Capítulo 1: Hola, papá

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Viernes, 13 de junio de 2014.

Claudia se había obsesionado con una serie de espías. Se enamoró del protagonista en segundos y desde ahí nunca se perdió un capítulo. A tal punto que ella misma se consideraba una espía.

Todo comenzó a desmoronarse unos días antes de que la escuela acabe. Estábamos almorzando, justo debajo de un árbol, en la hora libre. Le conté que la noche anterior había mirado un álbum de fotos de cuando era bebé y me pareció raro no encontrar ninguna foto de Eva con la panza de embarazada. Ella tenía un millón de fotos cuando estaba embarazada de Ian.

Desde ese momento comencé a sospechar que había algo extraño. Un secreto que solo lo sabían pocas personas.

Creí que la duda quería plantada ahí, pero Claudia -sin que yo sepa- empezó a investigar. Primero les pregunto a sus padres, ellos no sabían nada. Paso semanas sin tener ninguna pista, hasta que le preguntó a la vieja chusma de mi barrio que sabía cosas de Eva, que sabía cosas de Simon, e incluso que sabía cosas de Ian. Lo que la señora solo pudo contestar fue... "Llegaron al barrio cuando la pequeña pelirroja nació. Ellos vinieron de Pickering."

Ahora tenía una base, por muy poco e insignificante que pareciera. Pickering es una ciudad situada al este de Toronto. Una abuela de Claudia vivía allí, y ella fue a visitarla. Con una foto de mi familia y una lista de preguntas. Ninguna pudo ser respondida y no reconoció a nadie de la foto.

Aun así, la adolescente necia por conseguir una respuesta para su mejor amiga hizo lo último que podría hacer.

Le mintió a mi madre. Le dijo que Taylor Swift vendría a Toronto a dar un concierto, pero que sus padres no tenían dinero para comprarle la entrada. Por eso estaba trabajando, podría hacer lo que sea. Desde hacer mandados, cuidar niños o -lo que esperaba conseguir- ayudar a ordenar la casa. Eva no pudo decir que no y le dio permiso de limpiar su casa.

Esa tarde yo estaba tomando sol en una playa de Los Ángeles, junto a mi hermano mayor, en ese entonces. Si hubiera estado en casa habría detenido aquella obsesión que se apodero de su cerebro. Habría aceptado a seguir viviendo en una mentira.

Claudia esperaba encontrar algún hilo del cual tirar en la habitación de mis padres, sin embargo, aquel cuarto estaba limpio. Se metió en la pequeña biblioteca que había a un lado de la cocina, tampoco encontró nada. Ya se sentía inútil y que el tiempo que invirtió en este caso fue para nada. Hasta que entró en el único lugar donde NADIE podía entrar: la habitación de Ian.

Y se encontró frente a frente con el secreto mejor guardado de los Bamber.

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Son vacaciones de verano y sigo encerrada en la mansión de Ian. Tampoco puedo quejarme. He pasado más tiempo con él en esta semana que los quince años que llevo de vida.

Cada vez que escucho un auto pasar por la calle me pego a la ventana y miro hacia los lados con desespero.

Reviso mi celular por quinta vez en la mañana. Ni siquiera tengo un mensaje sin leer.

«¿Y qué te piensas? Mamá es la única que te puede llegar a mandar un mensaje a las nueve de la mañana.»

Un auto rentado se detiene en la calle y yo comienzo a saltar en mi lugar al ver a mi mejor amiga bajar del mismo auto. Corro hacia la puerta y la abro justo en el momento que Claudia se abalanza hacia mi cuerpo.

No nos vemos hace un par de días, pero cuando estas acostumbrada a vivir con alguien, de verlo todos los días, compartir charlas, risas y hasta peleas, no puedes pasar ni un día lejos sin extrañarla a lo máximo.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora