(Si hay algún error díganmelo en los comentarios. Gracias, disfruten del capitulo *guiño* *guiño* )
Domingo, 24 de diciembre de 2017.
Estoy acostumbrada a desperdiciar horas de mis días en el aeropuerto o las amargas despedidas. Pero no estoy acostumbrada a la cantidad de gente que hay encerrada en un mismo sitio. Ya varios me llevaron por delante con sus maletas y ni siquiera se han disculpado. Si esto fuera Canadá, se habrían sentido culpables por una semana.
En el momento que Ian vuelve de hacer algunos trámites dejo de usar una de las maletas como asiento y me preparo para las reglas que van a venir antes de que se suba al avión.
—¿Listo? —pregunta Aria.
—Todo listo, cariño —responde dándole los papeles que le pertenecen a ella.
Y allí veo mi oportunidad de irme.
—Bueno, nos vemos en dos semanas —empiezo a despedirme.
Aria me da un abrazo que le devuelvo entusiasmada. Adoro los estrujones que da ella, son distintos al resto.
—Nos vemos. Saluda a los Kings por mí.
—Claro.
Ian está a un costado, cruzado de brazos y con la cara larga.
—Cariño, ¿podrías adelantarte?
Ella me mira, lo mira a él y asiente.
—Adiós, Mara.
La despido haciendo un ligero movimiento con la mano. Ella agarra su maleta y comienza a alejarse a pasos lentos.
—Que lo pasen lindo en casa —sonrió y hago el amague de irme.
Ian me agarra del brazo y me devuelve a mi lugar.
—No estaba en el contrato que pasarás las fiestas con ellos.
—No puedes decirle que no a Gianna. Ya lo sabes.
Aún no me creo que se tragara la excusa de Gianna. Aunque ella puede ser muy persuasiva cuando se lo propone.
—Dile a mamá que la llamaré —vuelvo a intentar alejarme.
—Espero que sepas lo estás haciendo —me detiene, esta vez, con una advertencia.
Le doy una mirada significativa. Entiendo su miedo, pero me molesta que ahora quiera tenerme entre almohadones para evitar algún daño.
—Tienes que dejarme cometer mis propios errores, Ian.
—Tú sabes bien que por un error que cometas puede que no seas solo tú la que sufra en el futuro.
—Gracias por tu consejo, hermanito.
Me besa la mejilla por última vez y comienza a alejarse junto a su maleta.
—Llámame por cualquier cosa que pase.
Espero a que de media vuelta y ya no me vea para irme del aeropuerto.
Hago una rápida parada en la primera cafetería que encuentro abierta. Me compro un café con leche y sigo conduciendo por la avenida Ocean mientras escucho una canción de Valentin que es mi favorita por esta semana. Todos los lunes elijo una canción de su nuevo álbum y la escucho por siete días, hasta el punto de saberme el ritmo, la letra y las pausas que se toma para respirar.
Recuerdo el primer día de diciembre, a las doce en punto de la madrugada se subieron las canciones y el internet explotó su nombre. Celebramos con champán, en el jet, viajando a Estocolmo que fue la primera parada que hicimos. Al llegar fue ir de radio en radio. Entrevistas por televisión. Salir a saludar a sus fans. Sonreír y tomarnos fotos. Dejo de ser divertido cuando llegamos a Berlín, la tercera ciudad a la que fuimos. Ya no era lo mismo.
ESTÁS LEYENDO
Hablando con la Luna
Ficção AdolescentePRIMERA TEMPORADA TERMINADA Y DISPONIBLE. SEGUNDA TEMPORADA EN CURSO. Dejando de lado la creciente fama de actriz principiante, la vida de Mara Bamber se vuelve aburrida y monótona con el paso de los días. En forma de juego le pide a la luna que le...