Capítulo 7: Bruna

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Lunes, 27 de agosto de 2018.

El camino desde el aeropuerto hasta Beverly Hills se pasa muy lento. Ya quiero llegar a la mansión de Ian y encerrarme en mi habitación para descansar como es debido. Necesito dormir mis ocho horas.

Abro la puerta con mi juego de llaves y el silencio en la estancia es abrazador.

¿No hay nadie en casa?

Espero que no estén haciendo cochinadas en, como, por ejemplo, la sala, la cocina, el jardín o los pasillos que me llevarían a mi habitación.

Escucho una queja baja que viene desde la sala y no puedo evitar fruncir los labios. Dejo mi maleta a un lado de las escaleras y, sin hacer ningún sonido, me acerco al ruido.

-Por favor que no estén haciéndolo en el sofá -murmuro antes de entrar a la sala.

Ahí está Aria, en medio de una llamada, a punto de llorar.

«Bueno, esto es mejor que encontrarlos follando.»

-¡No, no he encargado pescado para la boda! -exclama Aria-. ¡Encargué sushi!

Tengo que morderme el labio inferior para no reírme.

-¡Sí, ya sé que el sushi contiene pescado, pero es diferente! -camina alrededor del sofá, sin darse cuenta que estoy en el mismo cuarto que ella-. ¡¿Por qué?! ¡Porque tiene arroz y salsas!

Nunca había visto a Aria con las mejillas rojas a no ser por vergüenza o por un momento desagradable. Pero ahí está ella, sufriendo una rabieta.

Deja caer su celular en el sofá y se tira los cortos mechones castaños que tiene en la cabeza.

-Hola, Aria.

Me mira, casi desnucándose con el movimiento brusco y, ahora, las lágrimas son más reales.

-Cielo. ¿Cuándo llegaste?

-Hace dos minutos.

-Pensé que irías a Toronto.

Sip, no le dije a nadie que vendría a Los Ángeles. Mala mía. Bueno, es que tampoco pude concentrarme bien, tenía un español que cada vez que nos quedábamos solos intentaba ligar conmigo.

-Tengo trabajo está semana.

-Oh, gracias a todos los santos -cierra los ojos de forma dramática y corre a abrazarme.

La muestra de cariño es diferente a los demás abrazos. Este es fuerte, bruto, sin caricias en la espalda.

-Uy, ¿estás bien? -murmuro.

-Por favor, ayúdame. Me estoy volviendo loca.

-¿Qué pasó?

La obligo a que me suelte para así puedo verle la cara.

-El catering dice que servirá pescado como primer plato -casi lloriquea.

-Pero, quedamos en que iba a ser pollo en el primer plato.

-¡Todo es un desastre! -chilla tan alto que me provoca dolor de cabeza.

-Vamos, Aria. No te estreses por algo tan tonto. Seguro se han equivocado de boda. ¿Por qué no vamos al local del catering y arreglamos esto cara a cara?

-Está bien -murmura con la mirada perdida en algún punto de la sala-. Sí, eso sería lo mejor.

Una sonrisa serena se dibuja en sus labios y vuelve a abrazarme, pero ahora con sutileza.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora