ser un sol.

—También puedes llegar a ser muy tonta.

—¿Qué?

—Deja de hacer la vista gorda y lo sabrás.

Hay chocolate caliente sobre la mesa del centro. Kate deja las bolsas debajo del árbol y yo arrastro el paquete más grande por el suelo. Al enderezarme le doy una sonrisa a las tres personas que me miran desde los sofás. Me quedo embobada al ver lo que lleva puesto Carter, está vestido como Santa Claus. Gianna lleva puesto uno color rosa, con estrellas doradas, va genial para tener una resaca mundial.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora