Capítulo 27: Motel

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Mini maratón 1/2.

Martes, 5 de septiembre de 2017.

Como termine metida en esta situación. Aún no lo sé. Tal vez fue culpa de Valentin que me obligó a asistir a una clase de yoga en las montañas. También puede ser mi culpa por querer parar a comprar un café frío, aunque vi la tormenta que se asomaba cada vez más rápido.

Si esto se filtra a Ian le dará un ataque al corazón. Y a Simon ni te digo.

—Sigo pensando que es mala idea.

—No tenemos otra opción. ¿O ves algún hotel cerca?

Aprieto el volante entre mis manos mientras miro con desconfianza el único lugar donde podemos pasar la noche ya que no hay otro hotel cerca. Estamos en medio de la nada. Falta una hora para regresar a Beverly Hills, pero la lluvia está cayendo a cantaros y es de noche. No puedo conducir así, y mucho menos voy a dejar que Valentin maneje.

—Tal vez sería mejor que nos quedemos en el auto hasta que pase la tormenta.

Él desliza el dedo por la pantalla de su celular y niega.

—Pronosticaron tormenta hasta mañana.

—Dios.

Se guarda el celular y me mira.

—Podemos pedir dos habitaciones.

—No, no podemos hacer eso. Esto es un motel, las parejas vienen acá a follar. Nosotros somos una pareja y por más que no hagamos eso, debemos hacerles creer que sí.

De alguna forma, la tormenta empeora y ya no es fácil ver por las ventanillas. Las luces son puntos borrosos.

—Muy bien, vamos a pedir una habitación —asiento.

—Espera, espera. Primero quiero que me escuches. Nunca vine a uno de estos.

Levanto mis cejas.

—Lauren nunca te trajo a uno de estos.

—Mara, cállate.

Se me escapa una sonrisa al verlo avergonzado.

—No eres el único.

—Y me da vergüenza hablar con la recepcionista.

—Oh por favor, dime que estás bromeando —digo cerrando mis ojos, voltee verlo mientras fruncía el ceño— ¿Tendré que pagar la habitación también?

—Oh, vamos Mara. Podemos actuar como adultos por dos minutos y decidir quién va a hablar con la recepcionista.

—¿Cómo vamos a decidir eso?

—Piedra, papel o tijera.

—Y yo soy la niña tonta acá.

Valentin toma mi mano ignorando el comentario. Recuerdo que Claudia me había confesado una forma para manipular la mente del jugador. Tenía que hacer cualquier pregunta a mi oponente antes del juego y, en la mayoría de los casos, los jugadores arrojan tijera.

—¿Crees en el amor a primera vista?

—¿Qué?

Valentin hace tijeras y yo hago piedra.

—Que no puedo esperar a ver tu cara cuando tengas que ir a pedir una habitación —digo burlándome.

Bajamos del Jeep de un salto y corremos como dos niños a punto de ser castigados bajo la lluvia. El agua fría me empapa toda y ya estoy pensando en el resfrío que voy a pescar por la noche. Soy de enfermarme fácilmente.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora